La Rosario que fue “faro industrial y cultural” hoy transita, según Lisandro Cavatorta, un tiempo de amargura que no es casual ni metafórico. “Es un modelo de ciudad que se fue cerrando sobre sí misma”, advierte el exconductor televisivo candidato a concejal por la lista ERRE (Resolver Rosario). Lo dice sin eufemismos ni rodeos, siente que ”ya no hay tiempo para el maquillaje”. “La gestión de Javkin clausura lo que no puede controlar, y los que se dicen alternativa repiten fórmulas que fracasaron hace 30 años”, remarca a Rosario/12. En su diagnóstico hay enojo, pero también pretende mostrar un proyecto que consistiría en devolverle a Rosario su dinamismo productivo, su noche cultural y su autoestima política, de la mano de un peronismo que —sostiene— debe recuperar claridad doctrinaria, “sin mezclarse ni confundirse con el progresismo B”.

—Tu eslogan de campaña es “Cortemos con tanta amargura”. ¿Qué expresa ese mensaje?

—Que Rosario se volvió una ciudad que resignó la alegría. No sólo la noche, que es importante porque mueve economía y cultura. Se resignaron cosas básicas: los baños públicos, los parques de diversiones, los centros de salud con atención limitada. Esta gestión no tolera lo que no controla, entonces lo clausura. Ahí nace esa amargura. Y cuando el gobierno elige no enfrentar los problemas sino encerrarse, la ciudad se marchita. Rosario tiene una historia de vitalidad, producción, cultura popular. No podemos aceptar que eso se pierda.

—En las PASO hablaste mucho de baches y veredas. ¿Ese fue un punto de partida?

—Sí, porque es el síntoma más visible de una ciudad desordenada. Pero no es lo único. Lo nuestro no es una campaña de bacheo, es una visión de ciudad. Creemos que desde lo municipal se puede generar trabajo, incentivar la producción, motorizar la economía. Para eso hay que abrir, facilitar, acompañar, no clausurar. No queremos una Rosario amarga, queremos una Rosario que funcione y dé oportunidades.

—¿Cuáles serían los ejes para dinamizar esa ciudad que imaginás?

—Trabajo, producción y cultura. Rosario está en el centro del país, pero no tiene plan estratégico. Perdió peso industrial, no tiene turismo receptivo planificado, ni apuesta fuerte al entretenimiento. Se desmanteló la noche rosarina, que era fuente de empleo, identidad y circulación económica. Necesitamos recuperar esa Rosario vibrante. No lo vamos a lograr con candidatos que proponen huertas familiares como política económica, ni con ideas que romantizan el Che como atractivo productivo. Rosario tiene que ser potencia industrial y cultural. Y para eso necesitamos gestión con coraje, no retórica vacía.

—Criticás tanto a Javkin como a Monteverde. ¿Los ves como parte del mismo problema?

—Sí, aunque suene provocador. Uno porque gobierna sin convicción; el otro porque promete con marketing lo que ya fracasó antes. A Javkin lo define su falta de coraje frente al poder central. No le reclamó nada a Milei, que desfinanció el transporte, paralizó obras y desmontó trenes. Monteverde, por su parte, dice que se elige intendente el 29 de junio cuando no es así. Es grave que los candidatos mientan en campaña. Pero más grave es que nadie les diga nada. Yo no los critico por deporte, sino porque no representan lo que Rosario necesita. La ciudad necesita menos slogan y más calle, más territorio, menos escritorio.

—¿Dónde queda el peronismo en ese panorama?

—El peronismo está en una encrucijada. Con la condena a Cristina, empieza una etapa en la que hay que decidir si se vuelve al poder o se queda en la autocrítica eterna. Yo creo que es momento de acumular fuerza, de ordenar, de asumir la conducción con responsabilidad. El fallo contra Cristina es una injusticia planificada, sí. Pero no puede paralizarnos. El peronismo tiene que reagruparse y reencontrarse con sus raíces: trabajo, producción, justicia social. Esa es la única manera de ganarle al Frente Progresista. No con una versión diluida, no con un “Frente Progresista B”, que es lo que algunos sectores del peronismo terminaron siendo.

—¿Qué es ese "Frente Progresista B" del que hablás?

—Es cuando sectores del peronismo se disfrazan de otra cosa para parecer más aceptables ante ciertos públicos. Cuando priorizan agendas que no son las nuestras. Te doy ejemplos: el Movimiento Evita queriendo reeditar frentes con mirada progresista, pero sin identidad peronista firme. O concejales que votan como si fueran parte de Ciudad Futura. A esos compañeros les digo: nos toca construir una alternativa peronista robusta, clara, que compita en unas PASO en 2027, no que se diluya por conveniencia electoral. Si vamos a ganar, será con peronismo real, no con imitaciones.

—¿Y el PJ local? ¿Tuvo errores?

—Se dejó llevar por la coyuntura. Pero no se gana con táctica, se gana con convicción. En 35 años no le pudimos ganar al Frente Progresista con esa lógica. Ya es tiempo de probar con una identidad propia, sin pedir permiso. Y eso es lo que estamos haciendo con ERRE. Un espacio peronista sin complejos, que defiende el trabajo y que no le teme al conflicto.

—Volviendo a Javkin. Además de la “ciudad que cierra”, ¿cómo definís su gestión?

—Con un ejemplo claro: sin la SUBE, hoy no habría transporte. La trajo el  exgobierno nacional y yo participé de esas gestiones. Javkin se opuso, pero cuando funcionó, la usó. Nunca reclamó con firmeza los subsidios que Rosario merece. Tampoco levantó la voz cuando Milei desarmó el tren Rosario–Cañada de Gómez, que fue un éxito. Es un intendente sin coraje, sin rebeldía frente al centralismo. Rosario necesita alguien que la defienda, no que se esconda.

—¿Pullaro está en esa misma línea?

—Lamentablemente sí. Pensó que con diálogo lo iba a convencer a Milei. Fue 37 veces a Casa Rosada y no le dieron bola. Se lo advertimos: “No va a haber monumento, no va a haber obras, no va a haber nada”. Milei no cree en la gestión territorial. Lo dijo él mismo: “Yo manejo la economía, lo demás no me interesa”. Gobernar Santa Fe es plantarse frente al centralismo porteño, no pedir permiso. Pullaro tiene que entender eso.

—¿Qué se juega en la elección del 29 de junio?

—No se elige intendente. Esa es la primera verdad que hay que decir. Se eligen concejales, y muchos candidatos mienten en campaña. Eso debería alarmarnos. La gente votará al que mejor interprete lo que le pasa, no al que prometa camionetas para la Policía cuando eso ni siquiera es potestad municipal. La política no puede seguir basada en spots diseñados desde Buenos Aires. Nosotros decimos la verdad, y caminamos cada barrio. Hace quince años que estamos ahí, no aparecimos de golpe. Rosario necesita representantes con historia, con coherencia, con coraje.