Escuchar a Lauphan y reencontrarle en el Ensamble Folklórico Digital es toda una experiencia, una extraordinaria experiencia. El músico oriundo de Entre Ríos, con vida rosarina desde hace unos años, ha realizado en 2016 un disco que no ha hecho más que abrir puertas. Litoraleza posee ritmos reconocibles, amparados por un formato canción que le hace hermosamente distinguible. Esta manera particular, personal, de entender la música lo llevó a integrar el Ensamble, cuya mixtura es de una fuerza poética que abre fisuras musicales bienvenidas. Por ahí anda, justamente, esta etiqueta todavía nueva: "folklore digital".

Lauphan será anfitrión del Ensamble Folklórico Digital en la noche de hoy, a las 21, en la Terraza de la Cúpula de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085). Cuando al músico se le pregunta por la sonoridad personal que Litoraleza expresa, Lauphan elige retraerse en sus recuerdos, en la vida misma: "La verdad es que cuando empecé a hacer el disco traía conmigo unas cuantas canciones desde hace mucho tiempo. Yo me crié en General Ramírez, en Entre Ríos, y me vine a Rosario a los 22 años. Cuando comencé a componer la música tenía muchas influencias de ese lugar, pero no se trató de intencionadamente hacer un disco de folklore al que mezclar con determinadas cosas, sino que el proceso fue instintivo. Ahora se habla de folklore digital, pero la verdad es que siempre fueron canciones, letras, melodías, junto al interés por hacer un disco austero, con todas las inquietudes musicales, melódicas, compositivas".

Lauphan dice que la grabación de Litoraleza fue de aprendizaje porque, entre otras cosas, "la electrónica se sumó después, nunca había hecho música electrónica. También me tomé el capricho de grabar los acordeones en mi pueblo, con la gente con la que tocaba y vivía ahí; así como hacer arreglos de cuerdas con un amigo de Rosario que se dedica a esto, quien me lo propuso. Fue todo un aprendizaje que también me llevó tiempo, tres años. Como en Rosario yo me dedicaba al laburo de DJ, tuve que salir y buscar otras sonoridades, que pude encontrar en Islas del Ibicuy, donde un amigo me prestó su casa".

-‑Ese aprendizaje, ¿qué te ha aportado, qué te posibilitó?

-‑Desde que salió, Litoraleza empezó a sonar en otros países; a repercutir, por ejemplo, en KEXP, una radio de Seattle, bastante conocida en el ambiente de la música, así como en Francia, México, en lugares donde no tiré ni una gacetilla, era la música moviéndose. En ese sentido, antes de Litoraleza había grabado la canción "Gurisito Cósmico", la subí a Bandcamp, la escuchó Villa Diamante y así fue cómo lo conocí a Diego (Bulacio), que estaba haciendo el Combinado Argentino de Danza. Esa canción terminó dando el nombre a la obra más grande que hicieron y presentaron en Tecnópolis, durante todo un año. Las canciones hacen su camino, se te van de las manos, y lo más lindo es que te dejan conocer gente, otras ciudades, poder viajar y tocar. La gente también te devuelve cosas muy lindas y personales, hay muchas devoluciones de claridad, luz, paz, está bueno.

-‑¿Y cómo surge el Ensamble?

-‑El proyecto inició el año pasado, y surgió como un taller de investigación, como una residencia artística, yo ya lo conocía a Diego (Bulacio), quien más o menos convocó. Como cada integrante del Ensamble viene de un lugar diferente, somos de distintos puntos cardinales de Argentina, cada uno trae su bagaje y su exploración. Yo quizás vengo con una data más ligada a una música del litoral, del río; no conocía a ninguno y me volví fan de todos. Son unos talentos increíbles, gente muy buena, laburante, y con una exploración en lo que hacen que es increíble. Cada uno tenía su caminito pero juntarnos fue una experiencia de aprendizaje muy grande. Se generó como un sonido nuevo, que no suena al proyecto de ninguno, cuando a veces eso es algo que pasa, que el resultado tenga la impronta de alguien. Sin embargo, generamos sin quererlo algo natural. Todas las veces que hemos tocado se produce algo familiar, se suma gente. El tema "La fuerza", por ejemplo, se mezcló y remasterizó en Abbey Road porque uno de los chicos que nos fue a ver era ingeniero de sonido, se sumó para grabarnos y se llevó el tema nuestro. De igual manera, Pepe Puenzo con su equipo filma el detrás de escena de los shows. Es mucha gente que se está acercando a brindarnos algo desinteresadamente. Es una escena relativamente nueva la del folklore digital, y entre nosotros no existe el divismo o la estrellita, sino que somos todos compañeros de ruta que venimos tocando, venimos remándola. Está creciendo con la fuerza de la espontaneidad. Siempre que estoy tocando miro para abajo y hay niños bailando, algo que me encanta.

-‑El folklore digital creo que también interpela el devenir mismo de esa música.

-‑Lo veo como una evolución natural de la música de raíz, como una forma para que esta música se renueve, no se pierda. Hace unos meses atrás, un amigo, Chancha Vía Circuito ‑que metió un tema en BreakingBad, con un remix de Larralde‑, hizo un disco con el Chango Spasiuk. Los folkloristas de una línea más clásica, si se quiere ‑si bien Spasiuk siempre está experimentando‑, están en una búsqueda de las nuevas tonalidades electrónicas, y viceversa, es un ida y vuelta que se está dando.

Ensamble Folklórico Digital está conformado por Lauphan, Rumbo Tumba (Campana), Cehache Respira (Neuquén/Córdoba), y Bienvenidos a la Computadora (Bs As). Según Lauphan "parte del show en vivo lo hace el mismo público; para mí en esta música se pierde un poco la línea artista‑público, creo que es una sola cosa. Cuando toco no siento que voy a dar un show, sino que hay un ida y vuelta que genera la experiencia del show".