Tras haber estado en la cárcel, un grupo de mujeres creó una lavandería, con asesoramiento de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), que les permitió contar con una salida laboral formal y una fuente de ingresos, en el afuera. Se trata de una cooperativa que funciona en la ciudad de Santa Fe, donde trabajan unas diez mujeres -no todas estuvieron detenidas- con un servicio que comenzó a gestarse en la Unidad 4, y que funciona desde fines de 2022 como ejemplo de la importancia de trabajar y acompañar iniciativas en contextos de encierro, con perspectivas hacia el afuera, para una reinserción social real. "Te ayuda a lograr y generar cosas tanto en el hogar, como en la calidad de vida", aseguran desde la cooperativa sobre el significado del trabajo formal.
Manos Libres comenzó a armarse en 2020, mientras sus integrantes estaban detenidas en la unidad penitenciaria N° 4. La posibilidad surgió de un programa de extensión de la UNL, que brinda asesoramiento legal y económico a las personas privadas de su libertad. Hoy, la lavandería está ubicada en Urquiza 3186 en la ciudad capital, y funciona de lunes a viernes, de 8 a 17.
Sandra Valdez, presidenta de la cooperativa, recordó que todo comenzó con un grupo de chicas que estaba con salidas transitorias, y ante la idea de una de las internas, "para gestionarse un trabajo para cuando saliera, con un lavadero. Adentro ya funcionaba uno artesanal. Y ahí comenzó el acompañamiento por parte del equipo de reinserción social y la Dirección General del Servicio Penitenciario”.
Ante esa idea, hubo reuniones para guiar a quienes formarían parte de la cooperativa e inculcarles esta nueva forma de trabajo. En ese momento, comenzó a trabajar con ellas un equipo de la UNL, del área de Trabajo Social. “En esas reuniones surgieron varias cuestiones que dieron inicio al proyecto, como el nombre”, recordó Sandra.
En ese sentido, señaló que “los primeros pasos fueron importantísimos” porque definieron qué actividades iban a realizar y cómo, en lo que tiene que ver con el lavado, planchado, y otras técnicas artesanales como el blanqueamiento y desmanchado de telas, que no es común. Por eso, destacó la "voluntad" que ponen en el trabajo las compañeras, ya que hay prendas que incluso se lavan a mano. Hoy reciben trabajo desde empresas, hoteles, clubes, sindicatos, escuelas, jardines y otros espacios.
“Lo que buscamos primero fue un lugar y las máquinas”, recordó Valdez sobre los primeros lavarropas. “El espacio lo conseguimos gracias a una gestión del Centro de Políticas Participativas, que nos ayudó a encontrar un alquiler en comodato en calle Alberdi hasta que nos mudamos a la ubicación actual”.
Por esos días, recuerda que la inversión inicial fue de unos 200 mil pesos para comprar lavarropas comunes y algunos secarropas y planchas. En la actualidad, ya cuentan con equipos industriales. “Hoy tenemos muchos gastos pero también podemos cubrirlos y, con el restante, pagar el trabajo a las 10 mujeres que forman parte de la cooperativa”, sostuvo. Además, indicó que no todas las compañeras estuvieron en contexto de encierro, sino que además hay mujeres que atravesaron, en algunos casos, situaciones de vulnerabilidad.
"Te da una independencia, te ayuda a lograr y generar cosas que antes no se podía, tanto en el hogar como en la calidad de vida. Desde 2022 hasta ahora, fue el día a día, y hoy podemos decir que competimos en el mercado y que nos eligen", valoró Sandra. "Somos responsables inscriptas, y muchas veces cuesta, por la realidad misma de todos los comercios", dijo; y recordó que para llevar adelante el proyecto tuvieron otros desafíos: "Hemos sorteado también los tabúes, la estigmatización y pudimos hacerlo".
Desde su creación, la cooperativa fue reconocida dos veces por la Cámara de Diputados de la provincia, la última vez, como "mujeres destacadas". Además, a través de la universidad llegaron desde Chile, Uruguay, Brasil y México a conocer la experiencia.
Sandra relató también que a través del ministerio de Ciencia y Tecnología hicieron "una alianza con una cooperativa de Rosario, Manos que hacen espuma, que producen aceite ecológico. Hicimos una pruebas para blanqueamiento y lavado a mano y estuvimos presentando este trabajo y lo que es la economía circular en CABA. En los próximos días estaremos presentando esta unión de cooperativas frente al Conicet, porque trabajamos con ingenieros químicos y demás. No dejamos de trabajar, siempre estamos innovando", dijo.
Con todo, remarcó la importancia del trabajo intramuros para la reinserción social una vez que la persona recupere la libertad, tanto en relación al estudio como a la capacitación en oficios. Y sobre el rol de la universidad aseguró que es "sumamente importante porque llega a lugares donde se puede ver la realidad".
Asesorar y acompañar
Desde la UNL señalaron la semana pasada que el equipo universitario está compuesto por profesores y estudiantes de Derecho, Trabajo Social y Ciencias Económicas, con aportes en la definición de objetivos, metodologías de trabajo, asesoramiento legal y económico, diseño de costos y roles dentro de la cooperativa.
Julio Tealdo, director del Programa de Economía Social y Solidaria de la UNL, indicó que siempre acompañan proyectos de la ciudad y la región en lo que tiene que ver con el cooperativismo y el asociativismo. “Pensamos el asociativismo como una forma de inserción laboral”, sostuvo.
En este caso, el acompañamiento de la UNL fue más fuerte al principio, para ayudar a que la cooperativa se forme y se organice. “Luego vamos dando asesoramiento en los casos puntuales en que necesiten ayuda para resolver problemas o desarrollen nuevos proyectos”, agregó Tealdo.
“Desde la Universidad vemos como una obligación apoyar estos emprendimientos que son los más vulnerables económicamente hablando, no se solventan solos". Por eso, destacó: "Es muy importante la ayuda de la Universidad y el rol que ocupa en su trabajo del día a día”.