Un espacio rodeado de una veintena de negocios con maniquíes como objetos de venta, vidrieras repletas de muñecos de todas las formas y "edades" captan la atención de Reynaldo Sietecase, quien sin ser fotógrafo profesional (ni proponérselo) pero con una buena cámara en su celular empezó a registrarlos diariamente desde hace tres años. "Creo que este trabajo responde al cruce de destino y azar. Hace unos años me mudé a Balvanera, Buenos Aires. En las idas y vueltas a mi apartamento, despertaron mi curiosidad", recuerda.

Sietecase, rosarino de nacimiento, radicado en Buenos Aires desde hace muchos años, donde continúa su vida periodística y literaria, no es la primera vez que incursiona en este rubro. En 1997, llevó adelante un trabajo sobre viejos bares de Rosario (Barcos en tierra a orillas del Paraná, Fundación Ross), junto al fotógrafo santafesino Mario Laus. Aunque en ese caso las profesiones estaban bien divididas: Laus con la reflex, su compañero con la pluma.

Ahora, Desnudos de vidrieras, recientemente lanzado por Penguin Random House bajo el sello Reservoir Books, parece responder nuevamente a una labor antropológica. De lenguaje no críptico, este libro se orienta a un público sin un saber específico porque cita escenas cotidianas del barrio de Once.

El avance tecnológico trajo consigo una democratización de las herramientas, en este caso la cámara automática en un Smart. No nos vamos a cansar de mostrar lo que ocurre en la calle. Esta puede ser una de tantas tomas de Sudamérica pero el autor no se enreda en la urgencia de denunciar.

‑‑Al famoso slogan "una imagen vale más que mil palabras", le has agregado la poesía... "No los moja la lluvia, el frío no los muerde", "Callados, presumidos, no tienen Dios, ni patria, ni bandera"...

‑‑Sí. El poema es como un rayo que ilumina lo que ya está iluminado. Podría no haber estado. Yo no quería que tuviera texto, por eso descarté hacer una crónica o entrevistar a otros actores, como los vendedores. Pero es un libro de imágenes, no quería que nada perturbara ese recorrido.

¿Un fotógrafo profesional lo hubiese hecho mejor? La respuesta puede ser esta: Sietecase expresa actitudes, el choque visual frente a lo que impresiona, la elaboración del concepto y una sistematicidad para llevar a cabo la obra, vuelo estético, una sombra desconocida que entra en escena, objetos y personas superpuestas en el escaparate.

 

 

‑‑La calle, con sus vicisitudes, intercepta nuestras vidas. Detenerte y poder haber elaborado esto parece una forma de canalizar eso que te pasaba ahí afuera. ¿Qué te sucedía antes de comenzar este proyecto? -‑preguntó el cronista.

‑‑No me pasaba nada distinto a lo que me pasa siempre. Me interesan muchas cosas. Mi gran motor es la curiosidad. Tal vez por eso desde muy chico leo, estudio, investigo y escribo sobre las cosas más diversas...poesía, cuentos, novelas, crónicas, obras de teatro y... fotos. No dejan de ser maneras diferentes de contar. Con la salvedad de que no soy fotógrafo ni lo quiero ser.

"Con el tiempo fui eligiendo una perspectiva: siempre desde afuera, sin entrar a los negocios. Me evitaba lidiar con los comerciantes y me empezó a gustar lo que pasaba con los reflejos de las vidrieras", agrega.Por entonces ni soñaba con materializar el ensayo, pero el devenido reportero cumplió con las expectativas editoriales. "Una de las responsables del libro es Julieta Obedman. Mientras estábamos buscando imágenes para la tapa de mi última novela (No pidas nada, Alfaguara) que se publicó hace un par de meses, le comenté que tenía de maniquíes, pensando que tal vez alguna podría servir de tapa. Me pidió verlas", confiesa.

"Al mirar fotos se me ocurren secuencias que cuentan un momento", le respondió la editora. Y lo ejemplificó: "En este caso se pueden definir como temas: chicas sexies, grupos que charlan, niños acompañados por sus padres o solos, figuras doradas como en un desfile, hileras de personas esperando".

Reflejo del profesional que crea a la par del ritmo actual (donde se produce mucho), Reynaldo supo amparar la multifunción. Luego de más de 15 libros editados, ¿qué lo mueve a hacerlo?

-‑Me gusta contar historias. Tanto como que me las cuenten a mí. Por otro lado, amo los libros. Tengo una gran biblioteca dividida entre Rosario y Buenos Aires. Un patrimonio familiar que espero viaje entre varias generaciones. Y, a pesar de eso, de su magnitud y belleza, tengo la osadía de agregar algunos pequeños peces al océano infinito de la literatura. Aunque casi todo está escrito y de manera hermosa. No lo puedo evitar, es una necesidad.