DEPORTES

Las sospechas en el fútbol europeo siguen creciendo

Después de las denuncias sobre corrupción en Alemania, otras ligas están en la mira.

Las revelaciones efectuadas por Robert Hoyzer, el árbitro alemán que reconoció haber manipulado el resultado de algunos encuentros que dirigió con el propósito de favorecer los intereses de una organización criminal dedicada a las apuestas deportivas, parece haber generado una especie de efecto cascada que se expande por el fútbol europeo. En Croacia, Grecia, Francia, Rusia y Georgia se multiplican las denuncias sobre partidos arreglados, sobornos y lavado de dinero. Y mientras la FIFA reconoce no disponer de los suficientes controles financieros, los medios de prensa del Viejo Continente difunden a diario investigaciones que describen las estrechas vinculaciones que existen entre el delito y el deporte.
El caso Hoyzer sacudió seriamente la credibilidad del fútbol alemán cuando falta menos de un año y medio para el comienzo del Mundial 2006. Presionado por la Justicia, que poco después ordenó su detención, el árbitro reconoció que recibió dinero (unos 50 mil euros) de parte de una organización croata dedicada a las apuestas para que arreglara el resultado de algunos encuentros. En su confesión involucró a varios de sus colegas y contó que los clubes invitaban a los árbitros a prostíbulos antes de que dirigieran un partido importante, lo que hace suponer que la manipulación de partidos era una práctica extendida en el fútbol alemán, que iba más allá de los intereses de una banda croata abocada al juego clandestino. La investigación que se sigue detectó irregularidades en 63 partidos de Primera, Segunda y Tercera División. En tanto, la Federación Alemana de Fútbol declaró que aquellos partidos que fueron manipulados deberán jugarse de nuevo.
Pero las confesiones de Hoyzer no se limitaron al fútbol alemán. El árbitro aseguró que en Grecia también se habían producido casos de partidos arreglados. La fiscalía de la ciudad de Salónica inició una investigación sobre los dichos de Hoyzer, y las sospechas se centran especialmente sobre un partido por Copa UEFA que el Panionios de Atenas le ganó 5-1 al Dynamo Tbilisi, de Georgia, disputado 1º de diciembre de 2004. Este encuentro, arbitrado por un rumano, llamó la atención en muchas casas de apuestas por las cantidades elevadas que le dedicaron a la victoria del equipo helénico.
En los medios especializados de Europa no llama la atención que el nombre del Dynamo Tbilisi aparezca vinculado a un caso de corrupción. Su presidente es Badri Patarkatishvili, quien está acusado de tener vinculaciones con la mafia rusa y de ser uno de los socios que tiene el magnate petrolero Boris Berenzovski. Ambos hicieron suculentos negocios en Rusia durante el gobierno de Boris Yeltsin y con la nacionalización de bienes estatales. Hace poco se informó que el club georgiano había hecho un acuerdo con el Corinthians de Brasil para intercambiar jugadores durante el 2005. El equipo paulista está gerenciado por el fondo de inversión MSI, radicado en Londres y donde Berenzovski tendría intereses junto con otro compatriota suyo: Román Abarmovich, dueño del Chelsea inglés.
En Croacia también existen sospechas. Miroslav “Ciro” Blazevic, que como seleccionador condujo al equipo nacional de fútbol de Croacia al tercer puesto del Mundial en Francia ’98, fue interrogado el mes pasado por haber evocado públicamente partidos trucados en el campeonato nacional. El técnico acusó en una entrevista televisiva a un alto responsable del Dinamo Zagreb (Primera división croata), Zdravko Mamic, de ser “un corruptor de árbitros”.
Pero la judicialización del fútbol va más allá de la manipulación de resultados. Las comisiones por transferencia de jugadores también se encuentran en la mira. Desde hace meses, en Francia, la brigada financiera se interesa por las comisiones pagadas por el París Saint-Germain y el Olympique de Marsella en torno a la contratación de algunos jugadores. Pero ahora se reveló que la Federación Francesa de Fútbol (FFF) habría maquillado sus cuentas en los dos últimos ejercicios, para esconder un importante déficit. Sus dirigentes presentaron un pasivo de 62 mil euros, cuando en realidad los números en rojo ascienden a los 14 millones de euros. La Justicia investiga también la venta de derechos televisivos, donde se habrían detectado casos de sobrefacturación.
Todas estas denuncias motivaron que el presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, reconociera que la entidad “no tiene mecanismos adecuados” para combatir el lavado de dinero. “No estamos haciendo un verdadero control sobre cómo llega el dinero a los clubes, en eso debemos mejorar”, reconoció el suizo.

Producción: Leonardo Castillo.

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