En veinte años les pasó de todo. Desde quedarse varados cuatro días en Doha sin respuestas de ninguna aerolínea hasta fundir la camioneta en medio de la ruta y tener que seguir el resto de la gira "llevando los bártulos por los trenes". Pero también les pasó de lo otro: tocaron para miles de personas en el legendario festival Glastonbury (Inglaterra), participaron en la banda de sonido de la serie La Casa de Papel –y aparecen en un capítulo de la temporada 3–, editaron seis discos y realizaron quince giras por todos lados, desde Kosovo y los Balcanes hasta Rusia, República Checa, Eslovaquia, China y Japón. Todo eso hizo La Fanfarria del Capitán, el grupo nómade y aventurero que celebrará dos décadas de intensa vida este jueves a las 20 en Niceto Club (Niceto Vega 5510). "Cuando miramos para atrás, es increíble todo lo que fuimos transitando y haciendo. Son veinte años en movimiento real, creando, soñando, viajando y dándolo todo. Es muy movilizante", resalta Jerónimo Cassagne, guitarrista y uno de los fundadores del grupo.
"Son experiencias que te curten, así que casi que no le tenemos miedo a nada", bromea el músico sobre todas las experiencias vividas, las buenas y las no tanto. "El camino te llena de amistades y vínculos que se van fortaleciendo con el tiempo, acompañado siempre con la música, que es nuestro motor principal", celebra. De hecho, el 10 de junio volverán a las rutas y los viajes por el mundo: harán una gira de dos meses y medio por Europa y luego visitarán México, otra plaza importante para la banda, sobre todo después del boom de La Casa de Papel, en donde metieron dos canciones: La flor y el libro y La Palloza, además de la versión que hacen de Bella Ciao, el himno antifascista de libertad y resistencia que resurgió con la serie de Netflix. "Lo de La Casa de Papel nos dio una proyección internacional muy fuerte, porque fue la serie más vista del mundo durante seis años. Eso hizo que llegáramos a una audiencia más masiva", destaca Cassagne. "Bella Ciao es como nuestro Satisfaction. La gente se pone loca, la versión que hacemos es muy rockera", dice.
Mientras preparan un nuevo disco de estudio que saldría a fin de año, el grupo lanzó en abril en YouTube el proyecto audiovisual Slovenian Sessions, una serie de versiones de sus clásicos grabadas en Eslovenia, en medio de las montañas de Sebrelje –en los alpes julianos, aquellas mismas donde los partisanos italianos refugiados escribieron Bella Ciao– y la inmensidad de la naturaleza. "En un parate de la gira nos fuimos con todos los equipos a unas montañas en Eslovenia con un productor esloveno buenísimo que se llama Dejan Lapanja –también compositor y guitarrista– y grabamos ahí todos los clásicos de la banda", precisa Cassagne.
Esos clásicos transitan un amplio abanico de ritmos y estilos, pero sin desatender la identidad argentina y latinoamericana. Desde el rock mestizo y el folklore latinoamericano hasta la música de Europa central, la región balcánica y el klezmer. "En el momento de plasmar un disco, siempre miramos cómo está el repertorio de canciones y lo latinoamericano es nuestra esencia. Por más que viajamos por todo el mundo y adoptamos géneros de distintos lugares, no podemos escapar de lo que somos", enfatiza.
- ¿Qué significan para ustedes los viajes, el movimiento constante y las giras?
- Viajar te pone a prueba. Está muy vivo todo en esa circunstancia: la personalidad de cada uno, los sueños, las cosas lindas y las más incómodas de cada uno; está todo muy expuesto, a flor de piel, es como vivir la vida al máximo. Si lo sabés encauzar es divino, porque estás en un momento de algarabía constante, pero también hay que entender que es temporario. Porque llegás a un lugar y es fiesta todo el tiempo, y la vida no es solo fiesta. Entonces, la dicotomía del viaje nos encanta. Poder llegar a una ciudad y que la gente te espere es increíble. Te nutre mucho el encuentro con uno mismo y con todos.
- Son como los circos, los juglares o las orquestas medievales que iban de pueblo en pueblo contando historias y llevando noticias...
- Tiene mucho de juglar, sí. De entender que es parte de nuestra profesión esto de ir llevando la alegría y la fiesta a cada pueblo. Hay un disco que se llama La Giravida (2016) que retrató ese sentimiento, porque es parte de nuestro ADN. De hecho, viajar y estar en movimiento tiene que ver con la identidad argentina. El argentino es muy inquieto. Cuando algo no funciona, salimos a resolverlo como sea y eso también se ve en la banda. Cuando no teníamos posibilidades de tocar acá, después de la tragedia de Cromañón, renunciamos todos a nuestros trabajos y nos fuimos a girar afuera. No nos conocía nadie y todo el suceso de la banda vino después.
- Reivindican también el trabajo autogestivo y colectivo, algo constitutivo del proyecto, ¿Qué posibilidades les da la independencia?
- La autogestión y la independencia tienen que ver con sacar las cosas adelante como sea. Todos los roles distribuidos entre los miembros de la banda, ése fue nuestro núcleo. Ahora tenemos un equipo más grande de laburo pero seguimos dirigiendo todo. La autogestión es una forma de vida en el sentido de no depender exclusivamente de los sellos y toda la industria, porque es muy tirano todo ese juego. Si no estás adentro, estás afuera. Si el proyecto no funciona para el mainstream, sos descartable. Y la autogestión va completamente por otro lado. No estoy en contra del mainstream, la mayoría de las bandas que admiramos no son independientes. Uno busca la forma que más le rinde para seguir haciendo su laburo y cumpliendo sus metas. La independencia te la tenés que bancar y tenés que ser tu propio productor. Y entender que si vos no activás, no lo hace nadie.
- ¿En este momento político, cultural y social del país es necesario generar un lugar de encuentro, fiesta y celebración?
- Más que nunca necesitamos el encuentro, bailar y expresarnos en estos momentos de crisis política a nivel local y también global, porque hay un mundo yéndose al tacho. Hace un tiempo, Manu Chao decía: "Nos quedará bailar y juntarnos más que nunca". La fiesta es más importante que en otros momentos, porque sino no nos queda nada. De esos encuentros nacen cosas buenas. Cuando la música te pega, se te mueven cosas dentro. Y nosotros, como artistas, buscamos que cada persona se lleve una experiencia increíble, una reflexión y un mensaje positivo.
- El espíritu de La Fanfarría, además, tiene que ver con la convivencia de lo distinto, lo diverso, lo colectivo, valores que están en crisis...
- Es que el arte es así. Yo estudié un montón de disciplinas del arte y cuando te ponés a mirar de dónde salió cada género, somos una mezcolanza increíble. El tango viene de África, la polka viene de Europa del este y los ritmos, las melodías, el folklore, la poesía... y Argentina tiene un acervo cultural inmenso. Tenemos algo que hay que ponerlo en valor, porque no todo es mercancía ni todo tiene un precio. Somos un faro cultural en Latinoamérica y hay que seguir alimentando esa llama.