SOCIEDAD › EL CASO DE LA ESTADOUNIDENSE QUE BUSCABA SU HERENCIA

Cuando el veneno es la duda

Los forenses no creen que la joven norteamericana haya muerto envenenada, como dice su familia. La acusada es la madrastra.El próximo lunes se harán las pericias que zanjarán el misterio.

 Por Raúl Kollmann

El próximo lunes se hará, en La Plata, el análisis toxicológico de los restos de Elizabeth Scopino, la ciudadana norteamericana cuya familia cree que fue envenenada por su madrastra, Carmela “Coca” del Valle López. En principio los forenses no creen en la hipótesis del envenenamiento porque en la autopsia se encontraron coágulos en los pulmones de la mujer, cuando el efecto que produce el cianuro, el arsénico, los plaguicidas y la mayoría de los venenos conocidos es el contrario: hemorragias. De todas maneras, el análisis toxicológico será la clave para determinar si hubo veneno o no, por lo cual la familia directa de Elizabeth resolvió designar un perito de parte. La pericia tardará entre dos y cuatro días, de manera que los resultados estarán listos durante la semana próxima. Por otra parte, los familiares de la fallecida insisten en que hay indicios de que fue asesinada en el marco de la disputa por una herencia e incluso sugieren que hubo otros homicidios en circunstancias parecidas.
Elizabeth Scopino, de 39 años, fue encontrada muerta el 19 de mayo en un sillón de la casa que fuera de su padre en Beccar. El caso fue caratulado como “averiguación de muerte” por el fiscal de San Isidro Hernán Collantes. Desde el primer momento, las hermanas y los familiares más directos acusaron a la tercera esposa de su padre de haber envenenado a su hijastra, algo que ésta temía por cuanto dormía con un hacha bajo la almohada.
Los argumentos que han planteado en contra de Coca del Valle López son los siguientes:
u Que antes de morir, el año pasado, su padre, Giuseppe Scopino, llamó a Elizabeth por teléfono a Estados Unidos y le indicó tres lugares de la casa de Beccar donde habría dejado escondido un total de 100.000 dólares. Según los familiares, ese dinero no estaba en esos lugares, o sea que se lo habría apropiado Coca.
u Que Elizabeth y su madrastra mantenían una relación muy conflictiva porque había una disputa por la herencia de Giuseppe. Desde el punto de vista legal, en los dos expedientes que existen sólo aparece una propiedad, la casa de Becar, valuada en aproximadamente 100.000 dólares, y un automóvil. Los familiares directos aseguran que existe una cuenta en el exterior en la que Scopino cobraba una pensión italiana, pero que tiene que haber otra cuenta con saldos de envergadura.
u Los familiares de Scopino sugieren que Coca tuvo que ver con varias muertes extrañas anteriores: la de una pareja de ancianos a la que cuidaba y que supuestamente le dejaron una casa, la de una mujer que le prestó 10.000 dólares, la de una persona de un geriátrico, moribunda, que habría testado a favor de ella, y la del propio Giuseppe Scopino, que –dicen los familiares– no se sabe de qué murió y su cuerpo fue cremado por orden de Coca.
“Mire, pueden ser coincidencias, pero es nuestra obligación verificar los hechos –le dijo a Página/12 Daniel Llermanos, abogado de los Scopino–. No en vano está probado que Elizabeth tenía mucho miedo, lo dejó por escrito en su diario y dormía con el hacha en la cama.”
Por su parte, Oscar Martín, letrado de Coca del Valle López, insiste en que todos los indicios demuestran que Elizabeth no fue asesinada, que no había tal disputa por la herencia y que, además, la muerte de la mujer no beneficia en nada a la madrastra. “Para sólo darle un ejemplo de las falsedades, se menciona una pareja de ancianos que le habrían dejado una casa. Aquí está la documentación: la señora falleció, el marido le vendió la casa de Martínez a un vecino de la zona y se fue a vivir a España. Están los datos, las fechas, las escrituras”, se indigna el abogado Martín.
Los forenses consultados por este diario diagnostican que lo encontrado en la autopsia no se condice con envenenamiento. “Más bien los coágulos son compatibles con la enfermedad que tenía Elizabeth, artritis reumatoidea, que se trata con anticoagulantes, lo cual indica justamente que lo que produce la enfermedad son coágulos. Los venenos no producen coágulos sino hemorragias”, sostuvo, entre otros, Osvaldo Curci, un decano del cuerpo forense. Desde el punto de vista de los hechos, tampoco aparece muy clara la forma en la que se pudo producir el envenenamiento, ya que aunque ambas mujeres compartían el techo y la heladera, nunca comían juntas. “Tal vez la estrategia de la madrastra consistió en envenenar lo que sabía que iba a comer Elizabeth”, sugieren los familiares de la fallecida.
Desde el punto de vista de la herencia, Oscar Martín, el letrado de Coca, explica que a su defendida no le significa ninguna ventaja la muerte de Elizabeth. “La mitad de la casa era propiedad de la primera esposa de Scopino, madre de Elizabeth y sus dos hermanas, de manera que mi clienta no tenía ningún derecho sobre esa parte. Respecto de la otra mitad de la casa de Beccar, se divide por herencia en cuatro partes, tres para las hijas de Scopino y una para la señora Del Valle. Es decir que todos los derechos de mi defendida, en una casa de 100.000 dólares, son el equivalente al 25 por ciento de la mitad, o sea 12.500 dólares. Y le agrego que con la muerte de Elizabeth, la señora Del Valle no mejora su situación porque no la hereda. Lo que le corresponde a Elizabeth es para sus hermanas. Ni siquiera el argumento de la herencia tiene sentido.”
Más allá de la controversia, lo cierto es que el centro del misterio está en el análisis toxicológico del lunes. En principio, en el caso que se hizo famoso como el de la envenenada es casi seguro que se determine que no fue envenenada y, al final, podría derivar en la típica historia, casi de novela, sobre las confrontaciones e intrigas entre hijas y madrastras.

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La casa de Beccar donde vivía Elizabeth Scopino, que había venido al país a tramitar su herencia.
 
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