El proceso de integración productiva entre empresas argentinas y brasileñas viene siendo fogoneado por los gobiernos de ambos países, aunque poco se conoce sobre la recepción que esta iniciativa tiene en el propio sector privado. En el marco del seminario internacional de integración productiva del Mercosur, donde participó la ministra de Industria, Débora Giorgi, y el secretario de esa cartera, Eduardo Bianchi, junto a sus pares brasileños, Página/12 le consultó a relevantes actores del empresariado de ambos países su visión frente a estas nuevas iniciativas.

Desde el punto de vista de una empresa con alto poder de mercado e instalada en varios continentes, Paulo Andrade de Jesús, director de negocios de la compañía de ómnibus brasileña Marcopolo, destacó la incipiente especialización de la producción entre Argentina y Brasil que está llevando adelante la firma. Sin embargo, proyecta el esquema de la integración en una relación comercial bilateral “sin barreras”, es decir como una vía para estimular el libre comercio. Además, aporta una visión diferente sobre la coyuntura local de la que usualmente suelen dar los popes industriales. Por su parte, Cristina Alonso, directora de relaciones comerciales y negociaciones internacionales de Admira, consideró que el empresario pyme local encuentra a la integración como una meta de todavía difícil acceso, sobre todo por la falta de información sobre las herramientas disponibles.

El objetivo de los gobiernos es que a partir de esquemas de complementación y especialización de la producción, las empresas de los dos países puedan asociarse y ganar mercados, ampliando la escala y por esta vía incrementar la competitividad. Se busca avanzar con la integración en sectores estratégicos (petróleo y gas, maquinaria e insumos agrícolas, aeronáutica y autopartes) y sensibles (electrodomésticos, línea blanca, madera y muebles, vinos y lácteos). En ese sentido, se creó un ámbito oficial de discusión, procurando acercar a las partes privadas y se confeccionarán nuevas herramientas financieras. Para fin de año, aseguran, estará lista una línea crediticia de 200 millones de dólares aportado por ambos países.