ECONOMíA › OPINION

Vienen por más

 Por Alfredo Zaiat

El Gobierno no tiene de qué preocuparse. No tiene razones para inquietarse por haber alterado uno de los objetivo del Plan Dubai de la quita a valor nominal del 75 por ciento y por aumentar el superávit fiscal destinado a pagar intereses. Pese a la higiénica tarea de docencia que Néstor Kirchner asumió en sus discursos sobre el papel del FMI y el casino de la deuda, el lenguaje del acreedor todavía no ha sido derrotado. Más bien: goza de buena salud. “Mejoran la oferta. Se pagarán intereses atrasados” saludan desde una portada; “Propuesta más atractiva por la deuda” festejan en otra; “Mejoran las expectativas en los mercados” se pone contento un bla bla en la radio; “Presiona el FMI para acelerar la salida del default” analiza-advierte otro de sus colegas.
Pagar más a los acreedores beneficia los bolsillos de éstos afectando las perspectivas de crecimiento. Comprometer un excedente mayor de las cuentas fiscales tranquiliza a los dueños de bonos, aunque resintiendo la capacidad de recuperación de la economía. No es una cuestión de caprichos, como tantas veces lo dijo el Presidente. Un país, con las debilidades estructurales de la Argentina, que ofrece girar al exterior un 2,7 por ciento de la generación de riquezas de un año hasta el 2010 está complicado. Bastante complicado para cumplir con esa exigencia porque no hay antecedentes de que una economía pueda ser sustentable, como se estila ahora definirla, con semejante sangría de recursos. Suponer que las excepcionales condiciones internacionales (tasas bajas y elevados precios de los commodities) que facilitaron una vigorosa recuperación se mantendrán en el tiempo no es realista. Por lo pronto ya se han encendido luces de alerta en ese sentido. Pese a ello se da la paradoja de que antes, con viento a favor, la propuesta era no pagar mucho, y ahora, en un escenario más complicado, se ofrece pagar un poco más. Pensar que de esa forma un “mercado más satisfecho” morigerará los costos de esa reversión de las variables internacionales es no haber aprendido de la falacia del círculo virtuoso de los ‘90.
Se dirá que no es tan así porque los acreedores rechazarán por insuficientes los cambios al plan de reestructuración. Y así será. En una negociación con tantos buitres del otro lado cuando se muestra la carta de la flexibilización, la reacción será ir por más. Entonces logrado el primer objetivo de plantear la puja en la quita a valor presente en lugar de valor nominal, el reclamo será por un pago en efectivo para cerrar trato. Habrá que esperar esa arremetida final.

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