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No queda claro todavía si este tipo de ensayo, como fue el enfrentamiento entre las selecciones de Argentina y México que terminó empatado 1-1 en Los Angeles, sirve realmente para evaluar jugadores. La presión por querer demostrar todo al mismo tiempo, en apenas 90 minutos con la preciada celeste y blanca y con tan bajas chances de descoserla como para saltar de ahí a una hipotética titularidad, desvanece rápidamente la importancia. En tales circunstancias pareciera natural la tendencia de los jugadores a un egoísmo exacerbado que, a fin de cuentas, ataca la idea de colectividad. Así, por dar sólo un ejemplo, para Federico Insúa la madrugada de ayer fue una hoja de doble filo. No consiguió como enganche ni la soltura ni la precisión que puede tener en Independiente y de tanto querer hacer terminó haciendo poco, muy impreciso, muy insolvente. Claro es que no se puede evaluar su rendimiento sin contemplar que, en el planteo de José Pekerman, Insúa no contó con buena compañía para la creación; el mediocampo resultó ser más aguerrido que creativo, con Javier Mascherano y Martín Romagnoli para la recuperación, y con Víctor Zapata y Lucas Castromán por los laterales, dos que no lucieron lo suficiente. La prueba está en que, tras el descanso, con el ingreso de Fernando Belluschi por Castromán, el equipo cambió y fue mucho más ofensivo.
Fue precisamente el volante de Newell’s quien inició la jugada que terminó en el gol de Rolando Zárate para el empate. Fue el premio a una gran jugada colectiva que contó con la participación especial del delantero de Boca, Rodrigo Palacio, quizás el más favorecido en esta peculiar prueba de talentos. Porque ya desde el arranque se lo veía al ex Banfield desbordar a pura velocidad para enviar el centro al área donde esperaba Zárate; también llamaba la atención lo que debía retrasarse para recibir la pelota. Palacio volvió a demostrar que es un jugador valioso para los 90 minutos, que cuanto más espacios tiene por delante más peligroso resulta; un toque de atención para Jorge Benítez, acostumbrado a utilizarlo en Boca en los últimos minutos para salvar las papas del fuego.
De la última línea se puede destacar sobre los demás el trabajo de Daniel “Cata” Díaz, bien para el anticipo y seguro con la marca, aunque había arrancado medio inseguro. Eduardo Tuzzio, por su parte, alternó buenas y malas y tuvo mucho trabajo con los avances de Cuauhtémoc Blanco y Francisco Fonseca, pero no desentonó. Mala suerte tuvo, en cambio, Fabricio Fuentes en la jugada que terminó en el 1-0 para los mexicanos. Había salido mal Germán Lux. Se molestaron y la pelota terminó pegando en el defensor y se metió en el arco. Después iba a reaccionar bien el arquero en varios ataques de los delanteros rivales, lo mismo el defensor, quien al final y a pesar del error no decepcionó.
Ya pasaron los jugadores locales por la Selección. En La Paz, por los puntos, serán otros, los de siempre. En qué quedará este ensayo, sólo Pekerman lo sabe, quizá lo intuya algún jugador que se haya retirado pensando: “Esta fue la noche que me despegué de todos y di el salto”.