Defender el patrimonio porteño parecía imposible, una suerte de pelea por la nostalgia y algo ideológicamente definido como negativo, contrario al progreso y a la “natural” evolución de las ciudades. Esto era así hace unos años nomás, cuando los especuladores inmobiliarios eran señores empresarios, los arquitectos a sueldo les daban letra hablando de progreso y prosperidad, y los funcionarios de todo tipo les cobraban o arrugaban frente a su dinero y su capacidad de convencer. 

Pero resultó que no era tan así, que muchos porteños y muchos argentinos sentían y sabían que las cosas no eran tan fáciles, y que entendían que, como siempre, era un tema de dinero (de hacer dinero y repartir dinero). A partir del 2001, de la crisis tan feroz y del fenómenos de las asambleas, el tema patrimonial, de calidad de vida y de propiedad efectiva de las ciudades entró en la agenda política. Hoy hay en Buenos Aires miles de edificios protegidos, donde antes había apenas unos pocos cientos, los especuladores andan dando vueltas por tribunales cuerpeando amparos, las coimas subieron mucho por el riesgo político y los funcionarios tienen que gastar buen capital social para amparar a sus especuladores.

Esto se debe fundamentalmente a las ONG que reunieron y encauzaron a los vecinos porteños, instalando una agenda transversal y corriendo con la vara a funcionarios, políticos y aspirantes. Una de las más destacadas, Proteger Barracas, acaba de cumplir diez años de buen trabajo dando la pelea por uno de nuestros barrios más valiosos y característicos. Los de Barracas lograron una rezonificación y un APH propios, lo que permitió por ley y por lógica económica salvar un buen pedazo de nuestra ciudad. Y tal vez más importante, impusieron la idea de que no es gratis romper todo y reemplazar con porquerías. Las peleas que dio el barrio son bien conocidas por los lectores de este suplemento.

Lo bien que hicieron, los barraquenses, en dar la pelea, y lo justo que lo hicieron en el tiempo. Resulta que los especuladores llegaron a Barracas para quedarse y, según uno de los diarios oficialistas del gobierno y oficiales de ese sector concentrado, el barrio será “el próximo Palermo Hollywood”... Este es el tipo de tonterías que inventan los PR para las inmobiliarias, pero muchos se las creen y corren a buscar barrios que “sean una buena inversión”. Esto se entiende porque para la mayoría de los mortales el departamento propio es la mayor inversión, el todo en seguridad económica y el único ahorro real. Con lo que se busca seguridad y el marketing puede darlo. 

La manera en que Barracas va a sobrevivir depende exclusivamente de lo que lograron los vecinos en estos diez años y en lo que sigan haciendo. Como mencionan en el propio blog de la ONG, en el barrio hay una mezcla de reciclados más o menos criteriosos -fábrica Bagley o Piccaluga, casas chorizo y PHs diversas- con demoliciones instantáneas y reemplazos con basura de hormigón y cañito de plástico. El límite que hace la diferencia es la catalogación y el APH, productos del trabajo de Proteger Barracas.

Con lo que, de corazón, muy feliz cumpleaños. 

En la salita de cinco

Los carteles de obra que ilustran esta nota se alzan en Planes 1069 y son una prueba de la regresión infantil a la que llegan algunos profesionales, empresarios y funcionarios, asumidamente mayores de edad. Resulta que el lote en cuestión está en la zona que los vecinos de Caballito lograron rezonificar para abajo hace ya unos años. El cambio legal fue resultado de una larga pelea política y mediática para evitar la muerte por alta densidad de un barrio que ya no aguanta más. Pero es evidente que algunos siguen buscando la trampa y cuentan con apoyo en la Ciudad.

Cuando demolieron en Planes 1069 no había cartel de obra. SOS Caballito protestó y denunció y finalmente, esta semana, apareció el cartel. Pero como se ve en la foto de la izquierda, el cartel estaba curiosamente salpicado de arena mojada, tapando las medidas del futuro edificio. Los de SOS se aparecieron con una escalera y una escoba, limpiaron la arena y tuvieron su momento de decir eureka. Lo que tapaba la arena era que la altura máxima del edificio se anuncia como de 27,50 metros. El lote está en un lugar alcanzado por la ley 2722, que permite sólo hacer 13,50, la mitad de lo anunciado.

Lo curioso del asunto es que el cartel parece estar en orden en todo lo demás, con lo que la Dgroc, entidad dedicada a aprobar planos y proyectos de obra, habría autorizado un ilícito. No se puede tratar de un plano viejo que se usa ahora, porque ya está establecido que a los seis meses todo vence si no se iniciaron los trabajos. Y no puede alegarse ignorancia de una ley largamente publicada en el Boletín Oficial. ¿Avivada de privados? ¿Coima para ver si pasa? Sería conveniente para todos que esto se aclare.

De túneles

Los vecinos de Villa del Parque están un poco incrédulos con la nueva idea del gobierno porteño en cuanto urbanismo. Resulta que a algún genio del rubro se le ocurrió matar el centro comercial del barrio, la calle Cuenca, cerrando para siempre la barrera que permite cruzar las vías del San Martín, justo junto a la magnífica estación del barrio. Según los funcionarios porteños, sólo se va a dejar un túnel peatonal.

Los barrios porteños fueron desarrollando centros propios a medida que se alejaban del Centro, lo que explica hasta el día de hoy lugares como Flores o Liniers, por no hablar de las áreas cercanas a la costa. Villa del Parque, con su enorme estación de trenes –de las mejores de la ciudad– tiene hasta cine propio, un pequeño shopping y una tradición de muchos años de que su centro propio sea la calle Cuenca. El área que concentra negocios, bares, servicios, bancos y un largo etcétera va aproximadamente de la calle Baigorria a San Martín, con escapes hacia las laterales. La vía del San Martín cae aproximadamente al medio del recorrido.

Con lo que cortar este cruce por alguna teoría pavota de peatonalización y calidad de vida es un error peligroso. Los macristas en funciones están haciendo un túnel en la avenida Nazca, con lo que parece que su conclusión es que todo el tránsito puede desviarse a la avenida, a tres cuadras de distancia, y listo. Esto es ver a Villa del Parque como un paso, un no lugar, cuando es realmente un barrio ya centenario con vida y dinámicas propias. Una zoncera más, que tiene movilizados a los vecinos con reuniones informativas en la parroquia de Santa Ana.

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