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Proponen una canasta base de 1580 pesos para discutir el salario mínimo

La propuesta unificada de la CGT y la CTA tomó por sorpresa a los representantes patronales en el Consejo del Empleo. Representa el consumo medio de los hogares y el Consejo debería definir en qué medida esas necesidades serán cubiertas por el salario mínimo.

 Por Raúl Dellatorre

A los dos representantes empresarios que concurrieron ayer al Consejo Nacional del Empleo no les debe haber resultado fácil explicarles a sus pares el resultado del encuentro. La propuesta del sector trabajador, a la que deberán responder el viernes 19, es que en el futuro el salario mínimo vital y móvil se discuta en base a una canasta que no sea la que define la línea de pobreza, sino que refleje el consumo necesario de un trabajador y su familia. Con ese criterio, la canasta de referencia cotizaría hoy en 1580 pesos mensuales.
Sin poder reaccionar ante la propuesta unificada de la CGT y la CTA, la parte patronal se limitó a pedir “un plazo para evaluarla”, que se le concedió hasta fin de la semana próxima. Las centrales sindicales celebraron como “un triunfo” la inesperada reactivación de la discusión salarial y haber podido instalar una cifra sustancialmente diferente a la denominada línea de pobreza.
Las dos centrales sindicales llegaron al encuentro cuestionando que la discusión del salario mínimo tomara como base la canasta básica que define la línea de pobreza (actualmente en aproximadamente 730 pesos mensuales para una familia tipo). La CTA venía de una reunión con el titular del Indec, Lelio Mármora, quien les ratificó que la medición de la canasta de consumo necesaria para un trabajador y su familia, conforme lo establece la ley 24.013 (Ley de Salario Mínimo), no está disponible, puesto que no se elabora desde hace más de una década. Con ese dato en carpeta, llegaron al encuentro con las entidades patronales dispuestos a discutir la necesidad de una referencia sustituta, que no podía ser la canasta para medir la pobreza.
Ricardo Grether, titular de Confederaciones Rurales, no salía de su asombro. Había comenzado la reunión, a la que asistió acompañado apenas por un consejero alterno, objetando que la propuesta del sector trabajador se presentara dividida. “Si no hay acuerdo entre ellos, no se puede negociar”, le sugirió a la representante del Ministerio de Trabajo, queriendo apurar el trámite para levantar la reunión de la Comisión de Productividad. Rápidos de reflejo, los representantes sindicales pidieron un cuarto intermedio. Media hora después volvían a la mesa con una posición unificada.
Las propuestas que habían traído por escrito y por separado terminaron fundiéndose en una sola. Propusieron tomar como “referencia provisoria” para la discusión del Salario Mínimo al valor promedio del consumo de los hogares argentinos, que a precios actualizados a octubre resultaría de 1580 pesos mensuales. A partir de ese valor, será el Consejo del Salario el que determine en qué porcentaje el salario mínimo cubrirá ese nivel de consumo.
“Pero no podemos dejar expresada esa cifra en público, sería explosivo”, farfulló Grether. “No podemos esperar a otra reunión para discutir el tema, porque con la raquítica participación patronal de hoy (dos representantes) tememos que en la próxima nos dejen sin quórum”, respondió un representante gremial. “¿A quién está llamando representante raquítico?”, se encolerizó Grether, sin entender el sentido del calificativo. Miró a la funcionaria del ministerio, adujo que su sector “no está en condiciones de expedirse” y rogó por que se diera por terminada la reunión sin consignar lo tratado.
No pudo. La representación unificada de la CGT y la CTA reclamó que se volcara en acta la propuesta y se convocara a un nuevo encuentro para oír la contrapropuesta empresaria. Por diez días, al menos, la cifra de 1580 pesos taladrará en la cabeza de los negociadores patronales. Habrá negociación y reducción de la cifra, pero mientras tanto se pondrá en marcha el acuerdo entre el Indec y la CTA para reelaborar la canasta de consumo del hogar de un trabajador, en base a criterios de “reproducción de la fuerza de trabajo” y no simplemente de subsistencia.

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La propuesta surge de la Ley de Salario Mínimo, que establece una canasta que hoy no se mide.
 
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