Desde Rafaela

Un "milagro teatral". Es cerca de la 1 del viernes, termina la última función del día -maratónico día, como todos, con hasta siete obras programadas una detrás de la otra-, y, en el saludo, alguien del equipo del espectáculo define con esas palabras al Festival de Teatro de Rafaela (FTR). Podría haber dicho lo mismo cualquiera de los involucrados en este encuentro, porque la sensación es compartida por artistas locales y de otros puntos del país, organizadores, periodistas y público. Esta edición se vive con especial  intensidad, y las razones son dos: por un lado, el festival cumplió 20 años y ha logrado convertirse en una referencia a nivel nacional (el mejor en su tipo). Por el otro, estos días a puro teatro transcurren en medio del ataque del Gobierno al organismo que fomenta la actividad en todo el país. Se respira un clima de resistencia. Rafaela parece un paraíso salvado de tanto afán y goce de destrucción cultural.

Todo lo que está a mi lado, instalación urbana de Fernando Rubio.

Durante seis días, de martes a domingo, La Perla del Oeste -ciudad ubicada en el centro-oeste de la provincia de Santa Fe, conocida por su actividad industrial y el turismo carretera- se vio profundamente alterada por el acontecimiento. Las plazas -y las escuelas, cuando el clima no acompañaba- se llenaron de niños y niñas que asistían a espectáculos de circo y otras actividades. Jóvenes y adultos -incluso personas muy mayores, con sus bastones- se desplazaban por las 16 sedes para ver obras muy diversas. Lo aceptaban todo: propuestas convencionales y otras bien experimentales, como Todo lo que está mi lado, la famosa intervención urbana de Fernando Rubio que se dirige a un solo espectador recostado en una cama junto a una actriz. En este caso la hicieron siete actrices de Rafaela. El ritual generó sorpresa y desconcierto entre quienes no estaban enterados de su existencia y mucha emoción en quienes se sumaron.

En las distintas propuestas, el entusiasmo del público era notable en las caras, en los largos aplausos de pie, en las risas ruidosas que obligaban a los actores a elevar la voz, como le sucedió a Analía Couceyro (de Las Moiras), quien compartió la anécdota de haber quedado disfónica en una de las rondas de devoluciones que se hacían cada mañana en el Viejo Mercado. El público se entregó a sucesos del teatro independiente como Seré y Los bienes visibles y disfrutó de la presencia de artistas conocidos y queridos como Leonor Manso (Cae la noche tropical) y Luciano Cáceres (Muerde). Entre muchas otras, algunas de las obras programadas fueron Ha muerto un puto, de Gustavo Tarrío; Patti Smith, de Patricio Abadi; Flota. Rapsodia santafecina, de Compañía Hasta las Manos; Amanuenses, de Costanza Feldman; y Las tres hermanas, versión libre de David Picotto.

"El teatro está desde los inicios de Rafaela, por la inmigración italiana, que abría sociedades en donde se hacía teatro y música. Hay una historia que el festival potenció", contextualizó Gustavo Mondino, director artístico del evento, quien además presentó su obra Una canción para siempre. Buena parte de la comunidad de Rafaela adora el teatro. Cuando comienza la venta presencial de entradas hay quienes hacen fila desde las cinco de la mañana. El FTR arranca con un 90 por ciento de las localidades vendidas. Es una instancia signada por el esfuerzo de sus hacedores y la efusiva respuesta de la comunidad, que año tras año la valida y defiende. 

Los bienes visibles, de Juan Pablo Gómez, suceso del teatro independiente porteño.

Por eso, en esta oportunidad, el rechazo al decreto 345, que vacía de sentido al Instituto Nacional del Teatro (INT), se sintió todo el tiempo. En las salas, con mensajes al finalizar las funciones; en las rondas de devoluciones -conversaciones públicas entre la prensa y artistas-; en los actos oficiales. Hay una triste paradoja: de alguna manera, el INT puso la semilla que dio origen a esta fiesta, porque un año antes de la primera edición, en 2004, se había realizado la Fiesta Nacional del Teatro en el lugar. La respuesta de los rafaelinos impulsó a las autoridades municipales a la realización de un encuentro anual y local, que recogió también, por supuesto, la motivación y las ideas de los teatristas de la zona. 

