En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, analizó lo que dejó el fallo de la jueza de Nueva York, Loretta Preska, que ordenó al Estado nacional entregar a fondos buitres YPF y cómo reaccionó a esta noticia el Gobierno de Javier Milei. “¿Cómo un presidente se pone en contra de su país?”, se preguntó en un contexto en el que aseguró que el presidente puede ser fácilmente acusado de traición a la patria.
El editorial de Víctor Hugo Morales
¿Cómo un presidente se pone en contra de su país? ¿Será el mismo esquema mental que le permite admirar a Thatcher?
¿Cómo avala un fallo absurdo, colonial, imperialista, bochornoso, injusto y ladrón? ¿En qué novela de traiciones se puede leer una realidad tan patética como la de Milei?
Les voy a leer algo: "La petrolera YPF obtuvo una ganancia de 4.654 millones en 2014 de la mano del fuerte crecimiento del megayacimiento no convencional de Vaca Muerta”. Acabo de leer Energía Online y Página|12 con igual información, publicada en marzo de este año.
La mafia de Clarín —antes de la pelea con Milei para quedarse con Telefónica vía su poder de extorsión— decía que YPF ya valía mucho más que antes de la expropiación.
El 7 de enero de este año, el diario se ufanaba situando el valor en los 20 mil millones de dólares. "Ya vale más de 20 mil millones", decía. Infobae calculaba la cifra de 25 mil millones para dentro de un año y medio. Imagínense dentro de 10 años. Cuánto hay para ganar ahí.
Anoche sus misiles televisivos apuntaron a Kicillof, en la pelea por quitarle al peronismo la provincia de Buenos Aires. Una catarata de cipayismo y aviesas observaciones, a sabiendas de la traición.
No puede haber un mortal con dos dedos de frente que dude sobre lo más conveniente para la Argentina, en términos económicos y soberanos.
Milei, pobrecito, vio también en la noticia un handicap interesante para explotarlo con el grosero vocabulario de siempre y su complacencia servil con los Estados Unidos, su refugio que tiene ante cada avatar económico del gobierno.
La andanada de los medios no reparó ni un instante en respetar la mínima inteligencia de sus seguidores. Milei se puso del lado del fallo y ya le dio la razón a la desvergonzada Preska, en su afán de atacar al gobernador. El que se anime a pensar en traición a la patria no será desautorizado fácilmente.
Pudo decir Milei —o la casta mafiosa— que nunca un estatuto privado puede estar por encima de una ley nacional, pero prefirieron adosarse al fallo electoralista de la jueza norteamericana.
Porque si hay elecciones, la señora Preska tiene algo para fallar. Ya lo hizo antes, en 2023. Y de paso, le da una mano a los privatizadores.
La corporación huele petróleo: anoche subía la nafta y el panorama puede ser propicio para lanzar la idea de otro desfalco contra el país, una privatización al uso Menem.
Hasta pelearse con Milei por Telefónica, los del grupo resaltaban la inversión, la “encomiable” labor del gobierno. Empleo, inversión y crecimiento, como acabamos de escuchar decir a Macri. Que dicho por él suena falso, pero es lo que ocurría.
Milei iba fenómeno hasta que se animó a darles contra con lo de Telefónica. La única carta que juegan ahora es el martirio de CFK, porque Milei tiene escrita la única verdad de su vida: que el Grupo es una banda de estafadores. Basta abrir su Twitter de Milei.
Entonces, quieren que Milei gane porque no tienen más remedio. Otro no les queda. La celebración azul y roja de la patria zocalera y la predisposición mercenaria de Milei coparon la noche.
En el New York Times deben haber titulado que tan malo no será el fallo de Preska si el principal diario y el presidente de la Argentina lo celebran. Trágame tierra.