ECONOMíA › OPINION

Lágrimas de cocodrilo

 Por Alfredo Zaiat

El frío tardó en llegar al área metropolitana, zona de mayor densidad poblacional y de consumo del país. Está culminando el otoño con una temperatura media agradable, adelantada por José Luis Stella, del Departamento Climatología del Servicio Meteorológico Nacional en marzo pasado, cuando afirmó que “este otoño será más cálido y menos lluvioso que los valores normales”. Las industrias textil y de calzados han padecido este clima. Aunque ahora asomen los días de mucho frío con el inicio del invierno, la actual temporada ya está jugada. Las ventas no efectivizadas en estos meses templados no se recuperarán en próximas semanas de bajas temperatura. La industria ya está preparando la temporada primavera-verano. El clima desfavorable para la comercialización de indumentaria y calzados de invierno, que significaron una pérdida de rentabilidad, no se traduce en un reclamo sectorial al Estado para que decrete la “Emergencia Textil” causada por un otoño cálido. En ese pedido hasta podrían incluir el fenómeno climático de las inundaciones por fuertes tormentas en la Ciudad y en La Plata, que arrasaron el stock de mercadería de comercios. Los damnificados fueron compensados con magros subsidios. Los protagonistas del sector agropecuario tienen otra fortuna en relación con los textiles y los de cualquier otra rama de la producción y comercio. Ellos están en condiciones de organizar un lockout por el clima adverso, la carga impositiva (retenciones), los precios recibidos, los costos de los insumos y hasta porque el Gobierno no los recibe como ellos quisieran. Lo justifican diciendo que las características de su producción son diferentes al resto. Además, porque afirman que hacen un trabajo más sacrificado e importante que cualquier otro tras el objetivo de la construcción de la Patria. Por eso están convencidos, logrando la aceptación de una parte de la población urbana –incluyendo textiles y comerciantes– y del mundo de los políticos, que ellos son merecedores de compensaciones por factores climáticos adversos mediante la “Emergencia Agropecuaria”. Lo cierto es que son diferentes porque pueden invitar a los productores a un lockout con cese de comercialización de granos y hacienda, como el iniciado ayer hasta el miércoles, sin perder plata. Ninguna otra actividad económica está en condiciones financieras tan holgadas y con modos de producción tan favorables para poder postergar ventas.

El nuevo lockout de la Mesa de Enlace fue convocado con un panorama de bonanza general del sector. Esto no implica que no haya parcelas con malos resultados, situaciones de apremio de pequeños productores y abusos de eslabones concentrados de la cadena productiva. Lo mismo sucede en muchas otras actividades económicas. El desgaste de la Mesa de Enlace, con cada vez menos representatividad (los liderazgos de la Federación Agraria y Coninagro están fuertemente cuestionados), tiene como factor compensador el respaldo mediático de los dos principales socios de Expoagro. La sustancial mejora de la rentabilidad de la actual cosecha en comparación a la campaña anterior afectada por la sequía, y las buenas perspectivas de la que está comenzando, revelan que el lockout de comercialización de granos y hacienda por cinco días –otra medida no podrían hacer puesto que no pueden detener que la soja siga creciendo o dejar de ordeñar a la vaca en el tambo– tiene otras motivaciones ajenas a los intereses de los productores.

Dos informes recientes de entidades muy vinculadas al sector agrario relativizan las lágrimas de cocodrilo de los dirigentes de las cámaras patronales del campo.

