El honor de la muerte, la esperanza de la transformación y el recogimiento del homenaje, entre otras correspondencias y reflejos entre épocas y estilos: de esto se trata Bach Mirror, el disco en torno a la obra de Johann Sebastian Bach publicado por el sello español IBS Classical. El ensamble Musiques des Lumières, con la dirección de Facundo Agudín, y la participación de la mezzosoprano neozenlandesa Anna Wall y del barítono argentino Lisandro Abadie, propone dos cantatas de Bach, Ich habe genug BWV 82 y Vergnügte Ruh, beliebte Seelenlust BWV 170, introducidas respectivamente por transcripciones de Nimphes des bois (Déploration pour la mort de Johannes Ockeghem), de Josquin Desprez, y de Ye sacred muses, de William Byrd.

“En toda actividad humana se manifiesta una forma de homenaje a algo o a alguien. A menudo, a alguien que partió, y este álbum integra una serie de programas de Musique des Lumières que explora encadenamientos de epitafios, homenajes finales de compositores a sus maestros que han partido”, explica Agudín a PáginaI12. En Bach Mirror, Josquin invita a las criaturas fantásticas de los bosques a unirse al cortejo de Ockeghem; Byrd llama a las musas a “descender desde el cielo de cristal” pues Thomas Tallis ha muerto. Bach enmarca y aumenta en Ich habe genug la escena del anciano Simeón quien, reconociendo en el niño el elemento sobrenatural, entiende que su misión terrena ha terminado y que puede a su vez partir; en la cantata Vergnügte Ruh, Bach crea una luz particular que inunda su visión del paraíso como lugar de armonía. “Me interesaba además grabar estas cantatas con Lisandro Abadie, Anna Wall y Nathalie Gullung, con quienes me une una larga historia artística”, agrega el director argentino radicado desde hace décadas en Europa.

La obra de Després que da comienzo al disco, notable ejemplo de polifonía vocal del Renacimiento, está transcripta para instrumentos y deja de lado el texto que en el original es significativo. Esta es una de las varias “licencias” respecto a las tendencias “históricamente informadas” que Agudín se toma como intérprete del repertorio antiguo. “El texto de Nymphes de Bois está encriptado en la escritura polifónica, y tratamos de sublimarlo, materializándolo en una forma abstracta. Por lo demás, la práctica de la transliteración instrumental de la polifonía vocal tiene absoluta raíz histórica. En definitiva, el repertorio no ‘pertenece’ a nadie. La ‘autenticidad’ de una interpretación está estrechamente ligada a la eficacia de la transmisión, y depende de la profundidad de la relación con el material, de tener cosas para decir y de poseer los medios para poder decirlas”, asegura el director, discípulo de Pedro Memelsdorff y egresado de la Schola Cantorum de Basilea.

Durante este año, Agudín retornará a la Argentina para, entre otras cosas, ocuparse de los nuevos desarrollos del programa “Sinfónica Patagonia” de la Universidad Nacional de Río Negro. El músico impulsa junto a Musiques des Lumières programas de concierto y trabajos discográficos de notable variedad cronológica y estilística, como Mozart & Dürrenmatt, Proyecto Cortázar y la versión revisada de El emperador de la Atlántida, la ópera de Viktor Ullman. “Puede ser que en música, como en otras disciplinas, ciertas propuestas estéticas o sonoras sean percibidas como ‘licencias’. Se trata más bien de permisos respecto de las modas. Con Bach Mirror, nuestra orquesta puede cambiar el ángulo de mirada, pero no se toma licencias respecto del material”, explica.

La edición de Bach Mirror se complementa con un booklet que contiene, además de la información acabada sobre los intérpretes, escritos del musicólogo Esteban Buch y del mismo Agudín. En su texto, el director propone una nueva especialización transversal de la interpretación, con criterios más flexibles en relación a un historicismo a rajatabla. “Nuestro trabajo asume una posición deliberadamente transversal –asegura Agudín–. En nuestro territorio de búsqueda, una de las pocas constantes históricas realmente verificables es la heterogeneidad instrumental de los conjuntos orquestales. Por otro lado, lo que convenimos en llamar orquestas barrocas alude a proyecciones históricas del siglo XX y las orquestas ‘modernas’... ¡no tienen en realidad nada de moderno! Procuramos entonces construir unidad de lenguaje a partir de la heterogeneidad y la transversalidad.” 

–¿Cree que está terminando el ciclo del historicismo que marcó una tendencia en la ejecución de música antigua?

–No exactamente: el movimiento historicista colaboró con una revitalización de la práctica orquestal, abriendo nuevas ventanas sobre el conjunto del repertorio. Pero los movimientos se transforman y ese impulso renovador, con el correr de los años, se transformó en dogma. La fuerte especialización y la búsqueda de “literalidad” han aportado un tipo de foco que ha sectorizado el repertorio, las escuelas, los métodos de estudio y las formas de transmisión. El gran Reinhard Goebel comentó hace unos meses, en Berlín, acerca de la urgencia de “terminar con el fetichismo”. Hoy en día, el equilibrio entre foco y transversalidad inspira el trabajo de un creciente número de orquestas como Les Siècles, el Teatro de Perm, Les Musiciens du Louvre o la Orchestra of the Age of Enlightenment. 

–¿Qué queda entonces de la idea de “autenticidad” en una interpretación?

–El musicólogo norteamericano Richard Taruskin escribió en 1984 que una lectura será auténtica en tanto el intérprete “sepa lo que quiere decir y de dónde proviene ese conocimiento”. En el caso de un director, el control de los parámetros técnicos es un imperativo, tanto como la sinceridad en la aproximación al material. Ahondar en la división de músicos “antiguos y modernos” es una falsa disyuntiva: los músicos son serios o no. Esteban Buch consideraba a Bach Mirror “un verdadero programa de modernidad, que enuncia su singularidad en su manera de ir hacia lo antiguo para regresar al presente con oídos nuevos”. Nos parece fundamental que las orquestas de hoy en día puedan desarrollar los imprescindibles reflejos de lectura y ejecución que les permitan aventurarse, con autoridad artística, en el repertorio anterior al siglo XVIII. En mi opinión, una orquesta verdaderamente moderna debe ser capaz de tocar en una amplia variedad de estilos de manera competitiva en el escenario, en el foso o en estudio, de acuerdo a los estandares actuales.