La reciente Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, tradicional punto de encuentro y celebración para el mundo literario y las bibliotecas, se vio empañada por una ola de rumores que opacó el espíritu festivo. El foco de esta preocupación radica en una “aparente información” que circula con fuerza entre las bibliotecas populares de todo el país: el posible cambio de estructura de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip). El rumor ha generado una ola de preguntas y temores entre bibliotecarias, bibliotecarios, las comunidades que sostienen y articulan estas instituciones y quienes las representan.
Las Bibliotecas Populares son asociaciones civiles que funcionan con una comisión directiva “voluntaria”, con talleristas, vecinos y vecinas que se acercan porque saben que la salida es en comunidad. Gran parte de los talleres que se brindan no tiene costo para la comunidad, ya que muchas de las propuestas se financian a partir de los proyectos postulados por cada biblioteca, evaluados por la Conabip y financiados con los fondos que ésta y otras entidades ofrecen.
En la provincia de Buenos Aires, según datos de la propia Conabip, hay unas 500 bibliotecas populares formalmente registradas, y seguramente unas cuantas más que todavía no completaron ese trámite. Este número, en una provincia que cuenta con 135 municipios, revela una característica del sistema bibliotecológico y del mundo cultural de la provincia, donde en promedio hay más de tres bibliotecas populares por municipio. En tanto el total de bibliotecas populares del país asciende, entre las formalmente registradas y las informales, a unas 2000.
La versión sobre el cambio de estatus, que había comenzado a circular en los días previos al evento, encontró una inesperada confirmación en las palabras del propio presidente de la Conabip, Raúl Escandar. Durante un encuentro informal con bibliotecarias y bibliotecarios que se acercaron al predio ferial para hacer uso del valioso subsidio “Libro %" que la Conabip otorga anualmente, Escandar habría reconocido la veracidad del rumor ante la sorpresa y la angustia de los presentes. Cabe destacar que el día en que el presidente de la Conabip menciona el cambio de estructura del organismo se desarrollaba el encuentro esperado por muchas de las bibliotecas populares del país que con gran esfuerzo participaban de esta fiesta de la cultura.
Las bibliotecas populares desarrollan un modelo de trabajo colectivo, de vinculación con la comunidad y de promoción de la lectura, todo esto en articulación con los municipios, las escuelas y las unidades de atención primaria a la salud. Son, en toda la provincia, las que permiten que las comunidades cuenten en sus barrios, según las características de las diferentes regiones, con bibliomóviles, bibliolanchas o bibliobicis como medio de distribución de libros y de promoción de la cultura.
La Conabip tiene su origen en la Ley 419 del 23 de septiembre de 1870, que creó la Comisión Protectora de las Bibliotecas Populares. Surgió bajo el impulso de Domingo Faustino Sarmiento con la misión de promover la creación y el desarrollo de bibliotecas populares. Tuvo algunas interrupciones en diferentes gobiernos. Finalmente, los gobiernos de Juan Domingo Perón dieron a la Conabip un firme respaldo para su crecimiento y expansión, priorizando la difusión cultural y respetando la autonomía de las bibliotecas. En 1986, la Ley 23.351 de Bibliotecas Populares estableció el marco legal para su funcionamiento y dispuso la creación del Fondo Especial para Bibliotecas Populares, lo que consolidó su rol y estructura.
A partir de la llegada al Congreso del proyecto de Ley Ómnibus del Poder Ejecutivo, está en peligro su autarquía, modelo de funcionamiento y el financiamiento. Contra lo que sugiere el discurso oficial, ni el funcionamiento de las bibliotecas populares ni el de muchas otras instituciones de la cultura afecta a otros sectores de la sociedad: el Fondo Especial para Bibliotecas Populares se nutre, de acuerdo a la ley vigente, de un impuesto sobre los premios pagados en los juegos de azar, así como de herencias, legados y donaciones específicas.
En este contexto, es significativo recordar las palabras de Ximena Talento Bianchi, responsable de la Dirección Provincial de Promoción de la Lectura, quien destaca la importancia de la articulación entre el Estado y las organizaciones sociales que representan a estas bibliotecas. “Son la base de las comunidades lectoras que queremos potenciar y estamos trabajando en esa articulación”. La articulación de estas asociaciones civiles con el Estado permite pensar de manera conjunta una propuesta o preocupación por el desarrollo cultural en todos los rincones de nuestro país.
¿Qué implicaría el cambio de estatus de la Conabip? Es posible pensar que cualquier cambio en la estructura de la Conabip que altere el equilibrio de representación, disminuya la participación de las bibliotecas populares o debilite los mecanismos de asesoramiento técnico y/o financiamiento puede traer consecuencias negativas para la cultura en su conjunto. La degradación de la Conabip a Dirección Nacional la sometería a la dependencia directa de instancias superiores (subsecretaría o secretaría) y tendría un impacto negativo directo en la distribución de fondos a las bibliotecas populares. En consecuencia, la asignación de recursos dejaría de estar garantizada por la Ley 23.351 y la aplicación del Fondo Especial, y quedaría sujeta a la discrecionalidad de las autoridades gubernamentales de turno.
Y no estamos mencionando aquí el impacto que este rumor tiene entre sus trabajadores/as, que ven amenaza no sólo su fuente de trabajo si uno un modo de pensar lo común. Si bien desde la Conabip no se han emitido comunicados oficiales detallando los motivos o los posibles alcances de esta posible modificación, la confirmación informal por parte de su presidente es suficiente para generar un clima de angustia y preocupación en el sector. Las bibliotecas populares, pilares fundamentales de la vida cultural y social en barrios y pueblos de toda Argentina, esperan con atención las próximas acciones. La fiesta del libro, para muchos, ha quedado empañada por esta sombra de incertidumbre.