El panorama semanal de la Bolsa de Cereales de Rosario destaca que la recolección de soja ya cubrió el 99 por ciento del área apta, con un rinde promedio estimado de 25,6 quintales por hectárea, acumulando un volumen parcial de 48,1 millones de toneladas, proyectada a 48,5 millones. Ese rendimiento medio está subestimado porque no está ponderado por regiones. El documento indica que la cosecha de soja en el Núcleo Sur cubrió toda el área apta, alcanzando un rinde medio de 34,5 quintales por hectárea, 34 por ciento superior al registrado durante el ciclo previo (25,7 quintales por hectárea). En el Núcleo Norte fue de 36,1 y en Centro Norte Santa Fe, 30,4. Esas tres regiones equivalen al 30 por ciento de la superficie sembrada, pero el 50 por ciento de la producción cosechada. Otras zonas de menor relevancia como el NOA y el NEA tuvieron resultados de mediocres a malos, con rindes de 8,5 y 14,6 quintales por hectárea, respectivamente. Estas dos áreas representan apenas el 1,7 por ciento de la superficie sembrada. Gran parte de la cosecha de soja ha tenido una rentabilidad extraordinaria.

El capítulo maíz del informe de la Bolsa de Cereales de Rosario muestra también el muy buen momento de esa producción, incluso con márgenes superiores a los de la soja. Explica que “avanza la trilla de maíz con destino grano comercial favorecida por el clima de los últimos siete días. Se ha recolectado el 66,3 por ciento del área maicera nacional, que en números absolutos equivale a 2,3 millones de hectáreas. El volumen acumulado en chacra ronda las 17.000.000 de toneladas, aportando así un rinde promedio de 72,4 quintales por hectárea”. Menciona que en el norte de La Pampa y oeste de Buenos Aires ha habido muy buenos rendimientos en lotes de siembras tardías, implantados a comienzos de diciembre, registrando picos de 90 a 100 quintales por hectárea en la zona de Pehuajó, América, General Villegas y Florentino Ameghino. Indica que en el sudeste bonaerense continúa la recolección de lotes de primera con muy buenos rindes. Pone como ejemplos los que se obtuvieron en Necochea de 120 quintales por hectárea, Mar del Plata 90, Balcarce 90, Tres Arroyos 85, Lobería 90 y M. Cascallares 85. “Si bien no es una zona maicera por excelencia, esta campaña obtuvo excelentes resultados”, afirma el informe. Para concluir que “de esta manera y frente al escenario planteado, mantenemos nuestra actual proyección a cosecha en 24,8 millones de toneladas, ubicándose un 15,4 por ciento por encima de lo recolectado la pasada campaña (21,5 millones de toneladas)”.

El otro documento fue elaborado por el Departamento de Información Agroeconómica de la Bolsa de Cereales de Córdoba. Se ocupa de los costos de producción en esa provincia. Si por el balance de los rindes el saldo ha sido favorable, por el lado de la relación insumos-productos también. Lo que implica una rentabilidad más abultada debido a precios internacionales que se mantienen elevados y, fundamentalmente, por la ecuación más producción por incremento de rindes y reducción de los costos en dólares de los insumos. El informe detalla que “al comienzo de la campaña 2013/2014, la relación insumos-productos cae respecto de la campaña anterior, debido a menores precios de los insumos en dólares y un incremento en el precio de los granos en el mercado disponible. Es decir, se necesita una menor cantidad de quintales de grano para comprar insumos”. Las bajas son sustanciales para el trigo: de 11,7 por ciento en la relación quintales por 100 litros de gasoil hasta 19,1 por ciento en quintales por 100 litros de glifosato. La caída también se contabiliza en la urea, semillas, fosfato diamónico y flete. En soja, maíz y sorgo también se contabiliza una relación insumos-productos más conveniente. Según el estudio técnico de la Bolsa de Cereales de Córdoba, en abril se requerían 35,9 quintales de maíz para comprar una tonelada de urea, mientras que el mes pasado esa relación disminuyó a 32,7 quintales, “resultado de un aumento del precio del cereal (8,8 por ciento) y una disminución en el precio del fertilizante (0,8 por ciento)”. En mayo de 2012 la relación era de 42,9 por el efecto combinado de menores precios del cereal y más alto del fertilizante.

Precios elevados a nivel internacional, rindes promedios muy buenos y disminución de los costos en dólares de la relación insumos-productos. Todas variables para comprender el deterioro de la representatividad de la Mesa de Enlace y de la escasa relevancia política de un nuevo lockout.

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