CONTRATAPA

Invasión

 Por José Pablo Feinmann

La idea de la “invasión” es parte constitutiva de los sectores dirigentes de la Argentina. Ocurre lo mismo en muchos otros países. Ocurre, invariablemente, con aquellos sectores que se sienten dueños del territorio, del suelo, de eso que llaman “la patria”, de eso que sienten les pertenece desde los orígenes y sobre cuyas esencias deben velar incansablemente. La patria, creen, es de ellos, pueden compartirla (algo que suelen llamar “pluralismo”) pero si aquellos a quienes les abren las puertas de la co-participación quieren ser también, como son ellos, dueños de la patria, la alarma cunde. Se está en presencia de la “invasión”. La “invasión” es el fin de la “patria”, ya que la “patria” sólo puede ser encarnada y defendida por sus verdaderos dueños y no por los recién llegados a quienes el “pluralismo” ha abierto puertas que acaso jamás debieran abrirse. Pero los dueños de la patria atraviesan etapas de apertura y de cierre. De políticas de ampliación (democráticas) y políticas de clausura (dictaduras). Hoy, ahora, en medio de una etapa de apertura, de cautelosa y atenta “tolerancia” ha aparecido, una vez más, el concepto de “invasión”, que es un concepto-alarma. El motivo radica en la posible integración del doctor Eugenio Zaffaroni a la Corte Suprema de Justicia. Sucede algo, por decirlo así, “incómodo” con el doctor Zaffaroni. Es un hombre de izquierda, sector político desde el que más que habitualmente proviene la siempre latente y presente y amenazante “invasión”. ¿Qué es lo que hace de Zaffaroni un hombre de la “izquierda ideológica”? Mariano Grondona (que tiene un olfato excepcional para detectar y señalar los intersticios por los cuales la “invasión” incesantemente se produce) dice que Zaffaroni es de izquierda porque viene del Frepaso, porque es un juez “garantista” o de “línea blanda” ante el “desafío creciente de la delincuencia”, porque está en contra de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y es partidario de la extradición de militares argentinos a tribunales extranjeros. Las pretendidas sutilezas (son, en rigor, groserías) que destilan estos párrafos son fácilmente desmontables. Veamos. Zaffaroni es “de izquierda” porque pertenece a la “línea blanda” ante el “desafío creciente de la delincuencia”. Al describir a la delincuencia como un “desafío creciente” se desautoriza la “línea blanda”. ¿Cómo es posible ser “blando” ante un “desafío creciente”? Lo es porque la izquierda es así: en el fondo, está del lado de los delincuentes. Pide justicia social y no represión. Y si no pide represión es porque la izquierda detesta la represión. Y si la detesta es porque la represión la incluye. Y si la incluye es porque la izquierda (como bien sabemos todos) es una forma de la delincuencia. Una forma de la invasión. Tanto la delincuencia común como la “izquierda ideológica” son amenazas para la propiedad, de aquí que la izquierda proteja a los delincuentes. Se protege, en verdad, a sí misma. Es “blanda” con el delito porque si fuera “dura” debería endurecer el aparato represivo y la izquierda –por ser siempre en última instancia– una forma de alteración del orden desea un aparato represivo débil, ya que uno “fuerte” podría volverse contra ella. De modo que ya lo saben, ya saben lo que los dueños del poder saben desde siempre: la izquierda ideológica pide “línea blanda” porque su misión es debilitar el aparato represivo, al que teme y al que, en algún momento, sabe, deberá enfrentar. (Para los dueños de la patria, para los que viven para impedir la “invasión”, “zurdos” y “delincuentes” son dos caras de un mismo des-orden.)
No obstante, en épocas de modales cautelosos, los custodios del suelo patrio abren las puertas de su pluralismo y aceptan al culto y, en verdad, respetable jurista Zaffaroni en la Corte. “Siempre que el nuevo ministro (dice impecablemente Grondona) no represente la punta de lanza de una invasión (...) En tal caso, la alarma se justificaría” (La Nación, 6/7/003). ¿Quiénes son los “alarmados” por la “punta de lanza” de la”invasión”? (No me voy a extender sobre la expresión “punta de lanza”. Me podría hacer una fiesta con esto. Con sus reminiscencias a los malones del siglo XIX o a las belicosas montoneras, luego redivivas en el siglo XX por esos jóvenes tan díscolos de los años setenta que parecen abundar tanto en este gobierno. Pero aconsejaría a Grondona revisar con su analista esta simetría cuasi inconsciente entre “punta de lanza” e “invasión”.) Bien, los “alarmados” son quienes, ante todo, educadamente, tienen “reservas”. Estas decisiones, dice Grondona (siempre, claro, refiriéndose a Zaffaroni en la Corte como “punta de lanza”), “suscitan fuertes reservas en sectores moderados de la opinión pública y en opositores como el doctor Ricardo López Murphy”. Sería aconsejable detenernos en este concepto: “sectores moderados de la opinión pública”. Dejemos al doctor López Murphy, al fin y al cabo un opositor. No, hay algo más puro que eso, más atendible. Son, justamente, los “sectores moderados de la opinión pública”. Esta gente exquisita –a la cual el doctor Grondona sin duda expresa desde su columna– vive ajena a los extremos. Quiere un devenir racional y estable para el país. Ese devenir siempre tuvo enemigos. Esos enemigos fueron los sectores no-moderados de la opinión pública, que incluyen a personajes tan “invasores” como el doctor Zaffaroni, que no es “moderado” pues pertenece a la “izquierda ideológica”. Así, el austero columnista se instala en el “centro” entendido como “moderación”. Desde este “centro” él (en nombre de los “sectores moderados” a los que expresa) se preocupa por la aparición de estos personajes ajenos al universo de lo moderado y pertenecientes a –horror– la “izquierda ideológica”. Queda, de este modo, dibujado un país de gente sensata, equilibrada, ajena a los extremos y que vive en estado de moderación, cosa que le permite juzgar con propiedad y advertir los peligros de los excesos, de los desvíos, de las “invasiones”.
Lo que late en este discursito inocente, pluralista y tolerante es la amenaza de siempre. Hoy, nosotros nos ponemos la máscara de la moderación. No bien ustedes, luego del izquierdista Zaffaroni, nombren en la Corte a otro izquierdista y a otro y a otro en otra parte y a otro en la Policía y a otro en el Ejército y a otro en Economía y a otro en Educación y a otro en Interior y a otro donde sea que ya no nos guste para nada a nosotros, nosotros nos vamos a sacar la máscara del pluralismo y la tolerancia. Porque somos los dueños del país y estamos aquí para impedir que este país sea invadido. Hoy somos, cálida y hasta candorosamente, los “sectores moderados de la opinión pública”. Pero siempre que haga falta (como siempre que lo hizo) seremos los iracundos cruzados que impedirán que este país sea invadido, que deje de ser lo que es y lo que será y debe ser por sobre todas las cosas, nuestro.

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