ECONOMíA › TEMAS DE DEBATE: QUé PAPEL DESEMPEñAN LAS ENTIDADES FINANCIERAS EN LA ECONOMíA

A quiénes les prestan dinero los bancos

Durante la última década, los bancos de capital privado incrementaron sus préstamos para las familias con un dinamismo sensiblemente superior al que se observa en las financiaciones a las empresas. Distinta es la estrategia de la banca pública y de la cooperativa.

Producción: Tomás Lukin

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Fortalecer la regulación

Por Rodrigo López y Pablo Mareso *

La promoción de créditos personales y compras con tarjeta pasaron a ocupar un lugar destacado en las publicidades. En realidad, el fenómeno refleja un cambio más profundo en la estructura crediticia argentina. Durante la última década, los bancos de capital privado incrementaron sus préstamos para las familias con un dinamismo sensiblemente superior al que se observa en las financiaciones a las empresas. A finales de 2012, medidos en relación con el PBI, los créditos comerciales representaban un valor equivalente al que registraban al término de 2007. Por su parte, aquellos destinados a los hogares, descontando los préstamos para vivienda, aumentaron un 59 por ciento durante el mismo período.

La falta de asistencia crediticia para las empresas puede generar dificultades para la realización de las actividades productivas, que van desde aquellas vinculadas con el ciclo normal de negocios de la firma, hasta impedimentos a la hora de encarar inversiones que permitan expandir la producción o innovar tecnológicamente. Además, tiene un evidente sesgo negativo hacia las empresas de menor porte, que suelen ser las más racionadas por los bancos y las que tienen menos espaldas para recurrir al autofinanciamiento.

Si asumiéramos que los bancos toman sus decisiones de otorgamiento en base a un stock de capacidad prestable y a las rentabilidades esperadas de cada tipo de financiamiento ponderadas por riesgo, podríamos encontrar una explicación relativamente sencilla al comportamiento de estas entidades. Las financiaciones a través de préstamos personales y tarjetas parecen haber sido una mejor opción que los documentos o adelantos para empresas. Los bancos argumentan que los mayores spreads cargados sobre los préstamos para consumo derivan de los mayores costos operativos. Sin embargo, también es posible encontrar, en estos casos, una mayor capacidad de las entidades de amortiguar los efectos de los vaivenes de la tasa pasiva, dando cuenta de un mayor margen de maniobra para fijar tasas activas que en el caso de los préstamos para empresas.

Ahora bien, los bancos no prestan en base a un stock dado, sino que tienen la capacidad de expandir sus pasivos de forma tal de mantener siempre los niveles de liquidez deseados. La autoridad monetaria tiende, en general, a satisfacer la demanda de liquidez de los bancos, ya que, de lo contrario, perdería el control sobre la tasa de interés, que es el verdadero objetivo de política. De esta forma, en las economías modernas, el crecimiento de los agregados monetarios está liderado por las decisiones de los bancos sobre cuánto prestar. Estos otorgan todos los préstamos que les sean demandados a una tasa que les permita obtener, por lo menos, una rentabilidad mínima o normal del negocio, siempre y cuando el solicitante sea considerado con capacidad y voluntad de cumplir el contrato.

En ese marco, la explicación sobre los hechos descriptos arriba debiera recaer sobre la inexistencia de una demanda de crédito con esas características. Sin embargo, lo acontecido con la banca pública, a través del Banco Nación, y la banca cooperativa pone en duda esta hipótesis. Estas dos instituciones incrementaron fuertemente sus préstamos a las empresas durante el período 2007-2012, presentando ratios de calidad de cartera incluso mejores que los de la banca privada, y con indicadores de rentabilidad que permiten inferir que esa expansión no fue sustentada únicamente en base a la extensión de préstamos perniciosos en términos patrimoniales.

Entonces, la pregunta que subyace es: ¿Por qué la banca privada desistió de otorgar préstamos que demostraron ser rentables? Nuestra hipótesis pone el acento en el papel que juega la preferencia por la liquidez de los bancos en un contexto caracterizado por la emergencia de una fuga de capitales como la acontecida a partir del segundo semestre de 2007. Desde la perspectiva de los bancos, la tasa pasiva que deberán enfrentar en el futuro se vuelve más difícil de estimar debido a que una política consistente con eliminar o morigerar la fuga, muy posiblemente incluya un incremento en el costo del dinero. De esta manera los bancos intentarán mantener un grado de liquidez mayor, de forma tal de disminuir las pérdidas esperadas de una suba de la tasa. En ese contexto, cada pérdida de liquidez ocasionada por el otorgamiento de crédito será ponderada negativamente, dando lugar a una tendencia a “invertir” esa pérdida de liquidez en los préstamos más rentables.

