CULTURA › LA INDUSTRIA EDITORIAL AFRONTA LO QUE SUS RESPONSABLES DEFINEN COMO LA PEOR CRISIS DE SU HISTORIA

“Si subimos el precio de los libros ¿quién compra?”

En los últimos tres años cerraron 250 librerías. El aumento del dólar llevaría a un aumento del precio. Importarlos ahora es casi prohibitivo: la gente no tiene dinero para comprar. Opinan sobre el panorama Daniel Divinsky (De la Flor), Ignacio Iraola (Planeta), María Fasce (Alfaguara), Eleonora Djment (Norma) y María Fasce (Alfaguara-Taurus-Aguilar).

 Por Verónica Abdala

Los representantes de las editoriales (nacionales y extranjeras, grandes y pequeñas), y los libreros, ya ni siquiera hacen el esfuerzo por disimular que el sector atraviesa una de las peores crisis de su historia. Una realidad que obliga a los primeros a idear todo tipo de medidas estratégicas destinadas a sobrellevar de la mejor manera posible la recesión-devaluación, y a reducir al máximo las pérdidas. Y a los segundos a intentar sobrevivir a la mala racha: en los últimos tres años, doscientas cincuenta librerías cerraron sus puertas, y todo parece indicar que cada vez serán más los marginados en el marco del ajuste. De lo único que están seguros los unos y los otros es que llevará años revertir la situación actual y sus consecuencias presentes y futuras. A continuación se detallan algunas cuestiones relativas a una situación que para todos es desesperantes
- La progresiva disminución de las cifras de venta (que los libreros calculan en un 50 por ciento de 1999 a esta parte, y de un 20 por ciento en el último año, y que sigue cayendo en picada desde octubre del 2001) es la principal causa de este deterioro, que afecta tanto a las librerías como a las editoriales, y que enfrenta por ese motivo a ambas partes. Las primeras son las que reciben el material y tras la venta de los libros, pagan a las editoriales. Ocurre que las primeras no están cumpliendo con su parte (hay algunas que todavía están pagando por el material distribuido en el 2000), y las segundas están advirtiendo desde hace rato que ya no pueden sostener la cesación de pagos, ni ser “el banco de nadie”. Lo que seguramente traerá aparejados cierres masivos de librerías para este año.
- Entretanto, se está debatiendo la posibilidad de remarcaciones, como parte de una política común, acordada entre algunas de las principales editoriales. Ese es el caso de Planeta y Emecé, Sudamericana, Alfaguara y Norma, cuyos máximos directivos ya se reunieron en varias oportunidades, con la intención de concertar políticas comunes para el sector. Y analizar si trasladarán el aumento a las librerías, y de qué forma. Hay entretanto otras editoriales que en forma autónoma, ya concretaron pronunciados aumentos en sus catálogos: Riverside, Libro Mar y Amorrortu, entre otras, elevaron los precios de sus catálogos en un 30 por ciento, 20 y 10 por ciento respectivamente. Y lo hicieron incluso antes de que se conocieran las medidas económicas que se difundieron la semana pasada. “Si se decide el aumento del precio de tapa, deberá ser muy sutil, en el marco de la disminución de ventas”, explica un editor que prefiere mantenerse en el anonimato. “Porque si abusáramos correríamos el riesgo de que los números continuaran decreciendo. Y no sabemos a hasta dónde algunas lo pueden tolerar. Lo que se está evaluando también es hasta dónde es posible, para evitar males mayores, absorber parte de las pérdidas. Nuestra situación es que parece obvio que hay que aumentar pero la lógica también indica: si aumentamos el precio de los libros, ¿quién los compra?”.
- La crisis del mercado de los libros afectará también los proyectos de publicación, muchos de los cuales no llegarán a concretarse, como ocurrió a editoriales como De la Flor durante el año pasado (se publicaron sólo 15 de los 38 títulos previstos). Ya se sabe que Planeta, por ejemplo, que venía publicando entre 12 y 14 títulos mensuales, espera publicar este año entre 8 y 10 títulos por mes. Y que reducirá sus tiradas: los libros que venían editándose en tiradas de 5000 ejemplares, por caso (y que incluye a casi todos los del género narrativa nacional y ensayo), saldrán en tiradas de 3000 a partir de marzo.
- Casi todas las editoriales con casa matriz en el exterior –que importan buena parte del material– se inclinarán a imprimir en el país al menos una parte de los libros extranjeros. (Lo que redundará, en última instancia, en un brutal empobrecimiento de la oferta de las librerías.) Y ajustarán las tiradas de sus libros a la demanda del material, evitando así los sobrantes y las potenciales pérdidas.
- El ajuste tiene, además de los efectos cuantitativos, otros cualitativos. En épocas de crisis, los best sellers, los libros de bolsillo y los de autoayuda se imponen, entre las prioridades de las editoriales, sobre otros de mayor calidad literaria pero más improbables rentabilidad: de esta forma, las empresas apuestan a los “éxitos seguros”, con la intención de achicar el margen de riesgos. Los editores prefieren no asumir abiertamente este tipo de políticas, pero admiten que no están dispuestos a correr riesgos en este sentido (Ricardo Sabanes, director editorial de Planeta, dice que “se cuidará mucho la elección de los autores y los temas”) y las librerías, entretanto, admiten que por estos días que eso es “casi lo único que se vende”.
