Tienen 11 años. Dentro de poco, en 2023, podrán votar. Van a la escuela y muchos de ellos están por comenzar su sexto grado.

A lo largo de estos años de escolaridad podrán ir sintiendo más o menos curiosidad por la marcha del país, por los temas de la agenda política, social y económica. Vivirán con mayor o menor intensidad y crudeza los impactos de la realidad sobre la vida de su propia familia. En tanto sigan yendo a la escuela, lo cual es su derecho, estarán expuestos a lecturas, clases, pruebas, indagaciones, intercambios y búsquedas que podrán ampliar sus miradas.

Muchas veces se habló de la necesidad de una supuesta neutralidad u objetividad de los contenidos escolares, entendidas como apoliticidad: “política en la escuela, no”, algo que me gusta llamar la política de la no política. Hace pocos meses esta postura cobró carnadura cuando la desaparición de Santiago Maldonado y las acaloradas discusiones en torno de la pertinencia o no de que esa situación fuera tema en las escuelas.

Parece que algo saldó y hoy podemos celebrar que muchos de esos chicos de sexto podrán tener en sus manos el libro de Ciencias Sociales 6 Bonaerense de Aique Grupo Editor, que toma como contenido, por ejemplo, “El gobierno de Mauricio Macri”.

Claro que esa alegría por la invitación editorial al tratamiento en las aulas de la política y de la historia reciente se acabará en cuanto cualquier docente prevenido pase del título al contenido de la nota, que empieza diciendo: “A comienzos de 2015, la muerte del fiscal Alberto Nisman generó masivas protestas y los sectores opositores al Gobierno ganaron la calle. El fiscal Nisman había realizado una denuncia por encubrimiento de la investigación de la causa Amia.” Continúa afirmando que: “Ante el cambio en el humor social, el oficialismo recurrió a un candidato moderado para competir en la elecciones nacionales que se disputaron en octubre.”

Hay ahí una cantidad de conceptos a enseñar/aprender: fiscal, ganar la calle, encubrimiento, causa Amia, humor social. Vale.

Ahora bien, se toma una situación todavía no resuelta por la justicia, la muerte de Nisman, para señalar una relación causal con la elección de un candidato y, agrego a lo que cité textualmente, con una posterior derrota electoral de ese candidato. Pedagógicamente errado. Políticamente antojadizo.

Me pregunto, además, por qué una empresa privada editorial elige, en un texto escolar, alinearse dentro de una parcialidad política al pretender vender como una verdad neutra el tratamiento de un caso altamente politizado que todavía ni siquiera es cosa juzgada. ¿Será que hay lineamientos ministeriales al respecto? Lo creo posible aunque no lo puedo asegurar.

Hagamos escuela, hagamos educación como política de justicia, dicho esto en el sentido más amplio, pero no hagamos la trampa de querer hacer pasar una opinión vulgar por una transposición didáctica.

Las cabezas y los corazones de esos pibitos de sexto grado se están moldeando todo el tiempo. Lo sabe Aique, lo sabe Durán Barba, lo saben los ministros, lo sabemos los docentes. Todos disputamos sentidos.

Que la democracia, la política y la participación asienten en las aulas es una tarea compleja y respetuosa que no admite adoctrinamientos. Sí, en cambio, requiere proponer situaciones en las que los contenidos de estudio sean puestos en cotejo con la actualidad mediante la indagación de sus múltiples tramas y territorios; en las que los chicos participen de proyectos comunitarios y culturales; en las que tengan palabra y parte; en las que su curiosidad derive en deseo de aprender para poder; en las que no haya censura previa ni respuesta trucha para ninguna pregunta; en las que toda búsqueda requiera de trabajo cooperativo y respeto por los distintos puntos de vista.

Por estos días maestros y profesores tenemos que animarnos a dar lugar, por ejemplo, al abordaje en clases de cuestiones políticas tales como la causa AMIA, las paritarias, los precios de los alimentos, la actuación del policía Chocobar, la huelga de mujeres, el ataque armado en una escuela de EEUU, las inundaciones en Salta. Las distintas manifestaciones de la vida y de la muerte están presentes en los cotidianos escolares.

Pareciera, al fin, que nos pusimos todos de acuerdo: ya no se puede sostener que “este tema (esa cuestión, aquella historia, tal conflicto) no es algo propio de la escuela”. Pero ojo. Nuestra tarea como trabajadores de la educación será ayudar a los chicos a desconfiar de las posverdades, a leer entre líneas y detrás de líneas.

Ni las guerras, ni las drogas, ni la contaminación, ni los vaivenes de la economía, ni el delito, ni las cuestiones de género, ni la pobreza –por mencionar sólo algunas de las cosas que resuenan en los cuerpos y en las conciencias– son asuntos aplazables con vulgata textual. 

“Aique” ser limpios. Abuso intelectual de menores, no. No se puede.

* Director del Colegio de la Ciudad. Especialista en Educación.