Tres anuncios sobre un crimen, Three billboards outside Ebbing, Missouri según su título original, es una película imperdible que merece ganarse todos los premios Oscar, que sin ser de los hermanos Cohen, tiene una impronta innegablemente coheniana y muestra a la actriz Frances McDormand tan vigente como cuando protagonizó Fargo, dos décadas atrás. Pero, más allá del placer de ver buen cine, “Tres anuncios” nos invita a reflexionar sobre ciertas prácticas de comunicación política, especialmente sobre la vía pública.

Mildred Hayes es la madre de una adolescente víctima de femicidio, en una pequeña comunidad en el sur de EEUU, conservador y machista. Pasan los meses y la investigación del caso, en vez de avanzar, se estanca. Siguiendo su intuición, contrata tres carteles ruteros (“espectaculares” en la jerga), de un camino poco transitado desde que se construyó la nueva autopista. Piensa y redacta los mensajes –que no reproduzco para no “espoilear”– con precisión quirúrgica… y genera una revolución donde, creíamos, nunca nada ocurriría. ¿Cómo lo logra?

Los mensajes son breves: tienen que serlo, obviamente, porque ningún conductor se detendrá para leer. Interrogan, no afirman: a la hora de persuadir, las preguntas, si además son simples, son mucho más potentes, nadie puede evitar “llevárselas”. Y, cuando finalmente, producto de un proceso mental, se elaboran respuestas, esas respuestas son “propias” y no ajenas. No adjetivan, porque son los adjetivos los que deschavan nuestra ideología. En cambio, se limitan a describir o enumerar hechos, casi asépticamente, para que nadie quede afuera. Por último, y tal vez lo más importante en tiempos de grieta: no llevan firma, de manera que no son susceptibles de caer en el rápido encasillamiento mental en el que solemos acomodar los estímulos y mensajes entre amigos y enemigos.

Falta poco más de un año para el inicio de la próxima campaña electoral. El PJ/FPV/UC ha demostrado seguir siendo fuerte en el conurbano pero aún incapaz de mejorar su performance en las localidades del interior de la provincia de Buenos Aires. ¿Puede funcionar en Punta Indio, Benito Juárez o Rojas lo mismo que en Ebbing Missouri? Entiendo que sí.

Para aumentar el caudal de votos, tendremos que ir a buscarlos “de visitante” y no podemos hacerlo con los mismos recursos y estrategias que de local, sino conociendo y respetando las especificidades de cada distrito y cada sujeto social. Comunidades rurales, históricamente radicales o conservadoras, rotundamente divorciadas de nosotros desde la 125, en las que todos se conocen y lo político y lo personal son casi indisociables, no pueden ser abordadas de manera directa ni tradicional; requieren un poco de imaginación de nuestra parte. Las volanteadas y las mesas en las plazas están bien, pero ya comprobamos que no alcanzan. Las promesas incumplidas de la alianza gobernante nos dan un empujón, pero no basta con eso. Hay que saber aprovecharlo.

¿Qué pintaremos en los muros de esos pueblos? ¿Qué pondremos en los carteles de la avenida principal? La situación amerita ir más allá de “Macri gato” o “CFK 2019”, aún cuando estas consignas sean las que mejor nos expresan.

* Licenciado en Comunicación Social por la UBA y master en Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona. Miembro fundador de Grupo Nomeolvides.

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