En su quinto disco de estudio, Rupestre (2025), el cantante y compositor Jerónimo Verdún entrega once canciones originales que conectan directamente con la tradición del rock argentino, un territorio cultural amplio, diverso y abarcativo. “Para mí el rock argentino es un compendio que incluye también la zamba, la chacarera, el tango y la música rioplatense. Tiene que ver con el ADN argentino”, sostiene Verdún. Lo hace, además, a través de un viaje musical colaborativo: en el disco participan cincuenta músicos, entre instrumentistas y cantantes con peso propio. Entre ellos, aparecen el maestro y pionero del rock argentino Litto Nebbia, Tavo Cortés de Sig Ragga, Nahuel Pennisi y Cristian Capurelli. “Haber grabado con cincuenta músicos es una rareza. Es un disco que se produjo solo, porque cada uno grabó lo que quería”, sintetiza Verdún, que presentará el disco este jueves 21 de agosto a las 20 en Liverpool Club Palermo, Cabrera 4255.

“Muchos de los músicos son amigos y a otros no los conocía. Eran mini caprichos y gustitos que me quería dar grabar con gente que me gusta cómo tocan, como Hernán Jacinto –en ‘El día que despiertes’-, y sumarlos en las canciones que creía que iban a hacer un aporte subjetivo y bello”, cuenta Verdún. “Todavía”, por ejemplo, es una canción dedicada a Luis Alberto Spinetta en la que sumó su voz Pennisi. "Un pájaro que se llama Manuel", por caso, es una bellísima canción en la que participa Nebbia. “No sabía cómo llegar a él, me parecía un tótem, una persona inalcanzable. Después me di cuenta de que no, todo lo contrario”, confiesa el cantautor. En "Dejándote crecer" colabora Tavo Cortés, en la chacarera "A mi tranco" se suma el pergaminense Capurelli y el batero Tomy Sainz hace su magia en “Cómo sería desaparecer”.

Las canciones están ordenadas en torno al concepto rupestre, que cohesiona con la pintura del arte de tapa realizado por Panchopepe. En la imagen, un antiguo hombre en una caverna evoca con su pintura a su presa, un búfalo. Se ve el fuego encendido, un hacha y una luna imponente de fondo. Pero hay un elemento disruptivo y contemporáneo: un actual tenedor de cocina. De alguna manera, la imagen refleja lo esencial, lo artesanal, lo primitivo. Según Verdún, remite a otras cosas también. “Hay un detalle no menor en el disco: son todos varones los que grabaron. Me di cuenta en un momento que había hecho una lista de 49 músicos varones y me pareció loco porque para mí tiene mucha importancia el feminismo en la agenda cultural argentina en este momento y siempre”, resalta.

“Cuando empezamos a elaborar el concepto a Panchopepe yo le mencionaba todo esto –continúa-. Hay algo que tiene que ver con la reconexión de la sensibilidad. El hombre está trabado culturalmente en un lugar de fuerza de trabajo, de rudeza, de sostener y ser fuerte. 'Un hombre no llora, no se emociona, porque esa no es su labor'. Yo también crecí con esa lógica. Pero estos cincuenta hombres que comprenden el disco son sensibles. Rupestre es el arte más primitivo, la cosa más visceral y sanguínea. El tipo de la portada está dibujando algo hermoso después de venir de cazar. Ese hombre conecta con la delicadeza y la sensibilidad”.

-¿Es importante una canción como "Tan lejos de los árboles" dedicada a la naturaleza y a la especie humana en este presente social, político y cultural?

-Me parece un desastre lo que está sucediendo y la negación del cambio climático es abrumadora. No estoy de acuerdo con el presidente que tenemos. Esta canción refleja a la naturaleza gritándonos. Tenemos que tener más conciencia de lo que estamos haciendo con el planeta. La escribí antes de ser padre, en 2018, y ahora es mayor mi enojo con los terraplanistas y negacionistas del cambio climático, como el imbécil de Milei.