Los últimos datos de balance comercial y de cuenta corriente volvieron a poner el foco en la restricción externa, una característica estructural de la economía argentina y que se traduce en un vínculo directo entre el crecimiento potencial del nivel de actividad y la disponibilidad de divisas. En este sentido, en los primeros once meses del año la balanza comercial registró un déficit de 7656 millones de dólares (frente a un superávit de 1.935 millones de dólares en igual período de 2016), con su correlato en un estancamiento de las exportaciones y una suba interanual de 13,2 por ciento en las importaciones en cantidades (26,6 por ciento interanual en noviembre), en tanto la cuenta corriente exhibió un déficit de 22.476 millones de dólares.

Si bien el dato de noviembre y una cuenta corriente acercándose a un déficit de casi 5 por ciento del PIB encendieron las alarmas y, aunque es cierto que el aumento en el precio promedio de las importaciones profundizó el rojo del sector externo en el último año (explicando una tercera parte del deterioro), la dinámica externa es la consecuencia de una conjunción de factores que vienen arrastrándose en las últimas décadas. En el caso de las compras al exterior, el bajo nivel de integración de la industria local deriva históricamente en un salto en las necesidades de divisas cada vez que la economía comienza a crecer, a lo que se suma en los últimos dos años el levantamiento en las restricciones cambiarias, la apertura (muy moderada a nivel macroeconómico) en ciertos sectores, el atraso cambiario y los altos precios de los bienes y servicios locales que en muchos casos terminan generando desvío de consumo hacia bienes y servicios del exterior (como turismo emisivo o bienes de consumo durable). Debe tenerse en cuenta que, más allá de las correcciones en los últimos años, la economía se encuentra todavía en un nivel de actividad muy elevado en términos históricos. Síntoma de esto es que las importaciones per cápita a dólares de 2017 superan un 13 por ciento a las registradas en 1998, el mejor año de la Convertibilidad, aunque aún se encuentran 22 por ciento por debajo del record de 2011. 

No obstante, el escaso dinamismo de las exportaciones quizá sea uno de los desafíos más acuciantes de la economía. La canasta de exportación está compuesta en gran medida por bienes con escaso valor agregado cuya expansión de oferta está sujeta a cambios discretos en la frontera de posibilidad de producción global, y no tanto a las mejoras que pudieran obtenerse desde el lado de la productividad. Las exportaciones en cantidades se encuentran apenas por encima de 2009, e incluso por debajo de 2005. El atraso cambiario implícito en el esquema de metas de inflación con financiamiento en moneda extranjera del déficit fiscal compromete la rentabilidad de los sectores transables (algo que empieza a ser amortiguado en la foto con el movimiento del dólar en las últimas semanas), en conjunto con otros factores, como la ineficiencia del sistema tributario o los altos costos de logística y transporte vinculados al deficiente estado de la infraestructura en todo el país. En este sentido, y si bien el Gobierno a través de la reforma tributaria, el consenso fiscal con las provincias, el impulso a la obra pública y los programas PPP y el intento de cerrar acuerdos de libre comercio con otras zonas económicas apunta a ir encarando las trabas estructurales que frenan a los sectores transables, los efectos de estas medidas, aun de ser exitosas, recién comenzarán a verse en el mediano plazo y en forma gradual.  

El desafío será aprovechar la ventana de financiamiento que hoy ofrece el mundo y la todavía baja deuda en el mercado a PIB para continuar encarando estas reformas, a la vez que se brinden incentivos al desarrollo de los sectores más dinámicos, que permitan romper el estancamiento de las exportaciones; por otro lado, reducir gradual pero consistentemente el déficit fiscal y apuntando a incrementar la proporción de bienes de capital (orientados a estos sectores) en detrimento de bienes de consumo durable (cuya demanda es impulsada por el atraso cambiario y la disponibilidad de financiamiento bancario) dentro de la canasta de importación.

* Director y economista de EcoGo Consultores.