La regulación de la actividad bancaria ofrece un campo fecundo para intervenir sobre coyunturas adversas. Pero también ofrece la oportunidad de alentar cambios estructurales que graviten de forma más definida sobre el entramado productivo. Algunas políticas vigentes van en ese sentido, como la exigencia de prestar a las empresas, bajo determinadas condiciones, una parte de los depósitos, y el establecimiento de límites a las tasas sobre los préstamos al consumo. La necesidad de colocar al sistema financiero al servicio del desarrollo habilita a seguir profundizando ese camino.

* Investigadores de Cefid-AR. http://www.cefid-ar.org.ar/documentos /DT_55.pdf


Crédito para el desarrollo

Por Iván Weigandi *

El consumo ha sido uno de los pilares del crecimiento experimentado en la última década, aumentando un 10 por ciento su participación en el PBI en comparación con el promedio de la convertibilidad. Su crecimiento fomenta la inversión empresaria ya que no sólo genera mayores ingresos, sino también la certeza de una demanda a la nueva producción. Para los que niegan esta lógica, basta con observar que la inversión per cápita medida en dólares creció un 122 por ciento en comparación con los ’90. Estos dos componentes de la demanda agregada: consumo e inversión, para mejorar su dinamismo, necesitan de un crédito bancario que acompañe su crecimiento.

El funcionamiento financiero de la convertibilidad dejó como herencia un limitado financiamiento privado a la actividad productiva. Su subsiguiente eclosión diezmó las instituciones crediticias y marcó a fuego una incertidumbre en los pocos actores que sobrevivieron. Si bien la participación de los créditos en el PBI aumentó un 18 por ciento (con rendimientos altos y estables y con niveles bajísimos de irregularidad en la cartera), existe aún en el sistema bancario privado una alta preferencia por la liquidez. La misma se materializa en una mayor participación de los de créditos de corto plazo. El ejemplo más claro de este comportamiento son los créditos personales al consumo. Mientras que en 2003 fueron otorgados por trimestre lo equivalente al 4 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI), en la actualidad esa relación es del 15 por ciento.

En un contexto de mayor poder adquisitivo, los créditos al consumo presentan una rentabilidad mayor a la que le pueden ofrecer ciertos sectores de la industria, fundamentalmente las pymes. Bajo estas condiciones, el sector financiero concentra su actividad en este tipo de créditos, dejando de lado al crédito productivo. Ante esto, el Gobierno nacional ha desarrollado distintas políticas: reorientar el crédito privado al sector productivo, prestar fondos públicos, y recientemente regular las tasas máximas del consumo.

Wilson Peres y Annalisa Primi en Teoría y Práctica de la Política Industrial (Cepal), distinguen 4 roles estatales necesarios para desarrollar la industria: ser agente financiero (influenciando mercados y colocando recursos públicos), de regulación (de tarifas, subsidios e incentivos fiscales), de producción (participando activamente de la economía con empresas estatales) y de consumo (garantizando mercado a sectores estratégicos).

Todos estos roles fueron desempeñados activamente por el Gobierno nacional en los últimos años, dejando resultados claros, desde 2003 el PBI industrial creció más del ciento por ciento, mientras el de Brasil, en el mismo período, sólo un 39 por ciento.

Las políticas de industrialización y crecimiento mediante impulsos a la demanda agregada encuentran una restricción en los países en vías de desarrollo, cuando la balanza de pagos tiene resultados negativos. La escasez de divisas es el mayor obstáculo para seguir creciendo. El caso de Argentina no es distinto, en la actualidad el conflicto con los fondos buitre, el estancamiento del comercio mundial y los lobbies locales por desestabilizar la moneda complican el sendero al desarrollo.

Ante esto, el 11 de septiembre el Ministerio de Economía informó la aprobación de los primeros cuatro créditos Fondear por un monto total de 804 millones de pesos, para proyectos por más de 7200 millones de pesos de inversión. Este financiamiento en el corto plazo, genera tasas diferenciales mucho más bajas a las bancarias, en un contexto de políticas monetarias orientadas a evitar la corrida al dólar. Mientras que en el largo plazo intenta modificar estructuralmente la matriz industrial priorizando sectores con potencial a mejorar la balanza comercial, ya sea por sustitución de importaciones o desarrollo exportador. Entre destinos destaca la producción automotriz, de bienes de capital, de insumos difundidos, de medicamentos, petroquímica, trasporte de carga y logística, electrónica, petróleo y gas. Siendo que entre estos sectores sumaron un déficit comercial de más de 25.000 millones de dólares sólo en 2013.

Encontrar políticas acordes con las necesidades del corto plazo y en línea con los objetivos de largo plazo se vuelve indispensable, el financiamiento productivo de origen estatal hoy materializado en el Fondear, es una de ellas.

* Integrante del Grupo de Estudios de Economía Nacional y Popular.

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Imagen: Alejandro Elías
 
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