Yo era chiquito. ¡Ocho, tenés! Me decía mi hermana 8 veces por día, porque por lo menos 8 veces le preguntaba. Un retortijón, un calambre, un dolor de la cabeza, un tirón de la pierna, un chirrido de huesos, una respiración entrecortada, enseguida me hacían volver a preguntarle: ¿Y ahora, cuánto tengo? Corría con la duda de que mis años cambiaban entre una pregunta y otra, y a base de que después de la quinta o sexta ya tenía otra edad, a veces más, a veces menos, en una variación irregular, 55, 21, 13, 84, 5, creo que nunca más de 100 (pero sospecho que porque mi hermana no sabía contar hasta 101).

Yo era chiquito pero tenía todas las edades del mundo mundial, era chiquito pero era más grande que ahora, tres mil ciento cinco mil ochocientos doscientos kilómetros más grande que ahora. Sabía que a lo mejor iba a morir mañana porque ya podía tener 100, y toda la gente grande muere a los 100, la Nelly, la Olga, el Manuel, la Betina, Tuti, Pascual, tenían 100 y se fueron al arcoiris con los duendes puto. Un día tuve 99 y convulsioné 2 veces en el lapso de 2 horas. Después de la segunda convulsión supe que iba a morir. Conté 98, 99 y 100 por la cara de mi hermana, y le dije que se quede con todos los playmobiles y que le dé lechuga a la tortuga todos los días a las 12:21 porque si no es capicua no come. Ahí le volví a ver los mocos de la cara toda hinchada medio rojiza los ojos saltones llorando a cántaros, y lo supe. Yo ya lo sabía. Entonces, para que se ponga linda, volví a preguntarle cuántos años tenía por lo menos 8 veces más. Me dijo las 8 veces 8, y a la octava me durmió, como de un golpe de sueño.

Yo de chiquito era soñado. Soñado en serio, no en sueño. El Diego sueña, es mi amigo, la Mini soñaba, era una mujer, yo era soñado, me cantaba mi hermana: "Soñado Tonino/ soñado amado/lo veo en un lirio/ en un cardenal/ lo veo en las gotas/ y en un lodazal". No sabía que era lodazal, lirio tampoco, pero eran las palabras que más me gustaban. De hecho, el primer día de primer grado me presenté con ese seudónimo:  "Soy Lirio Lodazal, y tengo 97 años". Fue mi experiencia de iniciación en la generación de humor involuntario y a pesar de mi mismo, y fue mi experiencia de iniciación en el viejo arte de la hechicería y a pesar también de mi mismo.

Yo de chiquito era hechicero. Un día era Lirio Lodazal 97 años y otro día era Mantis Albora Rosal 24 años. Era un hechicero grotesco porque la magia me salía con un sentido del humor que no era mío, y cada vez que la hacía provocaba más risa que efecto sorpresa. Y eso me dejaba en soledad, aumentando mi aislamiento en proporción al capital acumulado de burlas. Nunca entendí la comedia. Hermana decía que no la entendía porque yo la era; pero eso tampoco lo entendí.

Yo de chiquito era una Mariquita de San Antonio. No conocí a mi papá, pero debe haber sido una Mariquita de San Antonio. Mamá tambien debe. La abuela, los primos, el bisabuelo, la tía Enriqueta, todos, ¿o una mariquita puede ser hija de un buey y de un mineral? No sé. Me daba espasmos a la noche, antes de dormir, siempre, no saber ese bicho de cosas. Una vez dije yo soy un Escarabajo de 83 años, hijo de un Hipopótamo de 29 y una Piedra Caliza de 33, estaba en frente de la clase de Educación Cívica de quinto grado, y ahí ví reir a la nenita más linda que vi en mi vida. Estaba sentada adelante en la fila segunda desde la puerta para acá y tenía el pelo negro oscuro los ojos azabache lindos menos que ella igual pero. Y habló: "El hipopótamo macho pesa 3 toneladas y tú pesas apenas 35 kilos, aproximadamente. Es probable que os hayas confundido con una suricata, o, quizás, que el mineral de tu madre haya escondido la verdad por alguna misteriosa razón. Por otra parte, tú no puedes tener una edad mayor a la de tus padres; eso es prácticamente increíble". No lo podía creer, agarré el sacapuntas caracol que tenía ella en el extremo derecho de su pupitre y me lo puse en la superficie de mi oreja izquierda para escuchar el latido del mar. Sonreía aun, mientras me miraba con ojitos de cámara gesell. Corazón Corazón Nubecita era, automáticamente, y lo que me dijo lo escribí en un papelito para no olvidarlo (y para poder rezarlo todas las noches, antes de dormir, como plegaria de presencia).

