El comienzo de clases en San Luis, que se ha destacado por su total normalidad en todos los niveles, decidió darle visibilidad especialmente a las escuelas rurales, en un momento donde su mera existencia ha sido objeto de un inédito ataque por parte de algunos funcionarios que deberían velar por su funcionamiento. El ciclo lectivo puntano fue inaugurado oficialmente en la Escuela Rural N°185, en el Paraje de la Quebrada de San Vicente, departamento San Martín. Sin embargo, además, se acompañó con visitas al resto de las escuelas rurales de San Luis para fortalecer su organización, sus proyectos pedagógicos, la continuidad de los alumnos en el trayecto del nivel secundario y su infraestructura. Es decir: reconocer, de este modo, a los docentes de la ruralidad. Pero ¿por qué es importante destacar, en este contexto, a la ruralidad? 

Porque durante las últimas semanas se ha puesto en cuestionamiento su rol. El ejemplo más extremo fue la intención del cierre de escuelas rurales en la provincia de Buenos Aires, argumentando una “baja matrícula” para luego proceder a la posterior “reubicación” de sus alumnos. Esta situación ha puesto de manifiesto la poca importanca que se le da a la pedagogía rural, que tiene como objetivo lograr que los chicos que viven en zonas alejadas y de difícil acceso puedan también recibir la debida educación. La idea de cerrar escuelas para luego reubicar a los chicos encierra un profundo desconocimiento de origen, muy probablemente por la conformación de equipos educativos que sólo han conocido la educación desde la capital del país. Las escuelas rurales se encuentran en zonas donde es muy difícil llegar y, en general, como dependen del clima donde están insertas, hay varios momentos durante al año de aislamiento, lo que implicaría que los chicos “reubicados” perderían muchos días de clase por no poder acceder a las escuelas enclavadas fuera de su entorno.  

Tan grave como el desconocimiento de esta realidad es considerar que la reubicación es un mero acto administrativo sin ninguna consecuencia ya que, bajo esta lógica, prima la idea de que la socialización de los chicos de zonas rurales es inferior. Esta idea, que subestima profundamente la pedagogía de la ruralidad, sólo puede provenir de funcionarios que solamente han sido educados y socializados en los principales centros urbanos. Es implementar una educación pública clasista y una profunda falta de entendimiento respecto de la sociabilidad que se da entre pares en las zonas rurales. 

Justamente porque no puede pensarse una educación sin desconocer su entorno, San Luis lleva adelante el proyecto de escuelas generativas. Pensadas para estar a la par de las naciones más desarrolladas del mundo, las escuelas generativas surgieron como una nueva propuesta educativa para brindar oportunidades diferentes en diversos contextos, para profundizar la “significancia de la experiencia escolar” y los niveles de aprendizaje, y promover una mayor variedad de los formatos pedagógicos, los contenidos y las estrategias de enseñanza. Estas escuelas son consideradas espacios que promueven la inclusión, la diversidad y los valores democráticos: las orientaciones de las escuelas que están en funcionamiento y de las que ya abrieron sus preinscripciones son agro y ambiente, educación física, energías renovables y cambio climático. Como proceso de cambio educativo, son un desafío y una alternativa para garantizar el derecho a la educación de las generaciones de hoy y del futuro, motivando el sentido de pertenencia de los alumnos con la institución y su entorno, para que la educación sea integral y plena. Esta novedad coloca a San Luis a la par de sistemas educativos considerados de referencia internacional como el de Finlandia, ya que combinan la innovación, el juego y la absoluta libertad para generar alternativas didácticas que se inician desde los intereses de los propios estudiantes, a la vez que buscan alentar el progreso en el aprendizaje de ellos mismos y su calidad educativa. Abrir –y no cerrar– escuelas, encarar novedades pedagógicas –y no anular las existentes– e involucrar a los alumnos y docentes con su entorno –y no subestimarlos– son experiencias que humildemente ponemos a disposición desde San Luis como parte de la discusión por una educación del siglo XXI que anhelamos todos los argentinos.

* Senadora nacional por la provincia de San Luis, Unidad Justicialista.