DEPORTES › GASTON GAUDIO Y GUILLERMO CORIA
AVANZARON A LA FINAL DE ROLAND GARROS

En París, una gran cita con la historia

El de Adrogué venció en tres sets a David Nalbandian, mientras que el Mago superó con esfuerzo en cuatro al inglés Henman. De esta manera, el tenis argentino se garantizó su sexto torneo de Grand Slam y se quedará con el Abierto Francés luego de 27 años de su único título.

Por Sebastián Fest
Desde París

Guillermo Coria y Gastón Gaudio protagonizarán mañana una histórica final argentina con el título de Roland Garros como premio. La Argentina se aseguró ayer que uno de sus jugadores gane el Abierto de Francia, 27 años después del primer y único éxito, el de Guillermo Vilas, en 1977. Coria derrotó en semifinales 3-6, 6-4, 6-0, 7-5 al inglés Tim Henman y Gaudio se impuso 6-3, 7-6 (7-5), 6-0 a otro argentino, David Nalbandian. El tenis argentino se garantiza así su sexto título de Grand Slam en la historia. Cuatro fueron ganados por Vilas (Roland Garros ’77, US Open ’77 y Abierto de Australia ’78 y ’79) y uno por Gabriela Sabatini, en el Abierto de Estados Unidos de 1990. Nervioso y atento, Vilas siguió ambas semifinales desde la tercera fila del palco oficial.
“Es algo histórico, el tenis argentino se merece esto, porque luchamos desde abajo, ojalá que el pueblo pueda disfrutar de un buen partido. Va a ganar el país, porque se va a hablar de la Argentina en todo el mundo durante varios días”, comentó Coria minutos después de su éxito. Cerca de 14.000 espectadores disfrutaron en la cancha central de un atractivo duelo entre Coria y Henman, que siguió al claro triunfo de Gaudio, 44 del ranking mundial, sobre Nalbandian. “Esto es todo para mí, siempre soñé con jugar la final de este torneo”, comentó emocionado Gaudio, quien rompió a llorar en pleno estadio tras cerrar un triunfo que lo ubica en su primera final de Grand Slam. Es también la primera final de uno de los “cuatro grandes” para Coria, número tres del mundo y el mejor jugador sobre polvo en el último año. Si mañana gana el torneo, Coria superará al suizo Roger Federer en la “carrera de campeones”, ubicándose como el mejor jugador del mundo en la primera mitad del año. Si el campeón es Gaudio, se colocará por primera vez entre los diez mejores del ranking mundial.
Pasaron 25 años desde el último título argentino masculino en un Grand Slam. La última final había sido la de Nalbandian en Wimbledon 2002. Es, además, la primera vez en 22 años que un argentino accede a la final de Roland Garros. El último había sido Vilas en 1982, en su cuarta final en el torneo, en la que caería ante el sueco Mats Wilander. Desde el comienzo de la era abierta, en 1968, es la séptima vez en Roland Garros que una final es monopolizada por jugadores de un mismo país.
Gaudio jugó un partido de gran nivel, tomando la iniciativa en el primer set y recuperándose de una desventaja de 5-1 en el segundo. Nalbandian se fue desdibujando, y de los doce últimos juegos sólo ganó uno. “Con el 5-1 abajo en el segundo pensé ya que iba a jugar el tercero, pero él comenzó a errar pelotas que no había errado hasta entonces”, describió el ganador. Una derecha de Nalbandian en la red clausuró el partido tras dos horas y 26 minutos de juego. Gaudio se tomó la cabeza, se tapó la cara, miró al cielo y comenzó a agradecer. Tras abrazar a Nalbandian en la red, esbozó una sonrisa y comenzó a llorar mientras se derrumbaba en su silla.
“Cuando me iba no podía creer que estaba saliendo de la cancha tras haber ganado la semifinal de Roland Garros, es un sueño. Nunca en mi vida lloro, es la primera vez. Nunca”, aseguró el argentino aún con la voz quebrada. ¿Sueña con ganar el torneo? “Ahora que estoy en la final lo sueño, lo pienso, pero sé que va a ser complicado contra cualquiera. Tengo la esperanza de que me queda una sola guerra, así que hay que esperar.”
El partido entre Coria y Henman tuvo también su buena cuota de dramatismo. Henman, especialista en superficies rápidas y esperanza británica para ganar Wimbledon alguna vez, comenzó jugando como si estuviera sobre el césped del All England Club. Coria, tenso y sin precisión, entregó el set por 6-3. La paradoja de estar perdiendo ante un especialista en césped creció cuando Coria cambió sus zapatillas por unas para jugar sobre hierba y su raqueta por una con menor tensión. “Fue una cábala, porque con estas zapatillas le gané a Moyá”, explicaría luego. No pareció ayudarlo mucho el cambio cuando Henman quebró para 2-1 en el segundo parcial, atacando con un revés con slice imposible de devolver. El argentino no dejó de luchar, y cuando el set parecía escapársele, se recuperó de un 2-4 para quebrar en el octavo juego y llevarse el parcial por 6-4.
El 6-0 del tercer set parecía anticipar un triunfo inapelable de Coria, que sumó 13 juegos consecutivos hasta situarse con ventaja de 3-0 en el cuarto. Pero el 3-0 se transformó en 3-5, con un Henman revitalizado que volvió a transformar en verde césped lo que todos ven como arcilla naranja. “Quería un quinto set, pero no pudo ser”, recordaría luego el inglés, que flaqueó sirviendo 5-4. Fue entonces cuando Coria regresó al partido: un revés paralelo para tomar a Henman a medio camino hacia la red. Era 5-5 y la incertidumbre reabierta.
Entonces apareció el Coria que arrasa en cada rectángulo naranja que pisa: pisó el acelerador y tuvo dos “match points” sobre el servicio de Henman. Eran las 18.49 de un frío y nublado viernes de primavera en París cuando el revés con slice de Henman flotó un par de centímetros de más, dándole a Argentina una final digna de sus mejores sueños.

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