Con Corazón Corazón Nubecita conocí la taquicardia. Entonces le preguntaba a mi hermana por ella una vez, 2, 3, 5, 8 veces por día, todos y cada uno de los días, cada vez que me venía taquicardia. Tenía miedo que ya no me quiera, que quiera irse a vivir lejos, o que le toque un día cumplir 100 años. Era un miedo reversible, lo tenía por ella y por mí, alternadamente, cada 8 dudas. ¿Ahora está Corazón Corazón Nubecita? ¿Me quiere o no me quiere? ¿Ahora? Y, cansada, hermana me mandaba a hablarle a las paredes. ¿Ahora está Corazón Corazón Nubecita?  ¿Me quiere o no me quiere? ¿Ahora sigue estando? E, incansable, la pared derecha de mi camita de Shrek respondía a mis plegarias con paciencia pastoral. Corazón Corazón Nubecita seguía estando las 8 veces los 7 días de las 4 semanas de los 12 meses de 1 año. Estaba de milagro.

Hola, decía ella. Hola, decía yo (...) Hola, decía por segunda vez ella. Hola, decía por segunda vez yo (...) Hola, decía... No me animaba a decirle algo más. El rojo de mi cara decía el resto. Demasiado. Y el calor de mi nuca decía el miedo de que se me escape todojunto. Demasiado demasiado. "Me resulta enigmático que cada vez que me encuentras, en lugar de hablar de aritmética o de ciencias sociales, tú hagas prueba de sonido". Corazón Corazón Taquicardia. Corazón Corazón Taquicardia. Mi cabeza bombo. ¿Qué le dijo? ¡¿Qué le dijo?! Bombeaba. Bombero. Salí corriendo preguntándome cuántos años tengo, ¿cuántos?, ¡¿cuántos ahora?! 42, 89, 13, 25, 55, 8, 8, 8, 96. Descubrí el dolor abdominal y la asfixia. Al llegar a casa le pregunté a hermana si el amor era el sistema digestivo o el respiratorio, 1, 2, 5, 8 veces le pregunté. Se rió, a pesar de mi desasosiego, incluso por enésima vez contra mi sentido del humor, y me dijo que sí, efectivamente, pero añadiéndole el sistema circulatorio.

Desde ese día tomé 8 x 8 kilómetros de distancia. Recé 64 días de oraciones a hermana y a pared derecha. Me sentí Vino Rosado Patero 99 años. El corazón siempre fue un órgano circulatorio, yo lo sabía, hermana me lo había convalidado, y no debe haber encontrado motivos para pasar vacaciones en mí. Por lo menos hasta el 16 de enero de 1985.

Está fechada, 16 de enero de 1985. Tiene lugar, la pileta del Club Sporting de Santa Teresa. Tiene horario, las 12.21. Estábamos en la Colonia de vacaciones. Ellas jugaban a peinarse con el agua mientras con mi coro de amigos reidores contra mi voluntad, Diego, Mauro, Alejandro, Hernán y yo, jugábamos al Hombre a la'gua.

Corazón Corazón Roto chocó con Mauro, y, encontrados por afortunado accidente, se invitaron a jugar. A qué. A la Mancha. A qué Mancha. A la Mancha Piedra. Ok. Ok. Bueno, avísale a los chicos. Dale, avisále a las chicas. Y a los gritos nos reunieron a todos en lo playito para sugerirnos el juego.

Desde la primera regla empecé a añorar lo que vendría. Era lo soñado 1, 2, 3, 8 veces de cada día de cada semana de cada mes. Estaba a 8 minutos de cumplirlo. Tantas noches contándoselo al cielo raso de mi habitación, ahora era una inminencia.

La tocaron. Quedó dura. Pedía por su liberación. Nadie la oía. Taquicardia. Taquicardia. Corazón Corazón Roto. Corazón Corazón Taquicardia. No podía respirar. Inspiré casi profundo. Y del pudor nadé, nadé y nadé por abajo del agua, sin asomar ni un souvenir de mi rostro híbridamente ruborizado, y pasé entre sus piernas, apenas rozando el interior de su muslo derecho, Corazón Corazón Nubecita.

Yo era chiquito hasta el 15 de enero de 1985. Esa imagen sería el jesucristo de mi calendario. A partir de ella mi tiempo aprendió matemática. Fue mi primer amor. Lo sabía. Lo supe al rozarla. Se lo conté a hermana, que, al oírlo, suspiró 8 segundos. No entendí. Sí entiendo que es la única imagen que tengo para saber cuántos años tengo, qué día es, o si estoy enamorándome.

Cuando me vuelve me sube un cosquilleo desde el brazo izquierdo hasta invadir todo lo demás, y digo "te amo 39 años". Sé que en ese momento voy a sonar creíble. Rojo, con disnea y síntomas cardiovasculares, pero creíble y acá.