ECONOMíA › EL JUEZ JUAN JOSE MAHDJOUBIAN ANTE
UN JURY DE ENJUICIAMIENTO

Otro amigo de Moneta en el banquillo

 Por Susana Viau

El todavía titular del juzgado 29 de Instrucción Juan José Mahdjoubian es un hombre pequeño. Y así se lo vio ayer frente al jury que resolverá si el cargo de “cohecho agravado” que se le imputa está lo bastante probado para terminar con su carrera judicial. Mahdjoubian afronta las consecuencias de una cámara oculta que mostró al magistrado, su secretario Daniel Mauro y a un abogado de su amistad, Alberto Seyahian, como protagonistas de una suerte de “fórum shopping” doméstico. También por una maniobra de “fórum shopping” articulada junto al juez Ismael Muratorio en favor del ex banquero Raúl Moneta deberá responder si logra zafar de esta instancia. Por lo pronto, la estrategia de cargarle la romana al secretario Mauro fracasó ayer, cuando tres de los testigos coincidieron en remarcar los lazos de amistad que unían a ambos funcionarios.
Ni la habilidad de sus defensores, el ex juez en lo penal económico Julio Virgolini –quien fuera defensor del padre Julio Grassi y de Alfredo Yabrán– y su socio Adrián Maloneay, ni su propio entusiasmo en el interrogatorio a los testigos pudieron impedir que los antiguos empleados del tribunal aseguraran que la estrecha relación que lo vinculaba a Mauro era un obstáculo infranqueable a la hora presentar sus quejas por los malos tratos del secretario. Por lo demás, agregaron, era casi imposible que Mahdjoubian ignorara las oscilaciones de carácter que solían volver agresivo e intratable a Daniel Mauro. Uno de ellos relató que cierta vez el secretario observó que un joven detenido al que debía indagar se había quedado dormido en la silla mientras aguardaba el comienzo de la audiencia. “Llevaba muchas horas despierto y creo que estaba alcoholizado o drogado”, contó el testigo. Mauro pasó y le tiró un vaso de agua a la cara mientras le decía: “Este lugar no es para dormir”. Un juego igual practicó durante cinco días seguidos con otro de los trabajadores del juzgado. Esas historias hicieron brillar de interés los ojos del hierático jurado presidido por Augusto Beluscio y agitaron a algunos de los treinta y pico de asistentes a la sesión que se desarrolló en el salón de la planta baja del Palacio de Tribunales, recinto que fuera escenario del Juicio a las Juntas y a los cabecillas de los alzamientos carapintadas. Mahdjoubian tuvo una módica cuota de fama a mediados de los ’90, cuando intervino en los primeros tramos de una investigación realizada por este diario sobre coimas en el PAMI. Advertido de que la madeja de los “retornos” llevaba a la interventora de la entidad, Matilde Menéndez, puntal del menemismo, Mahdjoubian condujo la instrucción a paso de tortuga para acabar declarándose incompetente. Sus colegas afirman que no es brillante, que cultiva el bajo perfil, y dudan si se les pregunta por la veracidad de una anécdota que ha circulado en abundancia: fue durante el festejo por el ascenso que lo llevó de secretario a titular del juzgado 29 y en medio de los brindis cuando se le escuchó decir a este personaje taciturno: “Ahora se viene la grande”.

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