DEPORTES

River-Boca, el superclásico del fútbol y también de la política

Las elecciones internas en Núñez y la candidatura a diputado del presidente xeneize inducen a una confusión entre logros deportivos y actos de gobierno. Como si fueran una misma cosa.

 Por Gustavo Veiga

Política y fútbol parecen, en tiempos electorales, dos caras de una misma moneda. Las actualidades de River y Boca están determinadas por las candidaturas de adentro y de afuera. No importa si se trata de Mauricio Macri, aspirante a una banca en el Congreso, o de Luis Corsiglia, un funcionario del gobierno nacional lanzado a conquistar la presidencia en la institución de Núñez. Los discursos se mezclan y adquieren un pretendido tono didáctico en campañas que, invariablemente, confunden logros deportivos con modelos de gobierno. Los dos grandes son territorio fértil para mostrar éxitos propios y fracasos ajenos, como si el manejo del fútbol estuviera entre las principales preocupaciones de la gente que votará en las legislativas del próximo domingo.
Adversarios porteños del ingeniero que se tomó licencia en el club acopiaron datos en Boca que pueden dañarlo, aunque por ahora, no los muestran. Sin embargo, el mismo fiscal de la causa Cromañón, Manuel Sansone, lo está investigando por un presunto delito de acción pública, a propósito de las sospechas que desparramó Marcelo Delgado por pedidos de dineros para aprobar o desaprobar ciertas transferencias. Por su parte, en River, el clima se va recalentando a medida que se acerca diciembre y allí las imputaciones de manejos turbios corren por cuenta de la oposición a José María Aguilar. Una de ellas tiene relación con un problema de evasión tributaria que el oficialismo juzga como una traba menor en el camino del presidente hacia su reelección.

Un voto en la Corte

Hace aproximadamente un mes, la Corte Suprema recibió la apelación de la Inspección General de Justicia (IGJ) contra la aspiración de Macri para continuar al frente de Boca por un tercer período consecutivo. El máximo tribunal debe decidir si acepta o rechaza el recurso de Ricardo Nissen, el titular de la IGJ o si convalida lo actuado por la Sala K de la Cámara Civil que le permitió a la actual comisión directiva gobernar el club sin ir a elecciones a fines de 2003. Para ello no tiene plazos, aunque el expediente inquieta a opositores y a oficialistas por igual. A los primeros, porque si se demora el fallo su pretensión queda debilitada, y a los segundos, porque un pronunciamiento adverso los obligaría a cesar en sus cargos. La oposición en Boca sostiene que, si se diera esta última posibilidad, Fabián “el Zorrito” Von Quintiero, el músico de Los Ratones Paranoicos, hoy primer vocal suplente por el oficialismo, tendría que hacerse cargo de la presidencia en forma transitoria. Así lo señala el estatuto del club en su artículo Nº 45. Una curiosidad que nadie quiere imaginarse.
Quien no imagina, pero sí investiga en la causa 39392/05 al presidente de Boca, es el fiscal Sansone, de la Fiscalía Nº 10 en lo Criminal. El expediente que tiene en sus manos, “Macri, Mauricio sobre delito de acción pública”, se abrió a raíz de las declaraciones que formuló Delgado contra el ingeniero y que le costaron una sanción de la comisión directiva hace un par de meses. El Chelo había dicho algo similar a lo que venía sosteniendo Rafael Bielsa, molesto porque el presidente de Boca había criticado su política como canciller sobre Malvinas: “Y en cuanto a la expresión de papelón que usó ese muchacho Mauricio Macri, el papelón es pedirles a los jugadores de fútbol Bermúdez y Barijho que le den dinero de las transferencias”. Los dos candidatos a diputados confrontan en la política y, además, tienen dos visiones muy distintas sobre el modelo de clubes para el fútbol: “Usted convirtió a Boca en un centro de negocios privados”, le espetó Bielsa a Macri en un debate público hace cinco años.
Sansone citó a declarar al propio Delgado, pero éste no asistió a su despacho de la calle Paraguay 1536. Ahora intentará que declaren otros testigos en una causa que no puede detenerse porque involucra a un delito de acción pública.

Una elección caliente

En River, las presidenciales de diciembre reproducen conductas semejantes a las legislativas del domingo 23. Los discursos son de alto voltaje, el oficialismo responde como puede a las acusaciones y hay candidatos para gobernar el club que son tan políticos como los que van por una banca en el Congreso. Aguilar se tranquiliza cuando ve las encuestas que le encargó al consultor Julio Aurelio, pero sabe que el fútbol le patea en contra. Resta saber si las obras que emprendió, a razón de 15 millones de dólares invertidos en casi cuatro años, podrán más que los magros resultados cosechados en la cancha por el equipo de Merlo.
Por lo pronto, el presidente formó un comité de campaña que integran sus hombres más cercanos: Mario Israel, Julio Macchi y Domingo Díaz. Ellos negocian cargos y porciones de poder con eventuales aliados. A saber, Antonio Caselli, el peculiar embajador de la Soberana Orden de Malta en la Argentina e hijo del ex embajador menemista en el Vaticano, Esteban “Cacho” Caselli; Darío Santilli, el hijo menor de Hugo y referente del grupo Nuevos Dirigentes que fogoneó la campaña “Bosteros al corralito” para que a Boca se le diera la menor cantidad de entradas posible en el clásico de hoy; Rodolfo Cuiña, un ex directivo que es propietario de Rodó, la cadena de venta de electrodomésticos; Horacio Roncagliolo, un acérrimo opositor de Davicce y Pintado que ahora discute una alianza con el oficialismo y, por último, algunos sectores independientes de menor influencia política.
En la vereda opuesta hay una oferta de candidatos que guarda simetría con la cantidad de agrupaciones políticas reconocidas que operan en el club: veintiséis. Son los ex presidentes Alfredo Davicce (al que mejor le dan los números en los sondeos), Hugo Santilli (aguarda saber qué actitud tomará su hijo Darío, para no competir con él) o el mencionado Pintado, de magras adhesiones en las encuestas y, quizá por eso, el máximo propalador del regreso de Ramón Díaz como entrenador.
También está Luis Corsiglia, el de perfil más alto en la campaña y funcionario multipropósito que mantiene en simultáneo la presidencia de la Caja de Valores y dos cargos de director; en la estatal Enarsa y el Banco Central. No empezó bien: cuando fue a defender al Senado su designación en la entidad crediticia, sugirió que gobernaría River “los fines de semana”. Está muy enfrentado con Macchi, el vicepresidente 1º, con quien compartía la misma agrupación interna (Cuerpo y Alma Riverplatense), hasta que lo separaron de ella.
A sus afiches que empapelaron Buenos Aires bajo el título “River: caos total”, y que definen a la comisión directiva actual como la “peor de la historia”, Aguilar respondió con el sarcasmo que lo caracteriza: “Me preocupa en mi calidad de ciudadano que tenga la misma trivialidad para tratar los temas de la cosa pública como hace con los de River. Me genera mucha inquietud, cuanto menos en lo que respecta a la política energética y a la política monetaria de este país”.
El abogado Daniel Kiper es el otro hombre con aspiraciones presidenciales. Todos ellos tratarán de conseguir el respaldo de los 27.144 socios en condiciones de votar, aunque a las urnas irán muchos menos. Las elecciones en una entidad deportiva, a pequeña escala, permiten evocar aquello que sostenía Dante Panzeri con su prosa siempre vigente: “... en la Argentina, el club de fútbol es la versión modernizada del antiguo comité de los adoctrinamientos electorales”.

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José María Aguilar y Mauricio Macri, presidentes de River y Boca, respectivamente.
 

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