El asesinato de Rafael Nahuel volvió a encender una discusión interna en el Gobierno entre un ala dura, encabezada por Patricia Bullrich, y otra que planteaba ser más prudentes y esperar el avance judicial, que tiene entre sus integrantes a Germán Garavano. La conferencia de prensa de ayer, en la que estuvieron sentados ambos, dejó en claro que ganó la línea dura: salieron a defender con todo a la prefectura y a validar la versión de que los mapuches atacaron al Grupo Albatros con boleadoras, lanzas caseras y finalmente con armas “de grueso calibre” que arrancaban ramas de los árboles de cuajo. Nada de esto fue confirmado hasta ahora por la investigación judicial. La ministra de Seguridad también se despachó con recomendaciones al juez que interviene sobre cómo investigar. 

La disputa no es nueva. La misma discusión interna se había planteado durante el tiempo que estuvo desaparecido Santiago Maldonado. El sector de Garavano planteaba un abordaje más cauto y menos jugado en favor de Gendarmería y el de Bullrich, todo lo contrario. Se entiende: no es que Garavano o los otros funcionarios que le recomendaban al presidente Mauricio Macri mayor prudencia se habían sumado en secreto al CELS. Se trata de una estrategia diferente dentro de los objetivos que persigue la gestión de Macri y que implicaba un menor riesgo de quedar pegado al accionar de los gendarmes. Con la idea de transparentar la investigación por Maldonado, Garavano llegó a proponer que interviniera una misión de la ONU, pero la línea dura del Gobierno logró frustrar esa iniciativa.

Esta línea dura sufrió un revés cuando se probó que era falsa la pista del puestero que supuestamente había acuchillado a Maldonado, y en la que Bullrich había enrolado a Macri. Por un tiempo, Garavano reemplazó a la ministra como vocero. Pero el tiempo en silencio de Bullrich no duró. Y con la autopsia a Maldonado recobró aire dentro del Gobierno. 

La misma discusión se repitió con el asesinato de Nahuel, con la diferencia de que, además de Garavano, otros funcionarios de Seguridad recomendaron prudencia ante lo ocurrido: un joven que aparecía con una bala de plomo que había ingresado mientras estaba de espaldas a los prefectos. La propuesta de este sector era ser prudentes y esperar a la autopsia. Pero, una vez más, la línea dura de Bullrich se impuso: de iniciar un sumario para investigar qué pasó saltaron a defender a la Prefectura.