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Una polémica estéril

 Por Gustavo Veiga

La polémica es estéril y está condenada a tener una vida efímera, como un fuego de artificio. Si discurrimos sobre el fútbol espectáculo, anclados en lo que proponen River y Boca, somos presa fácil del chiquitaje mediático.
La discusión que se plantea, ya amplificada por la prensa de digestión rápida, en todo caso indica la habilidad de quien la impulsa para prefabricar temas donde no abundan. Es insustancial y sólo aporta pasto para las fieras del micrófono.
Lo peor de todo es la bola de nieve que acarrea, las opiniones que se multiplican con ella y los centímetros de texto que desparrama sin sentido. ¿A quién le puede importar, en su sano juicio, qué opinan Leonardo Astrada y Diego Cagna sobre el tema?
Ni siquiera es entretenida como un juego, porque, de repetida, la polémica ya aburre. Con otros protagonistas, en distintas épocas, esta sanata ha sido marca registrada del fútbol nacional.
De ahí que este humilde escriba, a manera de ejercicio espiritual un tanto resarcitorio, propone una cosa: que estas líneas y todo lo que se ha declamado o redactado hasta aquí sobre polémica tan erudita y compleja se autodestruya en diez segundos, tal como ocurría con la cinta grabada de aquella famosa serie de los años ‘60: Misión imposible.

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