El contexto actual es distinto. Un signo de época se percibía apenas dejar la terminal para dirigirse a las prolijas e impolutas calles del centro: personas en situación de calle, que años atrás no era común ver en Rafaela. "No es que falte trabajo, pero no alcanza", explicaba el jubilado que conducía el remis. Una cosa no está separada de la otra. En lo que respecta a la cultura, este es el segundo año consecutivo en que el FTR, organizado por la Secretaría de Educación y Cultura de la Municipalidad de Rafaela, con cogestión del Ministerio de Cultura de Santa Fe, se desarrolla sin apoyo del INT

"Desde Rafaela le decimos a todo el país que esto es lo que hay que hacer", expresó el intendente Leonardo Viotti en el acto de cierre este domingo, en el Cine Teatro Municipal Manuel Belgrano, antes de que los Sutottos -ya conocidos en la ciudad- pusieran el broche de oro con la desopilante Feliz día. "Fueron seis días hermosos en los que pudimos disfrutar de 30 obras y 56 funciones, con cientos de artistas. Lo lindo es cómo el festival hace crecer la cultura en Rafaela. Su existencia en este momento difícil es una decisión política que se logra gracias al esfuerzo conjunto de muchas personas: empleados municipales, productores, instituciones, el gobierno de la provincia de Santa Fe y las empresas que acompañan”, dijo, y cerró con la promesa de la edición número 21 para el año próximo. 

Los Sutottos cerraron el FTR con Feliz día.

Sacó algunas lágrimas un video que se vio antes, con un resumen de lo que había pasado en la semana. "Hace 20 años que nos vemos. Trato de ver lo más posible. Voy ahorrando para esto", expresaba una espectadora en el corto. Una joven definió al festival como una suerte de "beatlemanía". Un hombre contó que había llegado de otra ciudad, San Francisco, junto a sus amigos, especialmente para ver teatro, algo que también es habitual -incluso ha llegado gente de otras provincias y países-. Daba ternura escuchar a los nenes opinar sobre los espectáculos que habían visto con toda su sinceridad.

Las filas para las entradas, la presencia del teatro en tantos espacios -la calle, las plazas, la estación del ferrocarril, el Museo Histórico, el espacio deportivo donde se instaló un Museo Aerosolar, la universidad nacional, aparte de grandes teatros como el Lasserre y centros culturales independientes como La Máscara-; los múltiples lenguajes abarcados; las innovaciones -como el teatro para bebés, en este caso-; el fomento a la formación y el trabajo de artistas locales con laboratorios coordinados por referentes del ámbito son algunos de los ejes que el video recorrió. Incluyó, además, este tipo de conclusiones: "En las rondas de devoluciones muchos elencos locales se reconocen hijos del festival"; "hay chicos que crecieron con él". "Debería haber un festival así en cada provincia", postuló el actor Patricio Aramburu.

“El festival era algo que veía desde muy chica y jamás imaginé que iba a formar parte, mucho menos estar arriba del escenario. Es un espacio seguro para expresarnos”, contó a este medio Victoria Gutiérrez, de 20 años, actriz y estudiante universitaria, quien participó de la obra Error de conexión en la UNRaf. "Hubo años en los que asistíamos  a casi todas las funciones, pero terminábamos agotados mentalmente porque no se terminaba de digerir el mensaje y nuestro análisis", aporta Jorge Frana, uno de los espectadores históricos, ingeniero agrónomo, que el año pasado se involucró también en una producción y así conoció las rondas de devoluciones. Ahora asiste, también, a esos intercambios. "Mientras podamos, seguiremos festivaleando”, asegura.

El caluroso domingo por la tarde, en la Plaza 25 de Mayo, Yo vi tu corazón -programa provincial itinerante, con teatro y una instalación artística y performática- convocaba a muchas familias que llegaban con reposeras y mate. Mondino sonreía: "Recibo mucho cariño de la gente, eso es muy lindo. Este año algo del festival decantó con mucha fuerza. Hubo mucho agradecimiento y celebración por el contexto en el que estamos; la gente no es ajena, y pide que por favor siempre tengamos el festival en Rafaela. La comunidad tiene a este festival en su corazón".