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A pesar de sus yerros sistemáticos, los gurúes se ganaron un espacio en el Banco Central. Alfonso Prat Gay estrenó ayer una encuesta realizada entre economistas de consultoras, bancos y universidades sobre las perspectivas macroeconómicas. De este primer relevamiento participaron 38 profesionales. Los primeros augurios provocaron sonrisas en el Banco Central: se prevé un mayor crecimiento al estimado para este año, en el marco de una inflación inferior a la presupuestada, una baja en el desempleo y alzas salariales. Todo en el marco de un contexto financiero calmo, con un dólar a 3 pesos para fin de año.
En total fueron relevadas 23 variables económicas. Por ejemplo, el crecimiento económico, que para el 2004 fue calculado en 6,5 por ciento por los expertos. Supera el tono de optimismo que deja trascender la Casa Rosada: en el Presupuesto Nacional figura una expansión del 4 por ciento. La inflación también estaría controlada: 7,5 por ciento en el 2004, por debajo de las expectativas oficiales de 10,5 por ciento. A su vez, la tasa de desocupación caería más de dos puntos, a 14,1 por ciento. Otro punto decrecería en el 2005. No deja de ser llamativo que los gurúes pronostiquen mejoras salariales del 10 por ciento promedio, superador de la inflación prevista por ellos mismos.
¿Por qué el Central confeccionó esta encuesta, a la que rotuló como “Relevamiento de Expectativas de Mercado” y que se renovará todos los jueves? Formalmente, en la autoridad monetaria explicaron que las opiniones de los expertos “serán clave para la toma de decisiones” y para “anticipar las tendencias inherentes a la inflación”. Seguramente, Prat Gay no olvidó la mala experiencia del año pasado: mientras desde el Central se auguraba una inflación minorista del 22 por ciento para 2003, los precios tuvieron un comportamiento muy diferente. Apenas subieron 3,7 por ciento en promedio.
La clave de estos relevamientos la expresó un comunicado oficial del Central: “La comprensión del proceso de formación de expectativas es fundamental en los modelos de previsión de la inflación”. Este es un modelo al que adhirió la actual cúpula del Central. Es decir, el objetivo es que desde la autoridad monetaria se auspicie una convergencia de las expectativas entre los principales formadores de opinión económica. No hay que olvidar que los consultores tienen como clientes a las empresas más importantes, desde donde se toman decisiones que tienen impacto sobre el resto.
El hecho de que los gurúes transmitan sus opiniones al Central, le permitirá a Prat Gay no sólo tener un monitoreo permanente sino –y aquí lo más importante– convertirse en el concentrador de la difusión de las expectativas. Una realidad que le es funcional a su objetivo central de manejar las riendas monetarias en base a lo que el conjunto cree que va a pasar en la economía. Sin dudas, un arma poderosa. La idea fue tomada de otros bancos centrales que también “buscan anticiparse a las posibles tendencias de la inflación”, como Brasil, Chile y México.
Prat Gay y su segundo, Pedro Lacoste, cursaron 105 invitaciones entre consultores, universidades, fundaciones y brokers. Ya aceptaron 53 y, de ellas, 38 respondieron a la primera encuesta. Entre los que dieron el sí figuran Ecolatina, la Fundación Capital, la Mediterránea, los consultores liberales Broda, Ferreres y Espert y las universidades de Buenos Aires, Católica y de Belgrano. Prat Gay decidió mantener en el anonimato la votación de cada uno. Sólo se conocen los valores promediados. Eso sí, a partir de julio se difundirá un ranking mensual con los cinco que más acertaron en sus pronósticos. Estos, por ahora, prometen fiesta. Habrá que ver si no repiten las pifiadas a las que los gurúes nos tienen acostumbrados.