CONTRATAPA

RELEVOS

 Por J. M. Pasquini Durán

El próximo año serán prioritarias desde el Estado las áreas de educación, salud y obras públicas, además de seguir alentando la creación de nuevos empleos, lo que incluye el blanqueo de los informales y la progresiva reducción de los planes de Jefes y Jefas, cuyo número total ya descendió a un millón y medio, en números redondos, o sea medio millón menos que a principios de 2005, según las versiones y pronósticos de fuentes gubernamentales. En el frente externo, queda por renegociar la deuda de 10.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), sin necesidad de pedir nuevos préstamos, sobre todo mientras el eje Caracas-Buenos Aires permita tener en el extremo tropical una fuente financiera de alternativa. En el comercio internacional tendrán que dedicar más de una oración para que se mantenga la demanda de materias primas, mientras continúan los esfuerzos para abrir mercados en Asia y para la defensa del Mercosur, aun tan imperfecto como es en la actualidad.
La principal diferencia de esta etapa con la primera mitad del mandato consiste en que el presidente Néstor Kirchner afirmó su popularidad y organizó una fuerza legislativa que le otorga márgenes más cómodos para avanzar con sus planes, en el contexto de una sostenida reactivación de la economía, cuyos méritos por cierto Lavagna podrá reivindicar con derecho en la parte que le toca. Con el respaldo del 23 de octubre, el Presidente acaba de producir los relevos en el gabinete, de manera tal que la pirámide de autoridad no deje lugar a dudas. El reemplazo de Roberto Lavagna por Felisa Miceli, hasta ahora titular del Banco Nación, es el cambio de mayor repercusión mediática, incluso por sorpresivo, pero en todo caso podría decirse que se demoró hasta que, a juicio de Kirchner, fue posible sin repercusiones intolerables.
Tal como se mira desde la Casa Rosada si la política ocupa el centro de la escena, el área económica tiene que recuperar la dimensión normal de un ministerio, sin poderes superiores ni delegados, sin expectativas empresarias o mediáticas exageradas. Las tareas que antes se concentraban en el superministro hoy en día pretenden ser distribuidas con racionalidad entre Economía y la cartera de Planificación a cargo de Julio De Vido. Por lo demás, el Presidente necesita una voz calmada, que tiene Miceli, pero con determinación política en su misma frecuencia para dar el debate público que sea necesario.
Empezó el calor y comenzaron los problemas con la provisión de electricidad y agua. Si el Gobierno no pone orden en los servicios públicos, incluidos los transportes por muy privatizados que estén, el hastío popular no demorará en englobar a las autoridades con la misma bronca que hoy les dedica a las empresas incumplidoras. Ese fastidio es comparable con el que provoca la inflación. De manera que será mejor que De Vido y Miceli hagan equipo y pronto, lo cual era improbable con Lavagna.
Hay otra mujer designada para el gabinete que debería llamar la atención, no sólo porque también es la primera de su género en ocupar el cargo, sino porque su cartera será Defensa. La actual embajadora en Venezuela, Nilda Garré, además de su sexo pertenece como la economista a la militancia de los años ’70, de arraigado compromiso contra la dictadura y por los derechos humanos. Para ella y para los jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas la relación mutua será una interesante prueba de carácter.
Con la promoción de Jorge Taiana a canciller, el Presidente repite la opción por las trayectorias relacionadas con la cultura política de sus propios orígenes, aunque no sean del mismo partido, si no tiene a mano la selección adecuada entre pingüinos de raza, como Juan Carlos Nadalich, relevo de Alicia K., quien ocupará además de su banca en el Senado la jefatura del Consejo Nacional de Acción Social, desde donde Chiche Duhalde comandaba el área durante la presidencia de su marido.
En un régimen presidencialista el gabinete importa, por supuesto, pero no hay que olvidar que las vacantes, excepto la de Lavagna, se produjeron porque sus ocupantes pasaron a formar parte del Congreso nacional. Será bueno para la democracia si las cámaras vuelven a ganarse una posición de prestigio por la calidad de sus miembros y por el nivel de los debates. Todos los que hoy se preocupan por afirmar o desmentir la vocación autoritaria del Presidente deberían dedicar los mejores esfuerzos para acercarse al mandato constitucional que impone al pueblo que gobierne a través de sus representantes.

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