CULTURA › EL TEATRO MUNICIPAL SAN MARTIN CELEBRA SUS 45 AÑOS

“Más que un teatro, este edificio es una verdadera institución cultural”

Su actual director, Kive Staiff, destaca el valor simbólico que tiene para la comunidad. La influencia del TSM fue ampliándose, con actividades que exceden su estructura específicamente teatral.

 Por Karina Micheletto

El edificio del Teatro San Martín forma parte del folklore de la calle Corrientes. Es una de las paradas obligatorias de ese extraño circuito porteño que, aun con sucesivas crisis y cambios de hábitos de por medio, se mantiene con su “off” y su “on” comercial. El edificio del San Martín cumple hoy cuarenta y cinco años, aunque el destino teatral de este espacio nació antes, en 1932, cuando Leónidas Barletta fundó allí el histórico Teatro del Pueblo, precursor del movimiento independiente en la Argentina.
“Este edificio es mucho más que un teatro, se convirtió en una verdadera institución cultural. En los últimos años se consolidó ese proyecto, y ese es el valor simbólico que tiene para la comunidad”, señala en diálogo con Página/12 el actual director del San Martín, Kive Staiff. “Cuando se pensó este teatro no se trataba de invertir dinero simplemente para hacer un buen espectáculo, y tampoco se trata ahora de eso. La cuestión era, y sigue siendo, pensar por qué ese espectáculo en ese momento y para decir qué”, advierte el funcionario.
Con el tiempo el San Martín fue ampliándose, con actividades que exceden su estructura específicamente teatral. Surgió un espacio para el cine, se creó la Fotogalería (uno de los espacios más transitados), el Ballet Contemporáneo y el Grupo de Titiriteros, apareció la idea de utilizar el hall para shows gratuitos, comenzaron a dictarse cursos y seminarios, a cursar invitaciones a compañías extranjeras y a hacer giras por el exterior con los espectáculos propios, y hubo hasta una revista y un programa semanal de televisión. “Claro que la herramienta del teatro sigue siendo fundamental”, destaca Staiff. “Esto en el entendimiento de que, en mi opinión, nadie puede subir a un escenario para decir tonterías. Se sube al escenario para decir cosas. Cosas que logren las pequeñas revoluciones de los cambios. Cambiarle la mirada a alguien, eso ya es una revolución.” Lo cual no es, desde luego, poca cosa.
En diciembre de 1943, tras el golpe militar, el Teatro del Pueblo fue expulsado del predio de Corrientes, el inmueble erigido por Barletta se expropió y se creó entonces el Teatro de la Ciudad de Buenos Aires, inaugurado en 1944 con Pasión y muerte de Silverio Leguizamón, de Bernardo Canal Feijóo. La idea de la construcción del edificio del San Martín tal como luce hoy data de 1952, con el objetivo de transformarlo en un centro de actividades culturales, centradas siempre en el teatro de drama. En 1955, con el golpe de la Revolución Libertadora, el proyecto se paralizó. Fue retomado en 1958, cuando Frondizi asumió la Presidencia, y finalmente se concluyó en 1960. Aunque esta es la fecha de la inauguración oficial, tal como figura en las paredes del San Martín, con la presencia de todas las autoridades, del Presidente de la Nación para abajo, Staiff advierte que el primer espectáculo se estrenó recién al año siguiente. “Se llamó Un siglo de teatro argentino, y era una especie de evocación o cabalgata a través del desarrollo del teatro argentino, desde los comienzos en el siglo XIX hasta ese momento”, explica el director. Recién entonces se instalaron las primeras autoridades artísticas (el primer director fue Carmelo Tornello) y comenzó la actividad del teatro.
La estructura edilicia actual del San Martín abarca tres salas teatrales: la Martín Coronado, con capacidad para 1049 espectadores; la Casacuberta, para 566, y la Antonio Cunill Cabanellas, destinada a propuestas experimentales; ubicada en el subsuelo, donde estaba antes la coqueta confitería del teatro. El cine, con una programación centrada en ciclos de realizadores, estilos, escuelas, países o épocas, tiene su propio espacio en la sala Leopoldo Lugones, creada en 1967 para 233 espectadores. Más allá del teatro de drama, el San Martín abrió un importante espacio para la danza y los títeres, con la creación del Ballet Contemporáneo y del Grupo de Titiriteros. El Ballet fue fundado en 1968, lo dirigieron figuras de la danza como Oscar Aráiz, Ana María Stekelman y Norma Binaghi, entre otros, y actualmente lo conduce el coreógrafo Mauricio Wainrot. El Grupo de Titiriteros nació en 1976, a instancias del recordado Alfredo Bufano, precursor y maestro de un semillero del que surgieron los nombres más destacados del género. Tras su muerte fue sucedido por Adelaida Mangani en la dirección del grupo.
Ya a comienzos de este siglo se unificaron bajo una misma dirección todas las salas teatrales que dependen del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y se sumaron al San Martín el Presidente Alvear, el Regio, el Sarmiento y el de la Ribera, en el barrio de La Boca. A lo largo de estos 45 años pasaron 16 directores al frente del San Martín, entre los cuales el responsable actual, Kive Staiff, cumplió varios períodos. Más allá de las idas y venidas del escenario político y de un presupuesto siempre insuficiente, el San Martín mantuvo la continuidad de la actividad teatral y paulatinamente fue sumando otras áreas culturales, en una historia que entra en los 45 años de su edificio. “El edificio tiene su vida propia y el tiempo fue revalorizando su valor arquitectónico”, señala Staiff. “Pero lo demás lo hace la gente. Es emocionante ver lo que pasa cuando nuestras veredas y pasillos se llenan de espectadores, de gente que circula, entra, sale, se mueve. Es una experiencia singular. Allí está el verdadero sentido de este teatro.”

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El TSM incluye espacios para el cine, la música, los títeres y la fotografía.
 
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