Lo primero que me atrajo a Charlotte Mew fue la extraordinaria combinación de su nombre y apellido; lo segundo fue la única foto de ella que se conoce, y lo tercero fue que Penelope Fizgerald escri
Si uno se sube a un auto en Santiago de Chile y hace cien kilómetros en línea recta en dirección al Océano Pacífico, llega a una pequeña ciudad junto al mar que tiene más de ciento cincuenta años y
Turín, 15 de octubre de 1967. El Torino acaba de ganarle a la Sampdoria y se mantiene en la punta del campeonato.
Warren Zevon estaba en su cuarto del Hollywood Hawaiian Hotel, contemplando su taza vacía de café y pensando que la gitana no le había mentido (“Vas a beberte todas las margaritas de Los Angeles”).
En todas las fotos que conozco de ella, lo primero que veo siempre es ese rictus, los labios apretados, la mirada severísima, incluso en las pocos fotos en que aparece sonriendo, ese rictus que dic
Había una vez un escritor francés que logró volverse italiano. Así quería Stendhal que lo recordaran (incluso pidió que en su lápida dijera: “Enrico Beyle, italiano. Vivió, escribió. Amó”).
Entre las mil imágenes que bombardearon las redes en cuanto se supo la noticia, vi una que mostraba al Diego de espaldas, caminando por el túnel, en botines, shorcitos, la diez en la espalda, la nu
Cuando la revista The Economist publicó hace unos años un lapidario informe sobre la Bulgaria poscomunista, caracterizó a los búlgaros como la gente más triste del mundo.
Pocas cosas más tristes que despertarse con la noticia de que un amigo ha muerto. Y eso pasó esta madrugada: Rodolfo Rabanal ya no está entre nosotros.
En agosto de 1975, un político y poeta colombiano llamado Simón González organizó el Primer Congreso Mundial de Brujería en Bogotá, e invitó a Clarice Lispector a participar en él.