En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, cuestionó el silencio del presidente Javier Milei frente a los escándalos de corrupción en la ANDIS y aseguró que ni siquiera se anima ni siquiera a mentir por miedo a "derretirse" públicamente, abandonando tanto a sus votantes como a su retórica de insultos y odio, y sugiriendo que se esconde detrás de la puerta "como un chico asustado" esperando que pase el "ruido" mediático.

El editorial de Víctor Hugo Morales

No habla Milei. No dice esta boca es mía, Milei. No se anima ni a mentir, tiene miedo de derretirse o prenderse fuego delante de la gente. Algo le va a pasar con esa mentira. Y uno piensa en los propios seguidores del personaje. No en nosotros. No precisamos nada, Milei.

Pero, ¿su gente, Milei? Esos votantes con el alma rota que lo apoyaron? ¿No les vendría bien unas palabras, aunque sea de ocasión, como al pasar? Pobres tipos esos. Porque para votar a Milei ya venían caminando torcidos, con el viento de la vida de costado, mal.

Pero ahora, insultantes y groseros como son los derechosos, ¿quién les da una mano para mantenerse en pie? A sus consignas, bravuconadas y falacias aprendidas de la mafia de Clarín, ¿quién las alimenta? Como verá... hasta el diario está en contra. Entonces, ¿qué hace el desgraciado personaje que le creyó a usted, Milei?

Escuchamos en la apertura a Valentina Bassi: “Mientras quitaban derechos se estaban armando tremenda fiesta”. ¿Usted podría retrucarle, Milei? ¿Meterle un tuit como a Ian Moche, por ejemplo? ¿Acusarla de algo? ¿Por qué se queda quieto?

Valentina es ideal. Es buena gente, es libre, es luchadora, tiene un hijo con autismo. Es esa la gente con la que normalmente usted se encabrita, Milei. ¿Qué le pasa ahora?

La corrupción le camina por arriba, es una pesadilla. Sube por el esternón como un vómito. La hermana, ¿duerme? ¿Quién lo grabó a Spagnuolo?

Clarín hoy ensucia con su pestilente olor a azufre a varias personas. Las nombra, después dice que no, que fue otro. ¿En serio Spagnuolo no se acuerda a quién le contaba cosas? Pero claro, ¿de qué le serviría saber cómo fue?

El asunto es otro. Es un ladrón al que le han dicho como en las películas: “Cualquier cosa que diga puede ser utilizado en su contra”. Entonces, no habla Milei. Espera que pase como un chico asustado detrás de la puerta. Que se vaya el “ruido” del que habla la mafia de Clarín.

No dice la palabra corrupción. Y eso es algo, Milei. Van cinco o seis días y no la dice. No descubrieron la palabra corrupción todavía. Así que hace bien, Milei, no hable. Quédese escondido detrás de la pancarta de “los K”. La cobardía es buena consejera, a veces.