DEPORTES › POR SEGUNDA VEZ EN SEIS DIAS, COMO LOCAL

Independiente los sufre de a tres, y viene Racing

En la semana, fue Banfield; ayer, fue Vélez el que venció 3-0 al equipo de Avellaneda.
El técnico Néstor Clausen está preocupado porque los cambios no dieron resultado, y los hinchas están que vuelan porque no quieren sufrir una humillación el próximo domingo, frente al tradicional rival, que llega con chapa de campeón.

 Por Facundo Martínez

Independiente (o mejor dicho, su sombra) no pudo en la tarde de ayer vencer sus exigencias. No pudo contra Vélez, que lo vapuleó 3-0, cómodamente y sin sobresaltos. Y no pudo contra su propia hinchada, que durante gran parte del complemento silbó e insultó, y también amenazó, a sus propios jugadores, ahora “obligados” a vencer a Racing el próximo domingo. El gesto del entrenador Néstor Clausen, que gritó mucho desde el banco y luego de la derrota se llevó las manos a la cara, como buscando explicaciones, no dejó dudas: para volver a entusiasmarse con algo, Independiente debe olvidar rápidamente lo sucedido ayer y cambiar, por supuesto, en lo que respecta a su juego y a su actitud.
El problema del equipo de Avellaneda no fue el rival que, obviamente, hizo bien los deberes, aunque tardó más de veinte minutos en generar algo de peligro. Porque no fue el resultado lo que pareció molestar a los hinchas del Rojo sino la poca claridad de sus jugadores ante la necesidad de resurgir, de no entregarse a la desesperación del marcador, para hacerse cargo del partido y, aunque sea, intentar revertirlo. Nada de eso sucedió: Independiente, aun perdiendo por uno, por dos y por tres, estuvo muy lejos de ser el mismo que asomó la cola en el verano. Ayer, el equipo de Clausen, salvo unos pocos minutos antes del primer gol de Vélez, se mostró desorientado, repetitivo y previsible. Y ni hablar de la última línea, apresurada y errática.
Por eso los hinchas locales, mientras los de Vélez festejaban y bailaban en la popular de enfrente, puteaban, silbaban y cantaban amenazas contra los propios. Que pongan garra, que hay que ganar, que “si pierden contra Racing los vamos a matar...”. Si hasta el árbitro Héctor Baldassi debió suspender unos minutos el encuentro porque la gente se había trepado al alambrado, como queriendo provocar la finalización del encuentro o evitar mayor diferencia.
Eduardo Domínguez, Leandro Gracián –fundamental en la ofensiva y en el contagio a sus compañeros– y Martín Hidalgo anotaron para Vélez. Para Independiente los que estuvieron cerca de hacerlo fueron Vuoso –el mejorcito, el que más se movió y buscó; tuvo una chance clara a los 22, pero Sessa desvió el disparo, y otra sobre el final del primer tiempo–, Zelaye y Páez, los dos de cabeza, ya en el complemento.
Ante la contundente reprobación de los hinchas locales, de un lado y del otro se esperaba el final. Vélez siguió controlando, pero ya sin arriesgar. Independiente siguió igual, sin llegar... como aturdido.

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La expresión de Clausen es elocuente.
 
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