DEPORTES › LAS RAZONES DE LA ELIMINACION DE LA SELECCION ARGENTINA DEL MUNDIAL

Diez claves para entender la derrota

La Argentina jugó contra Suecia su mejor fútbol del torneo y, sin embargo, no pudo evitar quedar eliminada de la Copa del Mundo. El azar le jugó en contra pero también el encorsetamiento futbolístico tuvo que ver con la salida intempestuosa.

Por Juan José Panno y Pablo Vignone

1 La clasificación se perdió contra Inglaterra y no contra Suecia, más allá del puntito de diferencia que quedó en el último partido en relación al anterior. Contra Inglaterra, Argentina pensó demasiado en el buen negocio del empate y no fue al frente; antes de Inglaterra, Bielsa dijo que lo único que le importaba era no perder y, quiérase o no, esas cosas condicionan; contra Inglaterra se cometieron demasiados errores, algunos de ellos infantiles, y se tardó mucho en encontrar algún camino para ir a buscar el empate, después del gol en contra. Contra Inglaterra ellos merecieron ganar y contra Suecia mereció ganar Argentina. Si se toman como punto de referencia las situaciones de gol, se verán claras esas diferencias. Contra Inglaterra la relación fue de 3 a 1 a favor de los ingleses; ayer, esa relación de jugadas de peligro fue de 4 a 1 a favor de Argentina. Lo que tienen en común los dos partidos es el fracaso en el objetivo trazado: contra Inglaterra al menos había que empatar y se perdió; contra Suecia había que ganar y se empató.
2El azar siempre juega, y esta vez jugó en contra. Por eso, se llegó más y mejor ante el arco sueco y aun así no se les ganó. Porque la suerte, que es grela, fallando y fallando nos largó parados, como dice el tango. Si entraba uno de los dos cabezazos de Sorin en el arranque del partido es muy probable que ahora, en vez de preguntarse quién tiene que ser el reemplazante de Bielsa, cierta televisión se estaría preguntando cómo hay que hacer para ganarle a Senegal en los octavos. Será poco científico, no tendrá mucho que ver con la pretendida búsqueda de respuestas técnicas y tácticas para todo, pero lo cierto es que el azar siempre juega. Esta vez jugó y mucho en contra del equipo que mereció ganar.
3La mecanización del equipo impidió apelar a variantes para resolver imprevistos. ¿Zanetti fue una de las figuras de la cancha, estamos de acuerdo? Sí. Bien. Desbordó un montón de veces, metió unas diagonales bárbaras, pero las terminó todas igual, con el toque recto buscándolo a Batistuta que no se concretó porque siempre aparecía un rubio para meter el cuerpo y mandarla al corner. Siempre lo mismo. Ni una sola vez tiró el centro hacia atrás, bien hacia atrás, hacia la entrada al área para la llegada limpia de un volante. Ni una sola vez probó con el remate cruzado para sorprender a un arquero al que en la temporada pasada, en el fútbol inglés, en el Coventry, le dejaron el arco como un colador. Lo mismo del otro lado; el Piojo Lopez intentó invariablemente la misma: remate al primer palo; ni una sola vez al segundo que amplía el abanico de posibilidades porque puede llegar algún compañero para desviar la trayectoria de la pelota si sale, como suele sucederle a él, torcido el tiro. Se jugó por abajo menos que contra Inglaterra pero igual fueron demasiados centros contra grandotes atléticos y superconcentrados que no te regalan ni un centímetro.
4No hubo espacio para la audacia en momentos de urgencia. Cuando los suecos cerraban todos los caminos, había que buscar por abajo. Si se juntaban Aimar, Ortega, Gallardo y Gustavo López, entre todos esos pitufos tiene que salir alguna cosa. Pero Gallardo y Gustavo, aún en el plantel, no estaban en los planes principales. Porque en estas cosas Bielsa es muy esquemático y no desarma la idea que tiene en la cabeza. Distinto el caso de Crespo y Batistuta juntos. El peligro era que terminaran chocándose. Y no es que Bielsa no eligiera bien: los cambios que hizo en la formación inicial dieron resultado. La mejor prueba es Chamot, muy resistido, pero que resultó impasable. Pero Almeyda cometió una falta tonta que derivó en el gol sueco.
