En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, repasó las declaraciones disparatadas del Gobierno, la represión y el sinfín de medidas económicas que atentan contra miles de puestos de trabajo. Aseguró que si no se piensa “en lo que hay detrás de los tristes personajes que alientan las fobias y el odio, será otro día perdido”.
El editorial de Víctor Hugo Morales
Lo primero de la mañana debería ser la represión de ayer.
Una vez más, la policía de Bullrich —que es brutal cuando se ensaña— teatralizó su tango en la neblina de los gases, apaleó, insultó y se ufanó de su miserable batalla contra los jubilados y el cura “Paco”, que les devolvía un Padre Nuestro, apelando quizás a “no saben lo que hacen”.
Pero sí saben lo que hacen. Y no tienen perdón. Vamos rogando y ellos aplican, con el mazo dando. Después parecía que el día cerraba como todos los miércoles: con los pertrechos de la lucha desigual esparcidos frente al Congreso.
Sin embargo, al amanecer pensé en la gansada del ganso: Sturzenegger ofendiendo a Ushuaia como una tierra poblada de galpones, oponiendo el trabajo al turismo. ¿Habrá ido alguna vez —entre estafa y estafa— a visitar ese portento de belleza del sur?
Y en tren de boberías peligrosas apareció Adorni, estigmatizando sobre el tema de los inmigrantes. Florencia Mazzadi, que ha sido la presidenta del Festival de Cine Migrante por 15 años, describió la chantada, entre lo que dijo Adorni y lo que ya dicen las leyes. Tomo un ejemplo:
1. “Ningún condenado podrá ingresar al país”, apuntó Adorni. Hace rato que nadie con antecedentes puede entrar al país.
2. “Cualquier persona migrante que cometa delito, cualquiera sea su pena, será deportada”. Esto ya era así con la ley vigente sancionada en 2003. Ya eran deportados los migrantes que cometían delitos con sentencia firme y condenas mayores a 3 años.
Para obtener la residencia permanente se piden antecedentes penales. La ley ya lo dice, ya lo preveía, y ya se hacía así. No se obtenía residencia permanente si tenías antecedentes entre la temporaria y la definitiva. Y la temporaria, con antecedentes, tampoco te la daban. O sea, ¿qué cambió?
Los extranjeros cometen menos delitos, porcentualmente, que la población local. Les daremos los números en minutos. Pero es como en el tema de la imputabilidad. Con la ayuda de los medios, con los títulos, crean una percepción mentida e infame, sobre la que ejecutan sus delirantes propuestas.
Se permiten cualquier atrocidad. Les queda bien: Ushuaia es tierra de galpones, los jubilados son subversivos, y los extranjeros, la escoria.
Un día en la Argentina de las corporaciones, con empleados violentos como Milei, Bullrich, Adorni o Sturzenegger, depara ataques a jubilados que protestan, recortes a personas con discapacidad, desprecio por el sur —en todos los sures que existen— y persecución a los migrantes.
Tenemos que parar la pelota: si no pensamos en lo que hay detrás de los tristes personajes que alientan las fobias y el odio, si no sabemos ver el poder real —el único ganador en medio de todas las afrentas— será otro día perdido.