ECONOMíA › REPORTAJE A SANTOS RAMíREZ, TITULAR DE YACIMIENTOS PETROLíFEROS FISCALES BOLIVIANOS

A la espera del Gasoducto del Nordeste

El titular de la petrolera boliviana señaló a PáginaI12 que antes de avanzar con el desarrollo de los megacampos que van a proveer gas a la Argentina necesitan que nuestro país garantice la capacidad de transporte.

 Por Cledis Candelaresi

Si Argentina no da garantías formales de que pagará el gas que prevé importar a través de Enarsa y de que construirá en tiempo y forma el Gasoducto del Nordeste, en Bolivia no se harán los esfuerzos para aumentar la producción y honrar las obligaciones asumidas. La condición fue planteada en diálogo con PáginaI12 por Santos Ramírez, titular de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos y defensor acérrimo de la gestión de su compañero de militancia, Evo Morales. Desde la nacionalización de hidrocarburos, según detalla ese funcionario, el Estado boliviano recauda 1600 millones de dólares más por año gracias a las exportaciones, buen aliciente para encarar en pocas semanas una nueva intervención a campos poco productivos.

–Evo Morales y Alvaro García Linera se quejaron por la desinversión de las petroleras. ¿Eso compromete los planes de YPFB?

–No es cierto que con la llegada de Evo a la presidencia o con la nacionalización de los hidrocarburos hayan caído las inversiones. El último año de obras privadas importantes fue 1998, con 600 millones de dólares. Después no dejaron de caer, al punto de que en el 2005 sólo llegaron a 40 millones. Ahora, con los nuevos contratos, hay obras privadas comprometidas por 926 millones de dólares. Al mismo tiempo, YPFB desembolsará entre 100 y 150 millones de dólares por su parte.

–¿Esto implica que no va a haber ninguna dificultad para cumplir con el contrato de venta de gas a la Argentina, entregándole 27,7 millones de metros cúbicos diarios a partir de enero del 2010?

–Eso no tiene que ver sólo con la producción del gas sino también con el transporte. Sería grave que nosotros desarrollemos los megacampos y no tengamos luego cómo colocar ese gas, teniendo finalmente que quemarlo. Estamos trabajando en una addenda para reprogramar los volúmenes de entrega, pero también para recibir el pago correspondiente. Del lado argentino, se va a construir un gasoducto. De esto también hay que tener certezas.

–En Argentina se ve la secuencia inversa: no se hace el gasoducto si no se garantiza la provisión de gas.

–No, es al revés. Si en este momento los megacampos produjeran 20 millones de metros cúbicos por día de gas, ¿a qué gasoducto se lo inyectaríamos? Es fundamental garantizar la capacidad de transporte primero.

–¿No hay reticencia de las petroleras privadas a invertir tras la nacionalización?

–Al contrario. Con la nacionalización hubo un avance. Bolivia tenía setenta y seis contratos de riesgo compartido, pero ninguna de sus cláusulas garantizaba la reinversión. Hoy hemos firmado cuarenta y tres acuerdos, y las empresas tienen la obligación de presentar su plan de desarrollo. Si a esto se suma el aporte estatal, en el 2009 ya tendremos una importante mejoría en la producción de hidrocarburos.

–¿Pero de todos modos hay que reformular el cronograma de venta a la Argentina?

–Sí. La cuestión básica es que los seis operadores privados, Petrobras, Repsol, British, Andina, Chaco y Total exigieron garantía de pago para desarrollar los megacampos. Nosotros, a su vez, debemos exigirles a ellos la garantía de que entreguen el volumen acordado. Se está trabajando en las garantías mutuas.

–¿Qué está haciendo Enarsa en Bolivia?

–Enarsa manifestó la intención de hacer trabajos para ingresar en la exploración y desarrollo de campos. Nosotros estamos en este momento analizando su solicitud y, si Enarsa estuviera en condiciones de hacer inversión, YPFB no tendría ningún inconveniente en facilitar las áreas que vea convenientes.

–¿Bolivia tiene expectativas de que Argentina, a través de Enarsa, aporte recursos para explorar y desarrollar campos?

–En el 2008 y 2009 vamos a dar grandes señales de inversión y para esto tenemos identificadas varias fuentes. Una es la constitución de un fideicomiso con recursos del Tesoro; otra es la emisión de bonos en el mercado internacional. Y, finalmente, está la salida del hermano presidente no sólo a la Argentina sino a otros países como Irán, Venezuela o Libia para garantizar las inversiones.

–¿Cómo es su relación con Exequiel Espinosa, titular de la estatal Enarsa?

–No he tenido oportunidad de reunirme con él. Pero los equipos técnicos de ambos países están trabajando firme.

–¿Cuánto tiempo necesita Bolivia para incrementar los excedentes exportables?

–En este momento Bolivia produce entre 40 y 42 millones de metros cúbicos por día. El mercado interno consume entre 7 y 8. Más del 80 por ciento se exporta: 30 o 31 millones diarios van a Brasil. El problema es que no hay suficiente para exportar a la Argentina, y por eso es importante trabajar la addenda como se lo está haciendo. Lo que hay que definir es si vale la pena desarrollar grandes campos o sólo campos medianos para aumentar el saldo exportable a 7 millones. El equipo de Enarsa estuvo durante dos o tres meses en Bolivia por este tema.

–¿Esos desarrollos se harán con dinero público o privado?

–Con una combinación. En el caso de Itaú, Margarita, Sábalo o Guacayo, nosotros tenemos el control accionario en Andina. Ahí la mayoría serían recursos de YPFB. En otros será competencia de las petroleras privadas.

–¿La relación con las empresas privadas sigue siendo incómoda?

–Tenemos cuarenta y tres contratos firmados con doce operadoras, que tienen el aval del Congreso. Si no cumplieran los compromisos firmados, habría que rescindir esos acuerdos. Otra situación es la de los treinta pozos que identificamos como no explotados en su máxima capacidad o que han sido abandonados. En cuarenta o cincuenta días comenzaremos el programa de intervención y recuperación de pozos, con lo que vamos a aumentar la producción de gas y petróleo.

–¿Cuál es la política de precios para los hidrocarburos que exporta?

–Está estipulada en los contratos y combina el precio de los combustibles líquidos, que subieron bastante. A la Argentina se le vende gas entre 7 y 8 dólares el millón de BTU y a Brasil entre 6 y 7, cuando antes de la asunción de Evo estaba a menos de 1 dólar. Ese ha sido otro logro de la presidencia del compañero Morales.

–¿Con cuánto se queda el Estado boliviano de esa renta?

–A diciembre de 2005 con las exportaciones de hidrocarburos se generaban 1500 millones de dólares por año, de los cuales Bolivia se quedaba con 300: el resto se iba afuera del país. Después de la nacionalización, Bolivia se queda con más de 2000 millones de dólares y las trasnacionales reciben 300 o 400 millones. Con eso recuperan su inversión y tienen resto.

–¿Cree que las empresas permanecen en Bolivia porque la renta es suficiente o porque apuestan a que haya un cambio de reglas en el futuro?

–Los contratos tienen larga vigencia. Difícilmente haya un cambio.

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“Si ahora los megacampos produjeran 20 millones de metros cúbicos de gas por día, ¿a qué gasoducto se lo inyectaríamos?”
Imagen: Jorge Larrosa
 
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