Los fanáticos argentinos del tenis tienen un nuevo motivo para alegrarse. Es que el austríaco Dominic Thiem, número seis del mundo y ganador en la tarde de ayer por segunda vez del Argentina Open, el ATP 250 de Buenos Aires, prometió durante la premiación desde el Court Central Guillermo Vilas del Buenos Aires Lawn Tennis Club volver. “Disfruté mucho esta semana. No tengo dudas de que volveré a defender mi título”, dijo el especialista sobre polvo de ladrillo que, con 24 años, sumó ayer su segunda corona en Buenos Aires y su octavo título del circuito ATP. 

Thiem ya había ganado en Buenos Aires en 2016, tras un tremendo partido en semifinales frente al español Rafael Nadal y una durísima final frente al también español Nicolás Almagro por 7-6 (2), 3-6 y 7-6 (4). Y ayer no decepcionó a los espectadores, a quienes bajo el sol radiante que calentaba el estadio prometió “volver a verlos pronto”, porque esgrimió sus mejores recursos para dejar atrás a Aljaz Bedene (51) por 6-2 y 6-4. 

Para el esloveno se trató de la tercera final en el circuito, todas perdidas. El número 51 del mundo había dejado en el camino al checo Jiri Vesely, luego al español Albert Ramos Vinolas, y en cuartos y semis triunfó frente a los argentinos Diego Schwartzman y Federico Delbonis. Con ese ímpetu, cuando todavía estaba en partido, Bedene contó con una chance de quiebre en el cuarto game, pero Thiem se recuperó y con quiebres en el quinto y séptimo game –en las primeras chances de dos– sacó la diferencia que le permitió cerrar con holgura la manga. 

En el segundo set, el austríaco tuvo que aguantar un poco más la presión que ejercía su rival, pero nunca dejó de dominarlo y así, con un quiebre en el noveno juego, se puso 5-4 arriba y sacó para partido. 

El cierre, sin embargo, no fue para nada aceitado. Thiem tuvo dos match points que vio pasar sin éxito ante un Bedene que, perdido por perdido, volvió a soltar su derecha. Se resistía Bedene como lo habían hecho en las rondas previas el marplatense Horacio Zeballos y el bahiense Guido Pella –no tanto así en semifinales, el francés Gael Monfils–, pero Thiem volvió a mostrar por qué manda sobre polvo de ladrillo, la superficie en la que ganó todos sus títulos, y tomó la tercera chance como la vencida para liquidar el pleito al cabo de 1 hora y 33 minutos. 

Sumó así su segundo título en el ATP de Buenos Aires, que ayer finalizó su 18ª edición. Habrá que estirar un año más la espera para que un tenista local vuelva a levantar el particular trofeo (un mate de plata) del Argentina Open. La última vez fue en 2008, cuando el cordobés David Nalbandian le ganó la final al misionero Chucho Acasuso, presente ayer en la entrega de los premios junto a Martín Jaite, director del certamen.