No es la primera vez que el licenciado Agustín Salvia asume una actitud que interpreto como opositora al proyecto de gobierno. Ya le contesté el 17 de enero de 2014 a través de una columna de opinión en el suplemento Cash de Página/12. La publicación del último informe sobre la pobreza que elabora el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica tuvo amplia repercusión en los medios, especialmente en los hegemónicos. Como también era de esperarse, el arco político opositor lo tomó como argumento para realizar críticas a las políticas sociales que nuestro proyecto viene implementado desde 2003.

El problema es, paradójicamente, la pobreza que exhiben los argumentos vertidos por dicho observatorio. En primer lugar, porque lo que verdaderamente importa para juzgar las medidas implementadas por un gobierno es la evolución de la pobreza, y no el dato de un año en particular (28,7 por ciento de la población para 2014 según el insustentable informe). Analizado de este modo, las propias conclusiones del Observatorio de la UCA afirman que la pobreza disminuyó considerablemente entre 2010, momento en el cual comienza la publicación, y 2014.

En segundo lugar, la metodología de la medición presenta varios problemas. Por un lado, el tamaño de la muestra es reducido (5700 casos frente a los 17.500 que releva la Encuesta Permanente de Hogares). Dicha muestra se realiza en aglomerados pequeños y tiende a captar los ingresos más bajos y a no captar los ingresos más elevados, lo que se traduce en un nivel de pobreza mayor pero también en una desigualdad menor. Esto se debe a que contiene muchas menos preguntas que la encuesta de la EPH. Por eso, utilizando la misma canasta que usa el Observatorio de la UCA pero con datos de la EPH, en 2014 la pobreza pasaría de 28,7 a 20,4 por ciento. Este cálculo fue realizado por el propio Observatorio en su informe. Además, en el informe se afirma que respecto de 2013 el poder de compra de los hogares con ingresos más bajos se incrementó, lo que además se tradujo en una mejora de la distribución de los ingresos. ¿Cómo puede ser que al mismo tiempo los hogares más pobres incrementen su poder adquisitivo, que mejore la distribución de los ingresos pero que aumente la pobreza? La única forma de que esto suceda es que la inflación para los hogares más pobres (es decir, el aumento de los precios de la canasta de bienes que utiliza el observatorio para medir la línea de la pobreza) sea mayor que la inflación para el resto de la población, algo bastante difícil de explicar. Llamativamente, el Observatorio de la UCA no detalla cuáles son los criterios de valorización de la canasta utilizada para calcular la pobreza.

Al margen de todo lo anterior, como dijimos antes, lo importante no pasa por la cifra de la pobreza que, pese a la realidad, quieran tratar de instalar, sino por destacar algo que no se puede discutir: desde el 2003 la pobreza se redujo considerablemente y eso fue gracias a las políticas económicas llevadas adelante por este gobierno. Esas políticas fueron, por ejemplo, las que hicieron que desde 2003 se lograra sacar a más de 2 millones de personas del desempleo, que hoy haya 3 millones más de jubilados que cobren sus haberes o que haya más de 7 millones de niños, niñas y adolescentes que se encuentren alcanzados por las asignaciones familiares.

Por eso, por más que algunos de nuestro propio país gasten tinta en tratar de demostrar lo contrario, afuera todos los organismos internacionales reconocen y destacan la reducción de la pobreza en la Argentina. Organismos como el BID, la Cepal y Naciones Unidas han reconocido recientemente los gigantescos avances en la reducción de la pobreza. El informe de la FAO de 2013 afirma que Argentina ha erradicado el hambre.

Todo esto hizo que la reducción de la pobreza, en lo sustantivo lo que verdaderamente importa, sea hoy algo incuestionable. Como dijo el General Perón, la única verdad (no son los números) es la realidad.

* Diputado nacional del Frente para la Victoria.