Un 22 de noviembre, pero de 1992, el semipermanente de Lobos, se llevó la vida de una de las máximas figuras de la historia del Turismo Carretera, Roberto José Mouras, ídolo de Chevrolet, que fue tricampeón con Dodge.

La fatalidad, fiel aliada de los riesgos que conlleva el automovilismo, se devoró la vida de quien venía ganando una carrera de TC durante una mañana grabada por la fragua del dolor y la tristeza.

El “Toro” o el “Príncipe” de Carlos Casares, sin abandonar su espíritu ganador y combativo, se la jugó en el circuito lobense en pos de descontar los puntos que le llevaba Oscar Aventín en la cima del torneo.

La ruta 205 fue el escenario, cerca del cruce con la 41, para que una multitud, a la vera del camino, presenciara incrédula como un montículo de tierra frenó a la Chevy de Mouras, que venía a 230 km/h cuando le reventó un neumático delantero. El golpe fue seco, tremendo, y el silencio sepulcral de miles de fanáticos fue el presagio de la tragedia. La vida de Mouras se apagó a los 46 años en la búsqueda de su cuarto título de Turismo Carretera.

Tras un paso fugaz como futbolista en el Club Atlético Carlos Casares, seducido por la música de los motores de carrera, Mouras se prendió en la cuadreras de la zona con un Chevrolet 400. Después llegó el Turismo Anexo J con un Torino marrón metalizado, y en el 74 subió al podio por primera vez en el autódromo de Buenos Aires con la ilusión de alcanzar un día la máxima divisional. El 9 de marzo de 1969 cumplió su sueño y debutó en el TC con un Torino naranja. 

Cinco años más tarde compró su primera Chevy y con la preparación de Jorge Pedersoli y Omar Wilke, comenzó a escribir la historia grande. Aquel bólido dorado, bautizado el “7 de Oro” enhebró seis victorias consecutivas, récord aún vigente en TC. En el 1979 pasó a Dodge y obtuvo tres campeonatos seguidos: 1983, 1984 y 1985, y al año siguiente regresó a Chevrolet para convertirse en uno de los máximos ídolos de la marca.

Mouras ganó post morten la carrera de Lobos, y sumó 50 triunfos en TC, una marca que lo ubica detrás del nueve veces campeón Juan Gálvez, máximo ganador con 56 victorias. El Toro fue grande dentro y fuera del auto; valorado y admirado por sus asombrosas condiciones para pilotear pero especialmente por un aspecto que trascendió las pistas: su calidad humana.