Cuando el presidente Milei hablaba de cerrar el BCRA y dolarizar, implicaba entregar nuestra política monetaria a EEUU. Al migrar los pasivos del BCRA al Tesoro, la política monetaria migró al Ministerio de Economía. La liquidez pasó a depender de las licitaciones, un instrumento torpe para tal fin. Al no resolver la presión cambiaria, el paso siguiente fue migrar la política monetaria del Tesoro argentino al Tesoro norteamericano.

Scott Bessent venía comportándose de forma extraña. Primero voló a Buenos Aires. Luego tuiteó promesas. Después, las reuniones de las comitivas sin traducción con Donald Trump. Finalmente terminó poniendo los dólares. El paquete que presentó incluía compra de pesos, dólar futuro, compra de bonos (en el mercado primario y/o secundario), eliminación (fugaz) de retenciones, un préstamo directo del Tesoro, recompra de deuda por organismos, un swap y organizar préstamos con bancos. Bessent está al comando de la política económica argentina.

Solo el swap y el préstamo de cuatro bancos sumarían 40.000 millones de dólares. Federico Furiase, director del BCRA, se entusiasmó contando estos dólares, y predijo un tipo de cambio de 600 pesos (hoy el minorista está 1.500). Es discutible contar las reservas brutas sin contemplar de quiénes son, pero más temerario es contar los dólares que no están. Este swap fantasma solo aparece en las reservas cuando se activa cada tramo, autorización de EE.UU. mediante. Trump dijo que solo va a ayudar si gana Milei. Es como el puntero que da una zapatilla al votante, y luego le entrega la otra, si demuestra que votó bien.

Por su parte, el préstamo de los cuatro bancos quedó a la espera de que alguien (EE.UU.) ponga una garantía para jugársela con 20.000 millones de dólares en una economía estancada y al borde de una crisis de deuda. Sobre todo tras escuchar el alentador “se están muriendo” de Trump. En Gaza se están muriendo. Los argentinos están viajando a Miami con el dólar barato de Bessent. Desde abril han comprado 18.000 millones de dólares, casi todo el préstamo del FMI.

Lo que Trump no puede hacer con Powell en la FED lo hace en nuestro país, como pancho por su casa. Según estimaciones, las compras de pesos de Bessent ya podrían rondar el 10% del circulante (billetes y monedas) en poder del público, la misma cantidad que el total del circulante en todas las entidades financieras de la Argentina.

No está claro qué va a pasar después de las elecciones. De hecho, ¿cómo se va a revertir? A diferencia del sector privado, que está atomizado y sus decisiones muchas veces se compensan, Bessent tiene el poder de devolvernos de golpe los pesos en una sola operación –la bomba de Bessent-, disparando una corrida a un eventual gobierno de la oposición. 

En sus años mozos, Bessent doblegó al Reino Unido junto a Soros. El manejo de nuestra política monetaria por parte de una potencia extranjera a través de un banco privado es un resquicio legal que implica un atentado a la soberanía y la seguridad nacional y amerita una regulación sumaria en un próximo gobierno.