DEPORTES

La metamorfosis de Maradona con respecto a la Selección Argentina

A punto de reunirse con Grondona para que le ofrezca un cargo, Diego se mostró muy mesurado, pero se excluyó para un puesto sin decisión. Hace un año atacaba a Pekerman y pedía a Bilardo.

Por G. V.

La novela por entregas, casi una historia de conventillo en que se convirtió la posible llegada de Diego Maradona al seleccionado, vino a cubrir el vacío que provocó la paralización del fútbol por la Cumbre de Mar del Plata. De repente, como si “La noche del Diez” o sus esporádicas apariciones en Boca no bastaran para cubrir el universo mediático, el ídolo renovado se mimetizó en un nuevo proyecto. Y, desde el miércoles pasado, cuando ni siquiera se encontraba en el país, quedó involucrado en la noticia de la semana: como secretario técnico, como asesor, como coordinador, como técnico bis, como figura decorativa o con cualquier otro rango, en unas horas más podría convertirse en el talismán con que la Argentina intentará recobrar las ilusiones marchitas, camino a Alemania 2006. Aunque ya no juegue y aunque parezca que algunos intentan jugar con él.
Procesado todo el fárrago de artículos que se escribieron en su nombre, queda claro que este Diego contemporizador, que ahora dice respetar a José Pekerman, es el mismo que el 18 de septiembre de 2004 pedía a Carlos Bilardo como entrenador de la selección. Y que incluso evaluaba al primero como “un gran técnico para chicos, pero no para los grandes”. O, quizá no es el mismo, porque Maradona pesaba varias decenas de kilos más que hoy.
El 28 de febrero de este año, volvió a quejarse porque el DT había convocado a varios jugadores “que seguramente no van a estar en el Mundial”, en vísperas de un partido amistoso en Los Angeles y contra México. Diego todavía acusaba 120 kilos y no había sido sometido a un by pass gástrico en Colombia, una operación que se convirtió en el punto de partida de la imagen atildada que muestra ahora.
Esa metamorfosis corporal, un prodigio de la ciencia, pero además de su férrea voluntad de superarse, es como una alegoría de su transformación dialéctica. De aquella frase con que le dio la bienvenida a Pekerman en el seleccionado (“Para mí, el técnico debió ser Bilardo, no hay otro...”) a este presente, hubo un giro considerable. Y si bien Diego se pregunta qué podrá hacer desde que Julio Grondona anunció su deseo de contratarlo, cambiaron sus expresiones hacia el entrenador que ganó tres campeonatos mundiales Sub 20. El mismo que sugirió a Marcelo Bielsa (un referente a quien todavía se añora pese al fracaso en el 2002) para dirigir la mayor cuando Grondona le ofreció el cargo en 1998. Dos cuestiones que los lenguaraces del ambiente futbolístico olvidan con llamativa facilidad.
Carlos Bilardo, a quien se le atribuyen algunas de las mayores críticas hacia Pekerman, le aseguró a Página/12: “Yo hablé de la cara de Crespo cuando lo cambiaron, del Kily González igual, me di cuenta mirándolos, nada más. Pero me llamé a silencio y no quiero volver a tocar ese tema” que el ex técnico y ahora periodista circunscribió a la transmisión del partido que la selección argentina le ganó 2-0 a Perú.
Es curioso, pero las presuntas debilidades o malas decisiones que se le señalan al conductor del equipo nacional, tienen como usinas propaladoras desde César Luis Menotti a Juan Sebastián Verón (ver aparte), quienes en la semana que pasó volvieron a pontificar desde púlpitos diferentes. Entre tantos chisporroteos, sonó la voz más ubicada de Mario Kempes, quien en una entrevista que le realizó Radio 10 aseguró dos cosas: “Me parece bien que Diego esté en la selección. Lo principal es que aporte ideas positivas, que estoy seguro es lo que va a hacer, pero sin sobrepasar al técnico” y “a Pekerman hay que dejarlo. Yo no lo juzgo durante la clasificación, sino durante el Mundial”.
En el entorno de Grondona, nadie sospechaba que iba a hacer pública su propuesta al ídolo, a las puertas de la AFA, el miércoles a las seis de la tarde y cuando aquel se encontraba en Cuba entrevistando a Fidel Castro. “El ofrecimiento es histórico, genérico, y si se diera ahora es por el mejoramiento general de Diego, aunque no se entabló un contacto oficial. Puede que pase antes del Mundial...”, confió un hombre muy cercano al presidente dos horas antes de que éste hiciera el anuncio-invitación: “Es bueno que Maradona se sume al seleccionado”.
El camino se había allanado cuando Grondona se enteró de que Diego no tiene firmado un contrato que lo ligue a Boca. La buena relación que aquel cultiva desde hace años con Pedro Pompilio, el presidente transitorio del club, le habría permitido enterarse de ese detalle. Pero el espaldarazo vital al plan lo dio el propio Pekerman, quien lejos de poner reparos al desembarco del 10, ratificó lo que ya se sabía: que le profesa tanta admiración como cariño.
En junio de este año y antes del clásico por las Eliminatorias que Argentina le ganó 3-1 a Brasil, Maradona había visitado a la selección. “Fue maravilloso, una de las cosas más importantes que viví...” dijo el técnico sobre aquel encuentro. Ahora se comprende por qué. Hace tiempo confesó que conservaba una fotografía en blanco y negro plastificada donde se lo ve junto a Diego. El era un discreto volante de Argentinos Juniors y a su lado aparecía un alcanza-pelotas que se convertiría en el mejor futbolista del mundo. Quizá, dentro de un puñado de días, los dos vuelvan a posar juntos para otra foto.

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Un año atrás, Maradona postulaba a Bilardo para la Selección. Ahora respeta el trabajo de Pekerman.
 

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