En ese marco, la posibilidad de que las editoriales recuperen el rol de impulsoras de nuevos autores y nuevos materiales que ejercieron en un pasado no tan lejano es una auténtica utopía, al menos en este momento.
La percepción de los editores
Las perspectivas para el sector son, por donde se las mire, desalentadoras. El panorama general preocupa a editores y libreros, que ya están pensando, entre otras cosas, en cómo repercutirá el aumento de precios.
Daniel Divinsky, socio y directivo desde 1966 de Editorial de la Flor, una de las pocas editoriales argentinas que subsiste de manera independiente de los grupos editoriales internacionales, sufre en carne propia el deterioro del mercado editorial. “Y no puedo olvidarme de que alguna vez vivimos épocas mejores”, dice. Para ilustrar el grado en que la recesión viene golpeando al mercado de los libros, vale el caso de la novela Las tumbas, de Enrique Medina, que en 1971 llegó a vender setenta mil ejemplares. Hoy, los de Roberto Fontanarrosa, uno de los autores de la editorial que más vende, arañan, con suerte, los quince o veinte mil. Por eso, entre otras cosas, en el año que comienza, De la Flor editará en primer lugar los libros que tengan una proyección de venta mayor, entre ellos una Historia de la censura del cine en la Argentina, cuyo autor es el actor y conductor Fernando Peña, y La historia de la familia en la Argentina, de Susana Torrado (“la científica a la que Domingo Cavallo mandó en un pasado no tan remoto a lavar los platos”, aclara el editor).
“En los años 60 y 70, por ejemplo, era infrecuente un tiraje que no superara los tres mil, cuatro o cinco mil ejemplares, y los autores nacionales gozaban de popularidad, además de prestigio. Ahora pareciera que nos empujan a exiliarnos a los editores”, acota, un poco en broma y un poco en serio, Divinsky. En diálogo con Página/12, el editor confirmó que, durante el 2001, el sello editorial no superó los quince títulos publicados, en el marco de un plan que originalmente preveía sacar a la calle un total de treinta y ocho. Y Divinsky sospecha que, aunque otros grupos no quieran admitirlo, éste es un fenómeno que en mayor o menor medida afecta a la mayor parte de las editoriales.
“En De la Flor hay una realidad que es el parate importante, hasta que no se aclare qué ocurrirá en los próximos meses con la economía argentina. Y esta es una realidad generalizada, nadie puede hacerse el zonzo. Ydebemos ser honestos, y realistas”, advierte Divinsky. “El 2002 se perfila aún menos productivo que el anterior, y hay que decirlo.”
María Fasce, subdirectora editorial de Alfaguara-Taurus-Aguilar, explica: “A pesar de que la situación del país nos afecta de un modo u otro, nosotros no pensamos variar el lanzamiento editorial previsto para el 2002. Y tenemos esperanza en que llegaremos a publicar todos o casi todos los títulos”. Entre lo más destacable que la editorial planea publicar este año está la segunda parte de Los Cuadernos de Lanzarote y un volumen titulado Obras Reunidas. Teatro del peruano Mario Vargas Llosa. La editorial completará también la reedición de la obra de Juan Forn, con la novela Frivolidad y los cuentos de Nadar de Noche. Leonora Djment, directora editorial del Grupo Editorial Norma, explica por su parte que “si bien la crisis económica que se observa en el país afecta muy particularmente al mercado del libro, la editorial continúa con su plan de publicaciones, por el momento. Manteniendo sus promedios de publicación”. Aunque reconoce que los directivos esperan manejarse con cautela, “atentos al rumbo que puedan tomar los acontecimientos”. Entre los títulos que Norma espera sacar este año se incluyen obras de José Pablo Feinmann, Griselda Gambaro y Silva Molloy.
Ignacio Iraola, de editorial Planeta, analiza: “Primero nos tocó ver el brutal descenso de ventas que se dispara a partir de octubre, después, intentar superar las medidas del equipo económico del actual gobierno, y ahora estamos analizando cómo enfrentaremos la temporada a partir de marzo. Planeta está en stand by, por el momento, como el resto de las editoriales. Ni mejor ni peor, aguantando, esperando que algo mejore, aunque conscientes de que en este sentido hay pocas posibilidades”. Por el momento, Planeta ha suspendido los lanzamientos que tenía previstos para enero y febrero. “Sabemos que se viene un año durísimo”, resume Iraola.

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Una postal de la realidad de una librería grande y céntrica, ayer por la tarde: miles de libros, ningún cliente.
 
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