5Las alternativas de ataque se hicieron repetidas y poco innovadoras. Los suecos son mecánicos, aburridos, esquemáticos, amarretes, limitados... Pero plantearon lo suyo con limpieza, sin pegar patadas y sin hacer tiempo. Tenían una ficha, que era la de aguantar, la jugaron y les cantaron un pleno. No hay nada que reprocharles. La responsabilidad del equipo argentino era la de quebrar esa estructura. Y no se pudo porque, como se dijo, no se buscó más por abajo y porque no se ensayaron variantes como el remate de media distancia. Sólo se anotaron en 90 minutos un par de voleas apuradas de Almeyda y un tiro libre de Batistuta que mandó la pelota a Corea. Se debió probar más, en circunstancias en que todas las entradas parecían clausuradas.
6Le faltó paciencia para imponer su juego. El equipo se aceleró demasiado para hacer el segundo gol antes que el primero. Pero porque Bielsa había plantado el equipo con la premisa de “arrancar ganando”. La urgencia, en este caso, precipitó la desesperación, y hundió más al equipo en su escasez de variantes.
7La Selección no llegó al Mundial en su pico de rendimiento. Ese pico lo alcanzaron a mediados del año pasado, cuando arrasaron con las eliminatorias. Si el Mundial se hubiera jugado en el 2001, lo ganaban. Pero ese pico pasó, y algunos jugadores llegaron gastados, fundidos y en algunos casos, lesionados. Saturados de fútbol y entrenamientos, se encontraron en la semana previa al debut con una rutina que, en algunos casos, hasta pudo haber sido decisiva para terminar de romper a ciertos jugadores. Si la gran incógnita de este equipo fue Verón, hay que admitir que el volante no gozaba de su mejor estado físico, y a partir de allí sacar conclusiones. Ayala y Simeone son otros dos casos clarísimos en ese sentido.
8No tuvo un arquero acorde con sus pretensiones. Uno lo mira al alemán Oliver Kahn y se muere de envidia. Cavallero no es un troncazo tipo Vitor Baia, es un buen arquero, respondió lo mejor que pudo, hizo un par de atajadas extraordinarias en los tres partidos pero no tuvo ese plus que necesitaba, ese plus que define a los grandes de verdad. El tiro libre de Svensson no era gol con el Fillol de los mejores momentos. El sueco le pegó muy bien, pero a Cavallero le faltaron reflejos para manotear la pelota en vez de rozarla. Igualmente, cargarle la responsabilidad del empate no sería justo.
9El exceso de triunfalismo lo impregnó todo. Los jugadores no son los responsables de la chapa de candidatos que les colgaron acá y en todo el mundo pero, sin quererlo, entraron en el juego. Después del primer partido decían algo así como “vamos de a poco, todavía faltan seis partidos” y lo que en realidad debían decir era que faltaban dos partidos, porque había un objetivo primero, clasificarse, y en una zona muy difícil, la más difícil de todas. Nuestra historia futbolística está plagada de ejemplos de cómo somos capaces de gastar a cuenta, pero parece que nos cuesta aprender. Tal vez este nuevo cachetazo ayude.
10Se menospreció la esencia. Fue conmovedor el llanto de los jugadores argentinos y vale como ejemplo de un orgullo que nunca se deberá perder. Pero tampoco se debe perder la esencia del juego que históricamente nos ha caracterizado. Ese estilo podría haber funcionado como tabla de salvación. Pero no fue tenido en cuenta.

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La angustia de Hernán Crespo, tras la eliminación, simboliza el sentimiento del equipo.
 
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