SOCIEDAD

El policía vinculado al escuadrón prepoteaba hasta a los fiscales

Un fiscal que declaró como testigo en el juicio contó cómo Cáceres se interpuso en una investigación sobre dos chicos muertos.

 Por Carlos Rodríguez

“Nunca me sentí tan apretado.” Los vecinos del lado bajo (pobre) de Don Torcuato se miraron, incrédulos, cuando el ex sargento de la Bonaerense Hugo Alberto Cáceres, terror del barrio por ser la cabeza visible de un escuadrón de la muerte sospechado de asesinar a varios jóvenes, dijo que había firmado un acta que lo incrimina porque se sintió intimidado por el fiscal de San Martín Héctor Scebba. Otra fue la versión de Scebba, quien al declarar en el juicio contra el policía sostuvo que Cáceres admitió que era suya una pistola 11.25 cuya tenencia era ilegal, que era dueño de una agencia de seguridad que sería la fachada de un grupo parapolicial y que contrataba como custodios a civiles inhabilitados para esa función. Cáceres quedó complicado también en el homicidio de José “Nuni” Ríos, por el que está acusado junto con el ex sargento 1º Marcelo Puyó. Dos testigos de identidad reservada ratificaron ante los jueces que a Nuni lo habían asesinado a balazos los dos policías, que para simular un enfrentamiento habían “plantado” una 9 milímetros al lado del cadáver.
El primer testigo de ayer fue el fiscal Scebba, quien informó sobre un procedimiento realizado el 28 de diciembre de 2001, Día de los Santos Inocentes, en el marco de la investigación por el doble crimen de los menores Gastón “El Monito” Galván y Miguel “Piti” Burgos, ocurrido en abril de ese año. Los dos cuerpos tenían 18 balas y nunca hubo datos que condujeran al “Hugo Beto”, como lo llamaban a Cáceres, aunque sigue vigente la sospecha sobre miembros del escuadrón nucleado en torno de la agencia Tres Ases, que funcionaba en la casa del policía investigado.
El allanamiento fue realizado por Scebba en un frigorífico de Campo de Mayo, donde les cortó el paso Roque Gabriel Pereyra, quien llevaba en la cintura una pistola 11.25 marca Ballester Molina. Luego se comprobó que tenía la numeración limada y que carecía de papeles habilitantes. En pleno procedimiento se hizo presente Cáceres, quien dijo que Pereyra, un civil, estaba cumpliendo tareas de policía adicional (Polad), algo ilegal “porque no se contrata personas que no son policías”, recordó el fiscal. Cáceres alegó después que lo había contratado por medio de la agencia Tres Ases, que funcionaba en su casa de Belgrano 938 de Don Torcuato, de la que dijo ser el dueño, según aseguró Scebba.
“El arma es mía”, le dijo Cáceres al fiscal, según el relato de éste ante los jueces del Tribunal Oral 1 de San Isidro. Scebba engoló la voz, imitando el tono de “Hugo Beto”. El policía juzgado llegó al frigorífico en un móvil policial, aunque el operativo era en jurisdicción ajena, en San Martín, ya que él pertenecía al Destacamento de Tigre. Cáceres había llegado al frigorífico pisando fuerte. “¿Quiénes son ustedes?”, les había preguntado a los funcionarios judiciales, pero terminó detenido, junto con Pereyra, por tenencia ilegal de armas de guerra. Scebba dijo que nunca presionó a Cáceres para que firmara el acta en la que admitió la tenencia ilegal de la 11.25. “Hubo una admisión del delito en la inteligencia de que no le iba a pasar nada”, declaró Scebba. Pareció que daba a entender que Cáceres estaba seguro de ser impune por su condición de policía.
Cáceres, por primera vez en la audiencia, pidió la palabra para desmentir al fiscal: “El doctor sigue mintiendo”, fue su primera frase. Después dijo que nunca se hizo cargo del arma, aunque en realidad firmó un acta donde sí lo hace. También negó ser el dueño de la agencia Tres Ases (se la adjudicó a su hermano Héctor Jacinto Cáceres) y afirmó que el fiscal lo había “apretado” para que admitiera la tenencia ilegal de la 11.25. “Firmá que después lo arreglamos en el juzgado”, fue lo que Cáceres aseguró haberle dicho al testigo Benjamín Tealdi, para que él también suscribiera el acta. Los jueces dudaron de la versión de “Hugo Beto”.
Uno de los miembros del tribunal, Juan Carlos Tarsia, le hizo el siguiente comentario: “Usted es un policía con experiencia, no es un nene de cinco años para firmar un acta que no corresponde. No puede decir que lo hizo porque ‘bueno, me quiero ir’. Yo en su lugar me hubiera quedado seis meses hasta aclarar que yo no había cometido ningún delito”. Cáceres dijo que Pereyra no era empleado de Tres Ases, desmintiendo a Scebba, pero la documentación secuestrada demuestra lo contrario. Cáceres también tiene que responder por las amenazas que habría hecho a Oscar Ríos, padre de Nuni, y a Karina Ríos, la hermana del chico asesinado.
Los dos miembros de la familia Ríos dijeron ayer que fueron amenazados de muerte por Cáceres y por Puyó, el 5 de enero de 2001, cuando pegaban afiches para llamar a una marcha en reclamo de justicia. Los dichos de ambos fueron desmentidos, sin mucha convicción, por dos vecinos de “Hugo Beto”, uno de los cuales admitió que con el policía eran “amigos desde hace 20 años”, aunque de inmediato aclaró: “Vecinos, vecinos...”
Ayer hizo su aparición en el juicio el sargento 1º Puyó, quien respecto de las supuestas amenazas dio una curiosa versión. Dijo que Karina Ríos, que mide menos de 1,60, lo había atacado a “carterazos”. Puyó es un hombre fornido, de más de 1,80 de estatura.
Los últimos dos testigos fueron dos jóvenes que declararon con reserva de identidad. El primero, quien se encuentra preso en estos momentos, ratificó que la pistola 9 milímetros que apareció junto al cuerpo de Nuni Ríos era suya y que Cáceres se la había robado. El segundo ratificó que Nuni Ríos estuvo en su casa el día en que fue asesinado. Relató que El Pelado, un joven que estaba con Nuni y que pudo escapar con vida, le comentó que a Ríos “lo había matado el Hugo Beto”.

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Las víctimas del escuadrón, protesta frente a los Tribunales.
 
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