El equipo económico empieza a trastabillar con su estrategia monetaria y la incertidumbre de los inversores aumenta semana a semana. En la última colocación de deuda en moneda local quedaron billones de pesos sin refinanciarse. El Banco Central y el Tesoro anunciaron medidas precipitadas para absorberlos y la sensación del mercado es que reina la improvisación. Se desplomaron las acciones y los bonos soberanos.
Los funcionarios se mueven con una única misión de cortísimo plazo: buscan sostener el tipo de cambio quieto hasta las elecciones a costa de ofrecer tasas de interés cercanas al 70 por ciento y reciclar la bicicleta financiera. El problema es que esta estrategia genera un círculo vicioso: un plan bomba.
El gobierno se empecina en hacer experimentos monetarios y los resultados no parecen acompañarlo. Un ejemplo es que hace un mes anunció el desarme de las letras de liquidez LEFIs y alimentó un esquema de fuerte volatilidad para las tasas de interés que provoca confusión en el mercado.
El punto más crítico de este desaguisado monetario se registró a mitad de la semana pasada con una licitación de deuda traumática que dejó más de 6 billones de pesos sin renovarse. El equipo económico reaccionó de forma totalmente arbitraria y sorpresiva a este resultado y llamó para este lunes a una nueva colocación de urgencia que no estaba en el cronograma.
“En una situación con ruido electoral lo último que vamos a hacer es dejar que vayan pesos al mercado. El mercado pricea un riesgo político, el fantasma de que vuelva el mal y el caos”, plantearon en el equipo económico para justificar el paso en falso de la semana pasada. Sin embargo, los consultores consideran que más que ruido político hubo falta de pericia.
En el mercado consideran que la improvisación no se explica únicamente a partir del llamado por redes sociales a una nueva colocación de deuda para este lunes. Las últimas medidas del Banco Central también recibieron críticas, en especial por la suba de los encajes y el aval para usar bonos del Tesoro como encajes remunerados. Una especie de salvavidas del Banco Central para ayudar al gobierno a renovar su deuda en pesos.
Los inversores miran con mucha cautela este desorden y falta de planificación. Se enfocan en dos puntos que son contradictorios. El gobierno afirma que la inflación va rumbo a ser del cero por ciento. Pero emite nueva deuda con una tasa de interés del 70 por ciento, no consigue que le presenten y tiene que lanzar medidas de urgencia para recuperar el financiamiento.
La conclusión no requiere un doctorado del MIT ni de Chicago. El relato de la macro ordenada dejó de ser efectivo y no despierta confianza. La política cambiaria y monetaria genera grandes interrogantes y una vez que pasen las elecciones de octubre se hace cada vez más difícil entender cómo podrá resolverse la expectativa de devaluación, la amenaza latente de un salto de los precios y el parate de la industria y la economía real.
La caída de las acciones y bonos al cierre de la semana pasada reafirma este malestar. Algunas empresas llegaron a caer hasta 9 por ciento el jueves pasado, luego de la colocación de deuda fallida, los anuncios desorganizados del Tesoro y el apretón extra que lanzó el Banco Central. El viernes no hubo operaciones en la bolsa porteña por el feriado y fin de semana largo.