Carlos Carrascosa, viudo de María Marta García Belsunce, presentó una demanda contra el Estado argentino y a la provincia de Buenos Aires ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Busca que ambos sean condenados por haberlo privado injustamente de su libertad y por las consecuencias personales y sociales derivadas de una condena errónea. “Quiere que se los condene a reparar el daño que se le ha hecho con una condena errónea”, explicó su abogado, Fernando Díaz Canto. La presentación formaliza una batalla que Carrascosa libra desde hace más de dos décadas: limpiar definitivamente su nombre y dejar en evidencia al sistema judicial que durante años lo señaló como el asesino de su esposa.
El reclamo se presentó al cumplirse 23 años del crimen de María Marta García Belsunce, ocurrido el 27 de octubre de 2002 en el country El Carmel, en Pilar. Fue uno de los casos policiales más conmocionantes de la historia reciente argentina, tanto por la brutalidad del hecho como por el laberinto judicial que le siguió. La resolución llegó recién en 2024, cuando la justicia bonaerense confirmó la condena a prisión perpetua de Nicolás Pachelo, vecino del matrimonio y principal sospechoso durante los primeros años de la investigación.
El crimen que lo cambió todo
María Marta García Belsunce, socióloga y miembro de una reconocida familia de San Isidro, fue hallada muerta en el baño de su casa. El primer diagnóstico médico habló de un “accidente doméstico”: una caída en la bañera que habría provocado un golpe en la cabeza y posterior ahogamiento. La familia aceptó esa hipótesis y organizó el velorio y el entierro sin imaginar que, semanas después, la autopsia revelaría algo impensado: María Marta había recibido seis disparos en la cabeza.
A partir de ese momento comenzó un proceso judicial plagado de irregularidades, filtraciones y versiones contradictorias. La fiscalía, en lugar de indagar en las pistas externas, se concentró en el entorno familiar. En 2009, Carlos Carrascosa fue condenado a prisión perpetua por “homicidio agravado por el vínculo”. El fallo lo señalaba como autor o encubridor del crimen, pese a la ausencia de pruebas directas que lo vincularan con los disparos.
Carrascosa pasó seis años preso en el penal de Campana y luego fue beneficiado con prisión domiciliaria en un country de Escobar. Desde allí siguió la batalla judicial para demostrar su inocencia. En 2014, la Cámara de Casación bonaerense ordenó revisar la condena y, dos años después, el Tribunal de Casación Penal lo absolvió definitivamente. La sentencia consideró que no existían elementos que lo situaran como autor ni partícipe del asesinato, y que la investigación inicial había estado viciada por prejuicios y errores. El fallo abrió un nuevo capítulo: el de la búsqueda del verdadero asesino.
De la sospecha al veredicto
Recién en 2022 comenzó un nuevo juicio oral en el que fueron imputados Nicolás Pachelo --vecino del matrimonio García Belsunce-- y dos vigiladores del country El Carmel, Norberto Glennon y José Ortiz. La fiscalía sostuvo que Pachelo había ingresado a la casa para robar y, al ser sorprendido por María Marta, la asesinó a balazos para asegurar su impunidad.
El 2 de diciembre de 2022, el Tribunal Oral Criminal N° 4 de San Isidro absolvió a Pachelo del homicidio por mayoría, al considerar que las pruebas eran “indiciarias” y no alcanzaban para una condena. Sin embargo, lo sentenció a nueve años y seis meses de prisión por una serie de robos cometidos en countries de la zona norte entre 2017 y 2018.
La absolución generó indignación entre los familiares de la víctima y entre quienes habían seguido el caso durante dos décadas. Pero la historia no terminó allí. En marzo de 2024, la Sala I de la Cámara de Casación bonaerense revisó la sentencia y, por unanimidad, revocó la absolución. Los jueces consideraron probado que Pachelo mató a García Belsunce “para procurar la impunidad del robo que estaba desarrollando en el domicilio de los damnificados”. En su fallo, afirmaron que “la muerte aparece como una rápida derivación de un hecho originalmente encaminado a la sustracción de cosas ajenas, faena atravesada por el fatal encuentro en la planta superior de la casa con el ladrón conocido”.
De esa forma, después de más de veinte años de incertidumbre, la justicia determinó que el asesino fue el vecino al que Carrascosa había señalado desde un principio. Pachelo fue condenado a prisión perpetua y trasladado a un penal de máxima seguridad, donde cumple la pena.
La reparación pendiente
Con esa confirmación judicial, Carrascosa, hoy de 79 años, decidió avanzar en la demanda internacional. Su objetivo no es solo económico, sino simbólico: que el Estado reconozca que fue víctima de una condena injusta y de un proceso plagado de irregularidades. Según su abogado, el monto de la reparación “aún no está determinado”, pero el reclamo apunta a “la reparación integral del daño moral y material sufrido”.
Durante años, Carrascosa sostuvo su inocencia incluso cuando los medios lo convirtieron en el rostro visible de un caso teñido por la sospecha y el morbo. En entrevistas posteriores a su absolución, afirmó que había sido “el preso más famoso de la Argentina sin haber hecho nada”. La justicia, sin embargo, demoró casi dos décadas en coincidir con él.
El caso García Belsunce fue un punto de inflexión en la relación entre los medios y el Poder Judicial. Expuso cómo la presión mediática puede condicionar las investigaciones, cómo la opinión pública puede moldear la narrativa penal y cómo las primeras hipótesis --aunque erróneas-- pueden cristalizarse como verdades.


