La estadística puede bajar, pero el bolsillo sigue flaco. Este jueves 12 de junio se conocerá el dato oficial de inflación de mayo, y aunque el gobierno de Javier Milei anticipa un registro para celebrar, los precios esenciales y el poder adquisitivo siguen en terapia intensiva. Según estimaciones de consultoras privadas, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) rondará entre 1,8% y 2%, lo que sería la marca mensual más baja en cinco años.
En abril, el Indec registró un 2,8% y, si se confirma la nueva cifra, el oficialismo intentará mostrarlo como una conquista de su ajuste. Sin embargo, el anunciado “freno” de los precios --que en los hechos no se percibe igual en la calle-- no es producto de un plan virtuoso, sino consecuencia de una recesión profunda, desplome del consumo y licuación de ingresos.
La inflación de mayo: menos consumo, menos subas
Detrás de la supuesta buena noticia conviven otros datos. Eco Go y C&T Asesores estimaron subas en alimentos, bebidas y transporte, mientras que consultoras como Facimex midieron una inflación semanal del 1,5%. El propio Caputo se apresuró a hablar de "caídas nominales", aunque en los barrios el changuito sigue vacío y los comercios rematan stock para sobrevivir.
La Fundación Libertad y Progreso, alineada con el oficialismo, pronosticó un 1,8%, aunque si se excluyen los años de pandemia sería el menor IPC mensual desde 2017. Pero a fuerza de tarifazos, devaluación acumulada y pulverización salarial.
Qué se espera para junio y por qué la tregua podría durar poco
Los pronósticos para junio hablan de una continuidad moderada de la desaceleración, pero sin resolver la inflación estructural ni la pérdida de poder de compra. Los economistas advierten que el congelamiento cambiario y la recesión explican buena parte de la baja, y que cualquier movimiento de tarifas, dólar o salarios podría revertir la tendencia.
El dato del jueves servirá, más que nada, para medir hasta dónde aguanta este modelo de ajuste y licuadora, que dice "frenar" los precios, pero aumenta la desigualdad.