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“Nadie esperaba a un don nadie como yo en la final”

Por S. F.
Desde Wimbledon
Protagonista de una de las mayores sorpresas del tenis en la última década, David Nalbandian tiene claro que su acceso a la final de Wimbledon impacta por lo inesperado. “Nadie esperaba a un don nadie como yo en la final”, aseguró el cordobés.
–Tras ganar hoy el último punto se arrodilló y decía con su dedo que no, que no era posible...
–Quería saber si era verdad o no. Haber pasado a la final y estar ahí festejando... No puede ser. “Es algo increíble”, me decía a mí mismo. Pero ahora tengo que concentrarme para la final.
–Pisará la cancha central por primera vez. ¿No habrá exceso de nervios?
–Voy a estar menos nervioso que hoy (por ayer). Me levanté muy nervioso, no pude desayunar ni almorzar. Debí hacer una entrada en calor de más de una hora para sacarme los nervios. Sólo me tranquilicé diez minutos antes de jugar.
–¿Jugar la final con el número uno del mundo en la cancha central de Wimbledon es casi como la final del Mundial de Fútbol ante Brasil?
–No tienen comparación el tenis y el fútbol, pero para mí es algo realmente importante, es el mejor día de mi vida. Quiero vivir el hoy, porque ojalá mañana sea un día mejor, pero uno no sabe lo que puede pasar. Si gano, clasifico para el Masters, y si pierdo no pasa nada, no tengo presión ni nada que demostrar.
–¿No afeitarse es imitar a Borg, que se dejó la barba cuando ganó su primer torneo?
–Es una cábala. Desde el primer día no me afeito y las cosas van bien. ¿Por qué cambiar? Vengo jugando todo el torneo con las mismas medias, los mismos calzoncillos, el mismo pantalón y la misma remera.
–Será número nueve del mundo si triunfa mañana y 13 en caso de perder. ¿Sueña con jugar en setiembre en Moscú la semifinal de la Copa Davis ante Rusia?
–Espero poder estar en esa semifinal, que el capitán me tenga en cuenta. Creo que Dios me está iluminando para estar en la final, ojalá siga.
–¿Wimbledon ocupaba un lugar especial en sus sueños de infancia tenística o privilegiaba Roland Garros, como la mayoría de sus compatriotas?
–No sé cuántas veces volveré a jugar una final de Grand Slam. Quizás nunca, quizás muchas. Los Grands Slam son lo máximo, pero creo que los dos más importantes son Wimbledon y Roland Garros. Los argentinos no siempre vienen con la mentalidad de que se puede jugar bien en pasto, pero todo depende de cómo se encare el torneo.
–Cuando empezó a jugar a los cuatro años, una de las primeras imágenes que se le cruzó fue la de Boris Becker en su primer triunfo en Wimbledon. ¿Volvió eso hoy?
–Sí, muy fuerte. Cuando uno es chico nunca sabe lo que va a pasar, pero recuerdo muy bien ese año en que Becker ganó, tengo algunos puntos de ese primer triunfo de él grabados en la mente. Y eso fue acá, aquí es donde se hizo grande, donde se hizo famoso, y creo que me está pasando lo mismo ahora a mí.
–¿Jugar como argentino la final de Wimbledon tiene una connotación especial, teniendo en cuenta la rivalidad futbolística e histórica con Inglaterra?
–Sí, sí. Los ingleses nunca se imaginaron que un argentino iba a estar en la final, menos un don nadie de 20 años como yo.
–¿Qué cambios notó en el torneo desde que empezó? ¿Lo miran distinto?
–Al principio nadie te conoce, pero cuando empezás a ganar todos saben quién sos. Ya no puedo caminar tranquilo, todo el mundo quiere un autógrafo y una foto. Es lindo que la gente te reconozca, pero a veces no podés quedar bien con todo el mundo y hay que decir que no.
–¿Quería ser famoso?
–¿Famoso?... Eso es otra cosa. Lo que yo quiero es ser un gran jugador de tenis, no me importa la fama, quiero ser un gran tenista y una buena persona.

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